Un cuento de Hadas

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El joven y pequeño príncipe llevaba horas deambulando por el bosque, se había perdido al tratar de seguir a un pequeño animal.

Había venido con sus sirvientes a un paseo por órdenes de su padre, el prefería quedarse en casa leyendo, pero al rey no le gustaba, lo consideraba extraño. Aunque gran parte era que sus hermanos no querían estar con el.

En cuanto llego, decidió seguir algunos conejos para distraerse, pero estos huyeron hacia el bosque al verlo, ignoro las llamadas diciéndole que se detuviera y solo siguió corriendo detrás de ellos, hasta que se dio cuenta que se había alejado demasiado.

Dio varias vueltas pero no lograba salir de los espesos árboles, escucho pequeñas risas y se puso nervioso. Nunca había entrado al bosque, estaba prohibido entrar, a pesar de que estaba tan cerca del pueblo. Decían que dentro vivían bestias, y otros animales salvajes que podían atacar y comerte.

Pero ahí estaba el, perdido y con hambre.

Decidió seguir las pequeñas risas que escucho, tal vez había alguien que pudiera ayudarlo. Así siguió caminando, hasta que los rayos de luz por fin se colaron entra las espesas ramas de los árboles. Hizo a un lado algunos arbustos, y miro el bello manantial frente a el. Era de agua cristalina, rodeado de unas rocas, donde varias mujeres estaban sentadas. Ellas reían mientras limpiaban su cuerpo con el agua, una pequeña cascada se veía a lo lejos, al parecer había mucho más terreno al fondo.

Se acercó en silencio y camino hasta la orilla, el agua se sintió fresca en sus manos. Había flores decorando los alrededores, encontró a los conejos que había perseguido bebiendo agua y se acercó a ellos, aún queriendo agarrarlos. Entonces un grito rompió la tranquilidad y lo hizo caer al suelo asustado. Solo ahí se dio cuenta que las mujeres estaban desnudas, y el era un hombre extraño ahí.

–¡Lo siento!– Empezó a decir de manera rápida y cubriendo su rostro– ¡No vi nada!, ¡Lo juro!

–¡Ayuda!– Las mujeres siguieron gritando, mientras se escondían dentro del agua

Se levantó del suelo de manera rápida, aún cubriendo sus ojos y corrió en dirección contraria, mientras seguía gritando que lo sentía. Entonces su cuerpo choco con algo que lo hizo caer al suelo, aún así nunca quitó las manos de sus ojos, avergonzado.

–Pequeño bastardo, ¿Qué crees que haces?– La voz se escucho gruesa y una respiración pesada también lo acompaño

Miro entre sus dedos, y un gran ogro lo miraba con enojo, en sus manos llevaba un gran mazo. Lo levanto, estaba seguro que lo golpearía cuando alguien se interpuso en su camino y lo detuvo

–¡¿Qué crees que haces idiota?!– Dijo casi gritando con voz estridente

–Estaba molestando a las señoritas del agua– Dijo resoplando– Debe morir

–Largo de aquí, yo me encargo– Lo empujó con fuerza, alejándolo del lugar– Tienes prohibido venir de este lado, recuerda lo que sucedió la última vez

El ogro se encogio de hombros y se fue, no sin antes darle una horrible mirada al príncipe que seguía en el suelo, con los ojos cubiertos

–Tu, idiota, levantate y largo de aquí. No se cómo nos encontraste pero será la única vez que lo hagas– Sintió como el joven lo levanto del suelo, tirando de su ropa– Espero hayas disfrutado la vista porque es la última vez que lo harás

–No vi nada, ni si quiera sabía que estaban ahí, solo quería atrapar al conejo– Dijo a forma de defensa– Y puedo caminar solo

El joven lo soltó, y se levantó del suelo sacudiendo sus ropas. Solo ahí pudo ver claramente al joven rubio frente a el. Iba vestido de manera extraña, solo usando un pantalón y algunos extraños collares. Lo miro detenidamente, curioso

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⏰ Última actualización: May 18, 2021 ⏰

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