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Un suspiro profundo, es señal de que algo no anda bien, tal vez se trate de algo que sea difícil de aceptar.
Muchas veces, en ese tipo de situaciones miras al cielo, esperando alguna solución milagrosa, pero no ocurre tan seguido en este mundo de insensatos.

HwanWoong se encontraba en ese estado, dando suspiro tras suspiro, sin apartar su mirada del blanco cielo, estaba totalmente cubierto por nubes blancas. No había ningún bello azul del que suele ir el cielo, por lo cual, daba  la señal de que se aproximaba una nevada.

GeonHak ahora estaba más ocupado de lo habitual, no se separa por nada del mundo al rey, incluso parecía ser su propio hijo mimado que no quería que se lo apartaran en ningún momento.
Por ello, Yeo tendría más tiempo para él mismo, lo peor es que no lo disfrutaba, estaba exhausto, y no sabía la razón.

Acostado entre la paja, sintió como una diminuta estrella blanca se colocaba sobre la punta de su nariz. Pronto, más de aquellas estrellas se colocaban en su piel.

Por ello, decidió ponerse de pie y adentrarse al castillo, en busca de alguna chimenea que le mantuviera caliente.

Al encontrar una, se sentó sobre unas mantas y se abrazó de sus propias piernas junto al fuego.

"De seguro, si jamás hubiéramos discutido. Ambos estaríamos junto al fuego resguardandonos del frío"
Pensó, mientras veía las llamas del fuego crecer, por la leña que era introducida, por un joven.

HwanWoong levantó la mirada y sonrió sin mostrar su dentadura, aquel que insertaba más madera de roble sobre el fuego encontrándose a su prometido.

-¿Cómo piensas mantenerte caliente si no alimentas el fuego? Lo matarás.

-Cierto, que estúpido soy.

GeonHak tomó una manta y la colocó sobre el chico que pasaba por frío, para después tomar asiento a su lado.

-Desde que te conocí por primera vez,  viví ilusionado, acerca de que tu y yo llegáramos a ser algo más que amigos. Y ahora que cumplo ese sueño, no lo estoy disfrutando HwanWoong... ¿Verdaderamente quieres casarte conmigo? Aún estamos a tiempo.

El nombrado guardó silencio, manteniendo la mirada en el fuego, en todo momento, giró su vista a una enorme ventana, logrando ver como había una poca de nieve acumulándose en el exterior, de la misma manera en la que, no dejaba de caer del cielo aquellas frías partículas.

-El amor es frío como la nieve. Está presente en todo el año, por todo el mundo, pero no todos lo sienten. A veces es maravilloso e incluso hermoso, pero hay ocasiones en las que simplemente te congela y estás varado, no puedes hacer nada por nadie. Ni por ti mismo.

-Entiendo...alguien te tiene congelado ¿Es eso?.-Yeo asintió cabizbajo sintiendo como aquella persona le otorgaba un abrazo.-Descuida, soy candente. Haré que te derritas por mi y de nuevo tendrás calor.

-El calor tampoco es agradable. Igual que el invierno, lo disfrutas, pero lo odias. ¿Podré hacer una guerra de nieve a treinta y siete grados? Por supuesto que no. El calor te abraza hasta que pierdes el oxígeno, la conciencia y caes, mientras que en el frío siempre tendrás a alguien.-Dichas palabras, le hicieron ponerse de pie y asentir.-Es cierto. Me gusta, me gusta sentir frío en mi corazón, me gusta quien me ha congelado, es con él con quien debo casarme y hacer que pueda soportar el frío a su lado, como esas personas en Siberia.

Dicho aquello, se marchó corriendo, lejos, lejos, todo lo que sus piernas le permitían llegar.
Ya había conocido el camino por donde la entrada  al mundo humano se encontraba. Sin pensarlo cruzó, olvidándose de la nevada, por lo cual al llegar volvió a sonreír.

El Príncipe Y El Anhterio (RAVNWOONG)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora