Annie estaba arreglando sus maletas para ingresar al colegio ese mismo lunes, exactamente un día después de la visita de Archie.
Ella sabía que el joven guapo y educado Cornewall no sería difícil de conquistar, confiaba en sus modales refinados que con tanto esmero su mamá le había enseñado además de su propia belleza que según le habían dicho antes, era como la de una muñeca, con esa piel tan blanca de porcelana y sus ojos azules brillantes además de su largo cabello negro y liso que fue peinado en un trabajo de horas con un liston que resaltaba el color.
Estaba nerviosa y asustada ahora que sabía que Candy estaba en el mismo colegio, sabía que su pasado era un secreto y debía mantenerse así, incluso si eso significaba alejarse de quién fue su hermana en otras épocas.
Ahora era la hija de los Brighton, una señorita de sociedad, futura esposa de un heredero importante. No tenía un lugar en su vida para el hogar de Poni.
– Señorita, debemos irnos – llamo el chófer bajando sus maletas y dejándola darle una última mirada al espejo.
Salió rumbo al carro que la llevaría al colegio para encontrarse con su destino.
*****
Algo en ella definitivamente tenía que estar mal.
O era culpa de la Tarzan Pecosa o de la hermana Margareth.
Pero ahí estaba.
En misa
¡Ella en misa!
No es que no fuera religiosa, pero definitivamente Dios estaba tan asustado-preocupado como ella por este repentino evento.
Quería culpar a alguien. Pero bien sabía que era su culpa, después de todo pudo haber dejado bien claro que no quería ir a misa cuando la hermana Margareth la encontró en el pasillo y la llevo a la capilla.
Dicha monja la miraba con una sonrisa de esperanza y una mirada dulce casi maternal que la hacía querer salir corriendo de ahí.
Candy desde unas cuantas filas atrás estaba igual de feliz por verla en misa mientras le pedía a los santos por su perdón
"No es una chica mala, solo algo rebelde. Por favor, que pueda hacerme su amiga"
Nadie dijo nada, no después de que quitará groseramente a las chicas para sentarse verdaderamente irritada, y siguiera con esa actitud hasta el final de la misa.
Hasta que al fin de acabó.
No podía soportar más en ese ambiente tan asfixiante, hipócrita y lúgubre
El sol era tan bonito para estar en ese sitio lleno de pinturas tristes y vitrales oscuros.
– Buenos días Terry – le dió una mueca de fastidio a la rubia sin quitar su postura de "no me interesa" y solo girando el rostro – ¿A dónde piensas ir? – ella puso la manos en la cintura y la miro con el seño fruncido de forma graciosa
"Si que parece una mona" pensó mientras sacaba ambas manos de los bolsillos del pantalón y las levantaba en señal de rendición – me descubriste. Iba al invernadero –
– No hay un invernadero en el colegio – los alumnos estaban a una distancia segura para que nadie viera esa conversación. La morena sonrió y se le ocurrió un excelente plan
– lo había, pero nadie se hacía cargo así que solo queda la estructura y ninguna planta –
La rubia parpadeo sin saber si creerle o no – ¿Qué ibas a hacer ahí?
Terry se encogió de hombros – es solitario, no tan frío y hay silencio para leer – cómo por qué se lo explicaba, ni idea, Candy era de esas personas que te obligan a abrirte aunque no quieras – ¿Quieres echar un vistazo? –
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Grandchester, la rebelde Lady. (Candy Candy fem Terry)
Fanfiction¿Por qué nadie lo ha pensado? El rebelde caballero inglés que todos conocemos, tendría otra historia si hubiera sido una chica. ¿se imaginan al pobre Duque mandando a su hija al colegio de monjas más estricto de Inglaterra solo para descubrir que ni...