Siempre solía contarle la misma historia a Yoongi.
Esa que comenzaba en julio del 2019.
—Era agosto, Jiminie.
Y él siempre me corregía y se reía de mi extraña manía de siempre querer estar atado al pasado. Porqué, desde que soy pequeño, siempre he amado al pasado, suelo estancarme por mucho, mucho tiempo e ignorar que las agujas del reloj continúan su curso y los meses del año se siguen tachando. Hubo una época en que colocaba en las fechas el año 2010 aún cuando fuera 2012, porque ese año fue importante para mí, lo dejé de hacer luego de cuatro meses con la psicóloga, pero ahora tengo esa manía con el 2019. Me pregunté, más de una vez, si eso llegaría a acabar.
Por suerte, Yoongi siempre me escuchaba y aún cuando siguiera diciendo que fue en agosto, él me corregiría sólo una vez y se reiría hasta que su risa fue un eco vacío en las cuatro paredes de mi departamento.
—Érase hace una vez, en julio del 2019 cuando me encontré un lindo gatito en la calle. Estaba sólito, maullaba rimas de desamor e igual social y pedía, con su lindas orejitas, algo de cariño. Yo, como soy un gran amante de lo bonito, me acerqué, lo escuché y me enamoré. Fin.
Y aún cuando sea algo triste, yo solo me refería a mí como el enamorado, no porque Yoongi no lo estuviese, sino que, como todo buen gatito que hace rimas de desamor e igualdad social, no es de estar en un sitio.
Él es de la vida, viene y va. Casi nunca se queda, y a veces, suelen no volver.
—Algún día, yo también te contaré mi parte de la historia —prometería mientras cerraba los ojos y se acomodaba mejor en el espacio de mi cama.
Recuerdo haberme reído mucho, pero no porque fuera divertido, sino porque me emocionaba de sólo imaginarlo.
Me senté hasta apoyarme de la pared —porque mi cama no tenía un respaldar, ni siquiera era grande pero de alguna manera entrábamos los dos— y comencé a removerlo una y otra vez.
—Necesito escucharla —le pediría entre risas y él también se reiría pero a los segundos frunciría el ceño y se daría la vuelta para quedar de espaldas a mi.
—No puedo contarla ahora.
—¿Por qué no?
—Porqué, como toda buena historia, debe de escribirse primero antes de contarla.
—Yo no he escrito la mía. Me la sé de memoria y nunca cambio ni un solo detalle.
—Has cambiado la fecha.
—Da igual. No es excusa.
—En fin —suspiraba. Yo podía decir que Yoongi recorría mucho a los suspiros durante el día. En cada momento podía escucharlo, hasta cuando estaba dormido. Créete eso que dicen de que con los suspiros se nos escapa la vida, cada suspiro en una pena, o un sueño muerto y cuando más aire saquemos de nuestro corazón, menor será su tiempo—. Duerme, amor. Te prometo que te contaré mi parte de mi historia algún día, te haré un rap sólo para ti y me sentaré en la cama, mientras te abrazo para recitarlo cerca de tu oído.
¿No era un sueño?
¡Por supuesto que sí! Parecía la promesa por la cuál dejarías de suspirar, de dejar escapar la vida de a poco y de a nada sólo por esperar tener algo más de esa persona. Saber que era lo que vio Yoongi en mí, escuchar que estaba o estuvo enamorado, era la reencarnación de lo más bonito que había deseado.
Pero, desde pequeño, cuando colocaba el año 2010 en mis libretas de la escuela aún cuando era 2012, aprendí que las promesas no son para siempre. Qué las personas no nos pertenecen y que estabmos hechos de más instantes que de carne y hueso.
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Happines || Yoonmin One Shot
FanfictionLe he contado la misma historia a Yoongi, esa que comienza en agosto pero yo digo que fue en julio.