Capítulo 35

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Inglaterra, Montrose house

Mi hermano después de descansar se retiró a su casa con mis padres, quienes llegaron a ver como se encontraba Lady Madison y el resto de las damas que sufrieron el altercado. Cenamos en familia y dadas las circunstancias se retiraron muy pronto. Iona a su recámara, Bethany y Elena no bajaron, mi suegra después de compartir el té con mi madre y conmigo, se retiró. Mientras los caballeros se quedaron por más tiempo hablando en el despacho. Después de un par de horas partieron a Bristol house. Me quedé con Iain en la sala.

—Milady —lo miré—. Mañana es el sepelio del vizconde.

—Vamos a ir ¿cierto? —su mirada estaba llena de incertidumbre—. Eres mi esposo ante la sociedad, no quiero estar sola, créame o no, si no lo ha notado, busco siempre su compañía.

—Abbey...

—Me retiro, no pude convencer a Lady Madison para que se quedara aquí, insiste en...

—Sé lo que pretende mi madre, quiere darnos espacio, para... —en ese momento la conversación con Iona volvió a mi mente, no me veo tomando la iniciativa de tocar su entrepierna. Comencé a sentir calor—. Toma —arrugué mi frente, Iain me extendía un vaso con agua—. No se preocupe milady, no la voy a tocar, puedo comprender que... —se mostraba avergonzado, acaso cree... ¡Diantres! Me sonrojé por lo dicho de la loca de mi amiga y ¿él cree que me repugna?

—Iain, aclaremos esto.

—No hay nada que aclarar Abbey, es evidente.

—Y según usted ¿qué es evidente?

—¿Siempre tienes que contestar?

—¡Totalmente! Es una conversación de dos, no un monologo ante el espejo. ¿Qué es evidente?

—¡Qué te produzco asco!

—¿Por qué pone en mi boca palabras nunca antes dichas que yo no he pronunciado y mucho menos pienso?

—No acepto la mentira —dijo entre dientes.

—¡Ya somos dos! —le respondí de igual manera.

—Te sonrojaste cuando di a entender lo que mi madre pretende, anhela que pasé algo entre los dos.

—¿Y eso le da derecho a pensar que es por su absurdo complejo? ¿No puede pensar que es lo contrario? —nos desafiábamos con la mirada. Quiero enamorarlo, pero no será bajo el pesar o la lástima. Si dejo pasar esto por alto, toda la vida se sentirá acomplejado, quiero verlo seguro de que tiene todas las facultades para tenerme enamorada... ¿Estoy enamorada? Me levanté de la silla.

—Sabes perfectamente que no es un complejo. Es una realidad.

—Pues lamento, su excelencia, que se tenga tan poca estima y que su gallardía salga a esconderse ante mi presencia —se puso rojo—. Para dejar el tema aclarado, me sonrojé por el consejo dado por su hermana Iona, la cual sugirió algo y creo haberle informado que ante la inexperiencia suelo avergonzarme.

—Sea más específica, porque no le comprendo, realmente me cuesta entenderla —estaba a punto gritarme.

—¡Iona me aconsejó que al momento de besarlo le tocara su miembro! —volví a sonrojarme mientras, a mi esposo se le desencajaba la mandíbula y cambiaba de color—. Mi sonrojo es porque me encantaría hacerlo, pero no sé cómo, no tengo la experiencia y me avergüenza ser torpe, estaba buscando la manera de pedirle que me enseñara. Ahora, su excelencia, no se lo merece. Con permiso.

.......... *.........

No tengo idea de lo qué pasa con mi esposa, salió muy digna de la estancia, mientras yo quedé como el idiota de la sala. Debo acostumbrarme a la sinceridad sin filtro de Abbey Hamil... ¡No! Mientras viva conmigo es una Grant. ¿Quiere tocarme? ¡Esta mujer me va a volver loco! Me pasé la mano por el rostro, por su manera de salir creo que la ofendí.

Apariencias - ¡Mírame...! No podrías amarme (libro 1).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora