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Sin esperar a que le invitaran Reborn se deslizó al lado de Rubén en el asiento. La manga de la cazadora de cuero del muchacho le rozó el costado y él se desplazó contra la pared.

Observando a su amiga, sentada al otro lado de la mesa, Rubén comprobó que Irina no conseguía disimular su horror. Miraba acusadoramente a Reborn con el semblante tenso de furia.

— ¿Cómo estáis? — preguntó Reborn con calma.

— No demaciado bien — repuso Irina con tono helado.

Un silencio glacial se cernió sobre la mesa. A Rubén le resultaba muy difícil mirar a Reborn. Irina, en cambio, le miraba fijamente con un desdén infinito.

Rubén pugnaba por encontrar algo que rompiera aquella tensión insoportable. Era una situación tan horrible y embarazosa...

Reborn golpeó la mesa con un tenedor de plástico.

«¡Que alguien diga algo!», pensó Rubén.

El silencio le resultaba asfixiante.

Pero... ¿qué se le podía decir a un chico que tal vez acabara de asesinar a tu mejor amiga?

Finalmente Reborn rompió el silencio. Se inclinó sobre la mesa y clavó una mirada ardiente en las pupilas de Irina.

— Tal vez la próxima vez te mate a ti — le dijo.

Irina lanzó un grito sofocado.

La expresión de Reborn se endureció mientras permanecía inclinado por encima de la mesa.

— Eso es lo que estás pensando, ¿no es verdad? — acusó a Irina —. Tú crees que yo maté a Lana. Realmente piensas que soy un asesino, ¿no es así? ¡Una especie de psicópata!

— No, nosotros no... — comenzó a justificarse Rubén.

Irina se había asido con las dos manos al borde de la mesa y sus ojos refulgían temerosos.

— ¿Qué piensa la policía? — le dijo a Reborn con frialdad.

— Ellos me creen — gritó Reborn —. ¡Pero sé muy bien que pensáis vosotros! Pues bien, no tenía el menor motivo para matar a vuestra amiga. ¡Ninguna razón en absoluto! — añadió en voz alta. Muchas cabezas se volvieron para ver qué sucedía. Una camarera se detuvo en medio del salón para dedicarles una mirada de reconvención.

» ¡Venga, denme una sola buena razón! — exigió Reborn, mirando con ferocidad a Irina a través de la mesa —. ¡Una sola razón por la que yo hubiese podido matar a Lana! ¡Vamos... estoy impaciente por saberlo!

— Tú-tú estás loco — exclamó Irina —. Todo el mundo nos está mirando.

— ¡No me importa! — vociferó Reborn, golpeando la mesa con los puños.

Luego lanzó una especie de bufido de exasperación y comenzó a deslizarse fuera del asiento reservado. Rubén, sin embargo, le cogió por la manga de su cazadora de cuero.

— Yo no creo que tú lo hayas hecho — le dijo.

Él lo miró con desconfianza.

— Realmente no lo creo — repitió Rubén —. Irina y yo nos sentimos tan apenados y confusos, Reborn... No sabemos...

— ¡Eh, ahí están Mafer y Sara! — lo interrumpió Irina, mirando hacia la calle a través del ventanal y haciéndoles señas a través del cristal para que se acercarán —. Tengo que irme — dijo a continuación y se deslizó fuera del reservado sin intentar disimular sus evidentes ansias de marcharse cuanto antes de allí —. ¿Vienes conmigo, Rubén? — le preguntó.

𝐓𝐡𝐞 𝐍𝐞𝐰 𝐆𝐮𝐲 ¡! [Ruborn]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora