capítulo uno; palette.

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farah.

cuando mi abuela me dijo que mi don era uno en un millón, me reí en su cara, pues a mis diez años veía los colores de todo el mundo a la perfección. podía observar el color de las flores, el color de mis ojos, el color del cielo, el color de todo, podía ver el color de la vida.

pero cuando cumplí once.. mierda, cuando cumplí once dejé de ver colores.

lloré, lloré, y lloré.

odiaba no poder ver los colores. 

de un día para otro, el amarillo de los girasoles se volvió grisáceo, el color de mis ojos se volvió desconocido, el color del cielo se volvió blanco y casi aburrido, ya no le veía color a la vida.

literalmente.

— cuando encuentres a tu alma gemela, y ella te mire a los ojos con amor, podrás ver los colores para siempre.

— abuela, ¿tomaste tus pastillas?

reí en mi interior; mi abuela si que estaba loca.

aunque bueno, loca o no, aquí me tenía, caminando todos los días dos horas diarias por las calles de seúl, observando detenidamente a los chicos que pasaban a mi alrededor, tratando de hacer contacto visual con alguno para así poder recordar aunque fuera el color de algo.

porque debía de ser un chico.. ¿cierto?

sacudí mi cabeza; claro que tenía que ser un chico, farah, no seas tonta.

— señorita, aquí tiene su helado.

— a-ah, gracias, sí. — tomé el helado que la mujer frente a mi me extendió.

me dijo cuánto era en total, y entré en pánico cuando saqué el montón de billetes arrugados que traía en mi bolsa. comencé a contarlos con mis manos temblorosas, leyendo con atención las esquinas de estos, queriendo saber el valor de cada uno.

suspiré cuando la mujer frente a mi gruñó por lo mucho que me tardaba.

— ¿no sabes usar el dinero, niña?

— si sé, gracias.

— pues al parecer no.

cuando por fin encontré el billete adecuado, se lo extendí con brusquedad y murmuré un quédese con el cambio, para luego alejarme de ese lugar mientras lamía mi helado de fresa con algo de amargura.

¡caray, es que odiaba a la gente! 

en serio no entendía la necesidad de atacar con insultos o insinuaciones la mayor parte del tiempo.

sí, okay, era algo lenta en casi todo, pero vamos, no pueden culparme.

¡no puedo ver ningún color, y créanme que es demasiado desesperante y molesto!

farah, dame la caja azul. 

tómala tú.

farah, ¿podrías prestarme el color morado?

tómalo tú.

oh, farah, ¿por qué no vienes a mi casa? ya sabes, la casa color mostaza que está en la calle nueve. 

llévame tú.

bah, farah no podía, gracias.

tomé un suspiro cuando llegué a una cómoda banca bajo un par de árboles; pude ver a un hombre vendiendo globos a varios niños, y por un momento quise pararme y pedirle uno del color más bonito que tuviera.

pero mi helado estaba más rico.

oh, a quién engañaba.. simplemente me bajaban los ánimos cuando me relacionaba con gente que no conocía mi situación.

me encogí de hombros mientras comía mi helado un poco más animada, y me puse mis audífonos.

amaba escuchar música, eran como los colores, solo que.. solo que no los veía, los escuchaba.

¿han escuchado kiss me de ed sheeran? bueno, eso era algo como el naranja.

¿qué tal perfectly wrong de shawn mendes? supongo que gris.

oh, ¿¡pero happy de pharrell williams!? definitivamente un amarillo.

en fin, llámenme loca, pero así pasaba mis días al no poder ver colores.

y como si la vida estuviera harta de mi implorando y rogando por verlos de nuevo, como si hubiera dicho ten y cállate, mi corazón se paró por un instante cuando alcé la mirada y comencé a ver a la gente a mi alrededor.

más bien, los colores a mi alrededor.

vi tanta gente, hice contacto visual con tanta gente, que cuando pude ver el color celeste del cielo, y el color verde de los árboles, no tuve tiempo de ver quién jodidos me había dejado hacerlo.

mis piernas flaquearon mientras parpadeaba y trataba de volver a ver el lindo celeste arriba de mi. 

¿un segundo? ¡vamos, pudieron haber sido diez aunque sea!

— a-ah, mierda. — murmuré sin estabilidad.

por lógica, dirigí mi vista nuevamente hacia el lugar en donde todo empezó, pero pataleé con coraje y desesperación cuando no pude encontrar ninguna mirada.

¡y mierda, no recordaba la mirada de la persona! 

no supe quién fue, cómo lucía, qué llevaba puesto.

¡nada! 

¡fue como un fantasma!

arranqué las lágrimas traicioneras de mis ojos, y suspiré.

daría lo que fuera por regresar el tiempo diez segundos aunque fueran, solo diez segundos para así prestar más atención a quién observaba.

pero vamos, era mi culpa, me distraje viendo el azul del cielo y el verde de los árboles, y no observé con cuidado quién era.

gruñí mientras veía mi helado; — tonto helado, por culpa de tu rico sabor me distraje. ¿crees que es fácil estar haciendo dos cosas a la vez? carajo. — lo arrojé al bote de basura más cercano, y sacudí mis manos en mi pantalón.

hice un puchero triste, y suspiré.

tomé mi bolsa y comencé a caminar de regreso a casa, decepcionada.

lloré en el camino, claro, no porque no pude encontrar a esa persona, sino porque pude ver el color de algo después de casi diez años, y mi corazón latió con fuerza al hacerlo.

supongo que tus ojos dirán, sea quién que seas.

soul tells 색상 ; park jimin.Where stories live. Discover now