Capítulo 53

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Posada, el paso a Escocia.

Abrí mis ojos, todo estaba oscuro, ¿era de noche? Al intentar moverme la cabeza casi se me estalla, mi grito alertó a Agustín que dormía en una silla y en los muebles estaban Ryan y Thomas.

—Milord —todo me daba vueltas—. ¡Lord Fitzgerald! ¡Lord Hamilton! —mis amigos despertaron—. Lord Iain despertó.

—Alabado sea Cristo —dijo Thomas. El médico se puso a mi lado, Agustín avivó más la chimenea.

—¿Dónde estamos?

—Seguimos en la posada, no podía moverte. Que susto nos diste amigo. Responde...

—Me llamo Iain Grant duque de Montrose, casado con la mujer más bella del mundo la cual espera mi primogénito, tengo a mi madre y hermanas con vida y a cuatro amigos que son un dolor en la retaguardia.

—Estas en perfectas condiciones —esa era la retahíla que le decíamos a Ryan cada vez que algún golpe o desmayo nos envolvía en algún combate o misión.

—No se te ocurra dejar viuda a mi hermana —sonreí.

—No puedo dejar de cuidar a mi hijo, Abbey es muy capaz de buscarme en el más allá —todos soltaron la carcajada—. Mi hijo está por nacer.

—Tranquilo pequeño Midas. Solo ha pasado un día y estamos a día y medio del castillo si no descansamos en ninguna otra posada más que para almorzar.

—¿Qué horas son?

—Son las tres —respondió Thomas sacando su reloj de bolsillo de su gabardina.

—Partamos lo antes posible. ¿Los prisioneros?

—Ya están vendados, quedaron siete vivos, pero están reacios a hablar.

—Declan o Brian los harán hablar. En el castillo tengo mazmorras o calabozos.

—¿Seguro?, me gustaría esperar un día más Iain —necesito estar al lado de mi mujer.

—Solo fue un golpe en la cabeza, el hombre que me intentaba secuestrar era alto —me toqué la cabeza y sentí el gran abultamiento.

—Tienes una fuerte contusión —habló el médico.

—Eso parece otra cabeza —dijo mi adorado cuñado.

—Partamos, no le traigamos más problemas a estas pobres personas que solo son buenos trabajadores.

—Ya les di una fuerte suma, podrán arreglar su establecimiento. Y están más que agradecidos.

—Partamos, Agustín, ayúdame a vestir por favor —el movimiento hizo que a mi cabeza le llegaran punzadas—. ¡Ryan! Me duele mucho la cabeza.

—Es mejor que descanses.

—Solo si me prometen que saldremos lo antes posible, no le demos tiempo al enemigo a que envíen a más rufianes.

—Tomate esto, tu ayudante te vestirá, debes descansar, nos encargaremos del resto.

..........*..........

Llegamos al atardecer, en el carruaje donde habían venido los militares ahí metimos a todos los prisioneros, menos mal en el castillo espera Violet para que me ayude a curarlos mientras llega Declan a torturarlos si no quieren hablar. Irónico, los curo para que luego sean torturados.

Gracias al brebaje obligué a dormir a Iain, ahora lo que necesita es dormir lo que más pueda, es la única manera que pueda bajar esa hinchazón. Bajamos del carruaje, Violet fue una de las primeras en llegar a las caballerizas, me gustó tanto verla, a su lado la acompañaba Iona; Thomas cree que no sé sobre su romance con ella, si se les nota el amor que cada uno se profesa. Menos mal Abbey no lo esperaba, Thomas bajó con Iain en brazos dormido y ambas damas corrieron a nuestro encuentro.

Apariencias - ¡Mírame...! No podrías amarme (libro 1).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora