𝕻𝖔𝖘𝖈𝖗𝖊𝖉𝖎𝖙𝖔𝖘 |𝔓𝔞𝔩𝔞𝔠𝔦𝔬 𝔡𝔢 ℌ𝔦𝔢𝔯𝔯𝔬➋

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ᴋᴇᴛᴛᴇʀᴅᴀᴍ, ᴄᴀʙᴀʀᴇᴛ "ᴘᴀʟᴀᴄɪᴏ ᴅᴇ ʜɪᴇʀʀᴏ"

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ᴋᴇᴛᴛᴇʀᴅᴀᴍ, ᴄᴀʙᴀʀᴇᴛ "ᴘᴀʟᴀᴄɪᴏ ᴅᴇ ʜɪᴇʀʀᴏ"

Pekka Rollins estaba en el cabaret viendo al par de artistas en los trapecios del palacio de hierro.

Muchos de los artistas van a buscar trabajo, una paga considerable para poder dar un show, el resto lo definiría su talento.
Al llegar Li Xiao a donde estaba Pekka, este lo recibe con un alago al espectáculo y al lugar, después de mandar a tantos mensajeros "pacificos" era la primera vez que entraba y veía.

—Impresionante, de eso no hay duda—siguió. Li siguió sonriendo viendo a Pekka tan animado.

—¿Le gustaría ir a un lugar menos concurrido, señor Rollins?—pregunto amable mientras lo veía.

Lo llevó a una sala donde no había gente, un salón privado para ese tipo de visitas.
Irina que estaba a un lado de Li, le ofreció a Pekka sentarse en una mesa para dos, llevaba a cuatro lacayos con el mientras que Li sólo tenía a Irina.

—¿Que lo trae a mi humilde cabaret?—pregunto una vez que ambos estaban sentados.

—Cómo sabe, este es mi cabaret—desafío Pekka. —Seré amable, hoy desperté de buen humor—

Li rió a carcajadas por el comentario, Irina no hacía ni un gesto.

—¿Dije algo gracioso?—pregunto fastidiado.

Uno de sus hombres quizo llegar a Li, no contó que Irina tomaría la mano con la que planeaba tocar a su señor y la clavo en la mesa con un cuchillo con oja de pluma negra.

—Le recomiendo no provocar a Irina, ella es una mujer sensible—ironizó Li mientras que el hombre cuya mano estaba clavada a la mesa gritaba de dolor.

—Lo soy—comento Irina.

—Saca ese cuchillo de mi mesa, era nueva por cierto—bromeó Li con su sonrisa en el rostro.

—Compra otra—respondió Irina preparándose para sacar el cuchillo. Al quitarla el hombre grito más fuerte.

—Escuche, estoy siendo muy considerado—dijo mientras sus hombres se preparaban para atacar a Irina al mismo tiempo. —Usted me da el club o se queda sin guardaespaldas—le dijo. Los otros fueron a atacar a Irina.

La chica sacó otro cuchillo gemelo para así, evitar que las manos de los hombres de Pekka la tocarán, con su mano clavo el cuchillo en la axilas de uno inmovilizadolo. Le lanzó el otro a la cabeza del tipo que ya tenía en el suelo.

Quedaba no, soltó al hombre y con un movimiento tomó el revólver de su chaleco y le disparo justo entre los ojos. Via al que estaba en el suelo, al de la axila herida y le dio otro disparo.

—¿Quien se quedó sin guardaespaldas?—ironizó Li con su sonrisa sinica, Pekka estaba hecho una furia.

De todas las personas, Li Xiao era el único que no le tenía ni el más mínimo miedo.

—Yo también me desperté de buen humor, dejaré que se retire... —se puso de pie e indicó la salida. —Y no se preocupe, yo limpio—

Pekka volteo a ver los cadáveres de sus hombres y ya había cuervos comiendoselos.

—Quize negociar en buenos términos, señor Xiao, pero se lo diré. No voy a olvidar esto—amenzaso Pekka, Tomo camino después de consumirse con la mirada del Serafini.

Justo cuando el se fue, Li soltó aire.

—Ese tipo me da escalofríos, sin duda—bromeó riendo, viendo a Irina totalmente sería. —La mesa la descontare de tu sueldo, por cierto—

—No me paga—recriminó Irina haciendo una mueca. Guardo su arma al igual que sus cuchillos.

—¿No? Entonces, ¿Porqué sigues aquí?—pregunto. Ella puso los ojos en blanco por la estupidez de su jefe.

—Yo también me lo pregunto—respondió, quizo sonreír pero la sonrisa era inexistente.

§

El señor Aenza había recibido un encargo, llevaba días viajando para llegar a Ketterdam, una chica habilidosa, ladrona y sobreviviente de las calles.

Despues de un par de años llegó un chico muy valioso, el señor Aenza iba a pagar muy bien por el.
Ese día le ordenó a Irina preparar la habitación para el joven.

El Palacio de Hierro no era un cabaret, era un prostíbulo de primera clase en donde morían mujeres y hombres a diario.

El joven llegó con el caballero de Plata del señor Aenza, ese hombre se dedicaba a encontrar jóvenes de buena calidad para el Palacio de Hierro.

Irina vio como asesino al caballero y al señor Aenza; el hombre que abusaba de ella.

Todos los esclavos huyeron de ahí cuando supieron que el señor Aenza había muerto, pero sólo Irina se quedó.

Eran un par de jóvenes menores que habían tomado el Palacio de Hierro convirtiéndolo en un cabaret de espectáculos, música y talentos.

Irina se prometió no dejar que su salvador se quedara solo.

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𝐒𝐄𝐑𝐀𝐅𝐈𝐍𝐈 | Kaz Brekker¹ ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora