Capítulo 51 (Nuevo)

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Capitulo 51

Dimitri se acercó a su casa ese día. Con nerviosismo y con un hermoso ramo de margaritas. Recordaba como amaba esas flores y solo quería desearle un feliz cumpleaños. Sin embargo, ella no quiso verlo a pesar de que su corazón le gritaba que lo hiciera.

—Solo quiero verla un momento. —le había dicho con voz débil a Gustavo, el cual de encontraba en el la entrada de la casa con la puerta cerrada tras de él.

Ahí estaba Maya escuchando con ojos llorosos.

—Ella no quiere verte, Dimitri. —la voz de Gustavo era tranquila si aunque sus expresiones notaban lo contrario. —Lo mejor es que te retires.

—Yo la amo. —lo miró a los ojos al decirlo. —Solo quiero que lo sepa.

Sí, el hombre lo notaba claramente. Puede que Gustavo en el pasado cometió demasiados errores referente a ellos, pero en ese momento y con la mentalidad que tenía podía verlo claramente. Se amaban, ambos, aunque Maya se negara: se amaban. Y podía asegurar que estaban destinados a estar juntos, puede que no en ese instante, pero él lo vería pasar.

Porque ese hombre que lloraba frente a él era el amor de la vida de su hija, solo que ella aún estaba demasiado cegado por el dolor.

—Ella lo sabe creeme, pero hoy no Dimitri. —le puso la mano en el hombro dándole un apretón. —Vuelve a tu casa.

Tres días pasaron luego de eso. Tres días en dónde sorpresivamente no lo encontró en ninguno de los lugares que frecuentaba, le pareció extraño pero imaginaba que estaría en algún asunto de negocios. Porque sí, ahora Dimitri Petrova era todo un empresario entregado a su trabajo.

Maya estuvo tranquila a pesar de no verlo y de que últimamente e inconscientemente lo buscará en cada lugar. Estuvo en paz dentro de lo que cabía, hasta esa noche. Una terrible noche en dónde su corazón latía fuertemente, latía de una manera descabellada y solo era capaz de imaginar a una persona. Sí , sus pensamientos viajaban a una persona de ojos celeste que la visitaban en cada sueño seguido desde hacía ya varias semanas sin falta. Ahora había algo más, y tuvo miedo, mucho miedo en realidad. La forma en que su corazón y su mente le gritaban que estaba en peligro simplemente la estaba matando con lentitud.

—¿A dónde vas hija? —dijo su padre mientras encendía luz de la sala y veía como su hija desesperada se colocaba sus zapatos con el rostro pálido.

—Está en peligro, papá. —sus manos temblaban al igual que su voz. —Lo siento dentro de mí. —dijo con los ojos llorosos mientras su mente solo pensaba en llegar con rapidez a dónde él estaba.

Gustavo respiró hondo por largos segundos para luego colocarse un abrigo e ir junto a ella.

—Vamos te acompaño. —sentenció acercándose.  —No puedes ir sola son las 3 de la mañana.

Maya asintió.

—Tengo miedo papá —se veía realmente asustada, su corazón, sus manos, todo de ella palpitaba y temblaba con un miedo demasiado notorio.

Su padre la escuchó atentamente y con pasos apresurados salieron a buscarlo. Todo estaba oscuro y en sumo silencio, un silencio que le hacía el camino eterno a su destino. Las farolas alumbraban su carrera y agradeció que apresar de que la casa estuviera un poco oculta no se encontraba demasiado lejos.
Corrían en dirección a esa casa la cual la llamaba cada noche. A su casa a decir verdad , porque aunque ella no lo aceptaba: le pertenecia de igual manera que le pertenecía a él. Una hermosa casa que había apreciado a lo lejos por un par de minutos ya que no podía más que eso.
Corría agarrada de la mano  de su padre mientras la soledad de la noche los golpeaba, corrió sintiendo su cuerpo pesado y en su pecho un miedo enorme que hacía mucho no sentía. Apresuradamente corrían mientras le pedí al cielo que él estuviera bien, porque a decir verdad su presentimiento era mucho más grande que cualquier cosa.

Punto débil © (Nueva Versión)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora