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La Academia, Cambridge, Nueva Inglaterra
2 de noviembre, 2018

—Matthew, necesito hablar contigo —dijo Daphne con inquietud cuando su amigo le abrió la puerta de su habitación.

—Claro, pasa.

Daphne entró mordiéndose las uñas y se sentó en la cama de Matthew, segundos después el castaño se sentó a su lado.

—Bueno... Tú y Victorie son con los que soy más cercana, ya sabes, mis amigos. Pero no creo que Victorie sea la adecuada para darme un consejo... Creo que tú me vas a entender mejor...

—No le des tantas vueltas y dime —dijo con voz cariñosa.

—Debo hacerte una pregunta antes —murmuró y Matthew hizo un gesto que indicaba que esperaba la pregunta —. ¿Sientes algo por Charlotte?

Las mejillas del chico se pusieron rojas y corrió la mirada. Carraspeo antes de responder.

—¿A qué se debe esa pregunta?

—Solo respóndeme, por favor.

Matthew se rascó la cabeza mientras pensaba en qué responder, la pregunta de Daphne lo había tomado por sorpresa.

—Daphne, yo... No sé que responderte... Sí... No... Quizás... Sí... —suspiro y se pasó las manos por el rostro —. Está bien, sí, ¡sí! Ella es tan... perfecta...

Daphne soltó un suspiro de alivio, pensó que en esa situación Matthew la iba entender más.

—Que bien... Así se me hará más fácil decirlo... —Daphne titubeó un momento. Se mordió las uñas nuevamente mientras buscaba las palabras correctas para contarle a su amigo de su situación —. Creo que me enamoré de Louis —soltó luego de inhalar profundamente.

—Ya lo sabía, Daphne —dijo con una sonrisa.

—¿Cómo que ya lo sabías? —pregunto incrédula.

—Eres bastante obvia —comentó asintiendo con la cabeza —. El resto no se ha dado cuenta porque Victorie, Adhara, Orion, Theo, Hugo son demasiado egocéntricos como para mirar más al resto que a ellos mismo. Ophelia y Vincent son demasiado despistados... Quizás Harry se haya percatado... —dijo llevándose la mano al mentón —. Y Charlotte también se dio cuenta, se emociona cuando ustedes dos se hablan, como si estuviera leyendo una novela romántica.

—¡Podrías habérmelo dicho! —exclamó la castaña indignada.

—¡No me habías preguntado! Creí que ya lo sabías, pensé que te percatabas de que eras muy obvia. Cuando te topas con Louis debo decir tres veces tu nombre como mínimo para que me escuches. Cuando hablan estas super risueña, sonríes cada minuto, mientras que cuando estamos con los chicos pareces un muerto. Y siempre lo estás mirando, y buscando alguna excusa para hablar con él.

—¡Eso no es cierto! —negó Daphne. Estaba muy avergonzada en esos momentos.

—De todas maneras, Daphne, creo que no deberías hacerte ilusiones... —hablo Matthew, ahora en un tono más serio —. Entiendo como te sientes, pero creo que es mejor mantener la distancia... Todos sabemos que Louis pronto va a tener que casarse, y no quiero que salgas herida.

Daphne le dio una sonrisa apenada. Era doloroso de cierta forma, pero en el fondo sabía que su amigo tenía razón.

—No te pongas triste, que me vas a hacer llorar —le dijo Matthew para luego abrazarla —. Sé cómo te sientes, me pasa lo mismo con Charlotte... Mira, tú eres genial, inteligente y hermosa, y por como Louis te mira, más lo que me ha contado Charlotte, él también siente algo por ti. Es obvio. A mi y a Charlotte nos encantaría que ustedes estuvieran juntos, ella dice que nunca había visto tan feliz a Louis como ahora, pero que haya una relación entre ustedes es... imposible.

( . . . )

—Eres una idiota, Daphne —se dijo ella misma al espejo mientras peinaba su cabello —. Enamorarte de un príncipe, ¡ja! Peor aún, no fue de cualquier príncipe, sino del mismísimo Príncipe Heredero.

Daphne se quitó la blusa y la tiró al piso con fuerza.

—Y tú, ilusamente, creyendo que podrían funcionar. ¡Qué tonta eres, Daphne! Y él, con, con su cabello y sus ojos brillantes, y su rostro hermoso, y esa, esa sonrisa perfecta... —Se puso su pijama con movimientos agresivos —. Ay, tambien es un idiota... ¿Por qué se acercó mi si sabe mejor que nadie que nunca va a resultar?

Camino molesta desde el baño hasta su escritorio y se sentó frente a su computadora y la abrió para poder hacer los deberes que le habían dejado los profesores.

—¡Ve y hazte amiga de Príncipe! ¿Qué podría salir mal? ¡Ja! —murmuró —. Además, ni siquiera sabes si le gustas o no...

Daphne se mordió las uñas, dudo un momento en lo que iba a hacer. Aún no muy segura de sus acciones, abrió el navegador en su computadora y buscó en internet el nombre Eleanor Hamilton. En seguida la página le dio varios resultados, la castaña hizo click en imágenes y ante ella aparecieron decenas de fotografías de la modelo.

Eleanor Hamilton era rubia, tenía una cabellera perfecta y larga, los ojos azules cuales zafiros, cejas pobladas y naturales, facciones delicadas y simétricas, su sonrisa estaba conformada por dientes derechos y muy blancos, piernas largas, abdomen plano, cintura diminuta, alta, delgada.

Daphne daba click a cada segundo para ver más imágenes, hasta que se topó una donde la modelo estaba al lado de Louis. El pie de la foto decía "Es oficial: la relación entre el Príncipe Louis y la modelo Eleanor Hamilton ha llegado a su fin". Los comentarios de la foto eran variados; "¡Que desgracia! Eran una pareja perfecta" "¡Oh, es una pena, hacían una hermosa pareja!" "¡Al fin! Se notaba que ella no lo quería!" "¡El Príncipe está disponible otra vez!"

Entonces la chica abrió otra pestaña, esta vez busco Marquesa Irene de Bristol. Daphne ya conocía a la Marquesa en persona, aun así quiso buscar fotos de ella tras recordar cómo sus compañeros habían dicho que era posible que Louis se casara con ella.

Irene de Bristol era hermosa también. Alta, elegante, delgada, ojos verdes, bonito cabello y sonrisa, facciones delicadas. Al igual que en Eleanor, todo en ella era perfecto.

La chica cerró el computador de golpe y se llevó las manos al rostro. No debió haber hecho eso; no solo porque le parecía algo obsesivo haber buscado a la ex y a la posible futura esposa de Louis, sino también porque sabía cómo eso podría afectar su autoestima.

Louis le había dicho que era hermosa otras veces. Pero al comparar su imagen con las de esas chicas no lo creía. Ella no era precisamente delgada, no era muy alta, no tenía casi cintura, su cabello era muy voluminoso y se enredaba siempre, sus ojos no eran especiales, su sonrisa era mediocre, y su rostro no entraba en los estándares de belleza.

El peso de la corona [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora