Pasó una semana, todo avanzaba, incluso Dylan ya había afrontado la idea de ir a vivir a un sitio donde no conocía a nadie. Harry estresado por tanta búsqueda finalmente la encontró, encontró la casa, no era demasiado grande, pero suficiente para el y su pequeño, tenía dos habitaciones, dos baños e incluso un pequeño jardín que daba al comedor, Harry se imaginó un sábado jugando a futbol con Dylan en el jardín. Acabo buscando más opciones, pero ninguna le acabó gustando más.
Acabo la búsqueda cansado pero contento, se fijó en la hora y con un rápido movimiento se levantó
-Mierda. Llegaba tarde, ese día Dylan tenía entreno, uno de sus últimos, era hora de irlo a buscar, se entretuvo buscando casas y no se dio cuenta de lo tarde que era. Se puso unos jeans negros junto con una camisa blanca y una chaqueta, se deshizo el moño que tenía, sacudiendo su cabeza para despeinarse el pelo, que a la vez se le veía arreglado de esa forma y se dirigió hacia el coche.
El trayecto no era muy largo pero igualmente acabo llegando un poco tarde, ya se estaba haciendo oscuro. Harry aparcó el coche en las instalaciones del campo y se dirigió hacia la pista, allí estaba su pequeño, por suerte aún había algunos padres, se acercó y intentó meterse en la conversación, estaban hablando de la nueva temporada, Harry normalmente se hubiera quedado a escuchar, pero ese año ya tenia planes.
-Hey campeón
-Hola papi- respondió Dylan.
Harry notó cansancio en su voz, lo cogió al caballito y se fueron los dos hacía al coche.
Harry conducía con una gran agilidad, mientras Dylan apoyaba su cabeza en la ventana observando los inmensos campos.
-¡Dylan!- Dylan giró la cabeza hacia Harry
-Si?- Contestó
-Papa ya ha encontrado una casa, hasta tiene un jardín, tiene un colegio a 10 minutos y un equipo local de futbol, campeón podrás jugar a futbol. Harry cada vez hablaba mas seguro y mas emocionado, sabía que se futuro iba a ser así, con su pequeño, en una acogedora ciudad y sin peligros...
Dylan simplemente sonrío y volvió a observar los campos.
Llegaron a casa en cuestión de minutos, Dylan como de costumbre se fue a bañar, Harry mientras preparó la cena.
Cenaron el la cocina, no fue tan silenciosa como Harry pensó, hasta Dylan entretuvo la cena con un par de chistes, a Harry no le hicieron ni gracia pero la risa de su hijo no podía hacerle más feliz.
Al acabar la cena Harry recogió los platos, Dylan estaba en el sofá así que Harry fue con él, cogió el ordenador y por fin le pudo enseñar las fotos de la casa, Dylan parecía sorprendido pero para nada decepcionado, acabaron buscando fotos de Doncaster, Dylan pudo ver su nuevo colegio e incluso su nuevo equipo de futbol.
Harry satisfecho cerro el ordenador, agarro a Dylan y lo llevó a su habitación, con unas cosquillas y un buenas noches dejó a Dylan en la cama y se fue.
Harry sabía que era tarde pero también que aun quedaba muchas cosas por hacer, se fue a se habitación, se sentó en la cama, apoyando su musculosa y ancha espalda en el cabecero. Cogió su móvil y empezó a hacer llamadas... De tanto pulsar teclas quedó atado por unas cadenas invisibles en la cama que no le dejaron levantarse hasta las doce, lo que hizo un efecto dominó: ir a algún restaurante de comida rápido, ir a casa más tarde, perder tiempo para preparar todo.