Capítulo 52

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Camino a Escocia

Sin duda la llegada del heredero al trono, debía de tener a nuestros enemigos ardiendo en su propia ira. Después del nacimiento del príncipe, uno a uno se retiraron los invitados, el presidente de la cámara, un estratega amigo y aliado; el duque de Cambridge, él y su esposa fueron unos de últimos en partir.

Una vez solos, nos organizamos de nuevo para el próximo año, debemos de trabajar en sincronía, pasamos tres días organizando nuestros pasos e investigaciones. Al rey no le dijimos nada más de lo necesario, los secretos descubiertos eran nuestros y solo serían revelados cuando lo veamos conveniente. Además, aún falta confesarles a nuestros amigos la verdad de la muerte de sus padres.

Después que nazca mi hijo lo haremos, no podemos ocultar más ese hecho. Brian partió ayer con varios encargos, quedó de llegar a mi casa en víspera de navidad. Declan se quedaría con el rey por un par de días y luego llegará a pasar las fiestas en el castillo.

Por nuestro lado los lacayos y nuestros ayudantes de cámara guardan los baúles en el carruaje. Gilmer pasó a ser mi secretario, él quedó al frente de los temas importantes en el castillo hasta mi regreso, ya está un poco mayor para tener que correr a mi lado. Es momento que descanse un poco, eso sí, trabajará a mi lado, es el puente entre mi tío y yo y un empleado fiel.

Partimos muy temprano en la mañana, si el clima nos lo permite en tres días estaremos llegando al castillo sin obligarnos a extender las horas de trayecto, no podemos abusar del clima. Agradezco que regresamos ante de lo previsto, en el mismo carruaje vamos Thomas, Ryan y yo. En los otros; en uno van nuestros ayudantes de cámara y el tercer carruaje van cuatro oficiales enviados por Declan, entre los tres carruajes se repartió el equipaje con nuestras pertenencias. Menos mal ya no tengo que ponerme la vestimenta exigida en presencia del rey, sí que extrañé mis pantalones negros de cuerpo, mi camisa blanca y una levita casi chaqueta larga, cómoda y sobre todo necesitaba portar mis dagas, esas que camufló en mis botas y en mi espalda. Ahora cada uno carga con su arma predilecta, no sabemos que podemos encontrarnos.

Llegamos a la primera posada ya eran las cinco de la tarde, sé que a mis amigos les desespera estar mucho tiempo metidos en un carruaje, pero el clima no da para menos, bajamos —Ryan se bajó y estiró su cuerpo, es el más alto de todos.

—Voy a pedir las habitaciones, los cocheros deben calentarse, desde hace media hora comenzó a nevar.

—Espero que tengan suficientes —dije. Mirando la entrada de la posada, había varios caballos, para los soldados, los ayudantes de cámara y nuestras habitaciones. ¿Crees que haya seis?

—Lo dudo —Ryan miraba a todos lados, Thomas se bajó del carruaje.

—Tengo dormida una pierna —sonreí. Ellos fueron los que decidieron venir en mi carruaje, no es tan amplio como el de ellos.

—Culpa de ustedes.

—Es el más caliente —Thomas también se percató de los caballos—. Hay mucha gente, la próxima posada está a cuatro horas, el problema es que comenzó a nevar.

—Por lo menos trataré de conseguir tres habitaciones.

—Por mí no hay problema —dije.

—Hemos dormido en trincheras, cualquier camastro es una gran cama —comentó Thomas.

Ingresamos, evidentemente había muchos hombres de aspectos malhechores. Cruzamos mirada los tres. Ryan quien es al que más conocen por ser esta una de las posadas en las que acostumbraba a descansar cada vez que visitaba a los reyes fue a hablar con los dueños de la posada. Diez minutos después llegó con las llaves.

Apariencias - ¡Mírame...! No podrías amarme (libro 1).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora