III

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El pelirrojo nunca fue fanático del contacto físico desde que tenía uso de memoria, y sus padres tampoco fueron los mejores demostrando su afecto con él.

Por más que quisiera recordar algún momento de afecto físico en su vida, los pocos que venían a su cabeza se podían contar con los dedos de una mano.

Y esta era una de las razones por las cuales decidir si seguirle el juego al moreno o no, se había vuelto un enorme debate dentro de su cabeza, sin contar las sospechas que tenía respecto a las intenciones de Zhongli.

Su experiencia sobre el amor era tan poca como el amor que le entregaron sus propias figuras paternas, y los recuerdos que el almacenaba de ellos se reducían únicamente a interés y golpes, incluso más golpes de los que le gustaría recordar, aun así, comprendía un poco sobre lo que se supone era sentir amor, aunque sin nunca haberlo sentido, lo deseaba profundamente.

No era sorpresa para nadie dentro de su círculo cercano el saber que el pelirrojo tenía una vida planeada antes de nacer, cosa que por obvias razones traía consigo unas altas expectativas por parte de su padre especialmente.

Tenía pocos recuerdos de su infancia, y constantemente suponía que su falta de recuerdos era algún tipo de mecanismo de defensa contra algún trauma más grave, pero incluso si ese fuera el caso, golpes era algo infaltable en muchos de sus recuerdos más importantes presentes en su mente.

La sensación de estar bajo presión se había vuelto algo común de su día a día desde que tenía uso de memoria, y muchas veces sentía que no hacer nada era una pérdida de tiempo, muchas veces debido a que elegía evadir sus problemas manteniéndose constantemente ocupado, como lo hace con su trabajo de investigador.

Hasta la actualidad, había tenido la increíble fortuna de no haber sido ahogado por sus pensamientos, pero tenía muy en claro lo peligroso que sería para el dejar que estos algún día se descontrolasen, tal como si fuese una bomba de tiempo combinada con una ruleta rusa, algo que podía estallar sin previo aviso, o que con algo de suerte podría no estallar nunca.

Pero después de su encuentro en el bar con el moreno, pasaron tres días antes de que acordarán volver a verse, tres días que producían un huracán de sensaciones en ambos.

Esos tres días, para Diluc, sobre todo, significaron tener que encerrarse en su habitación, intentando averiguar lo más posible sobre el moreno y buscar algo de información que pudiera relacionar con su forma de actuar, tal vez para sacar conclusiones o algo que pudiera aproximarse al tipo de información que había solicitado su cliente.

Sin embargo, al estar solo en su habitación, intentando descifrar algo tan abstracto como la interioridad de una persona, se volvía rápidamente una pesadilla para él.

No pudo evitar encontrarse solo con sus pensamientos en más de una ocasión, recordando en más de una ocasión una que otra cosa ligeramente insignificante de su propia infancia, inquietándose de vez en cuando y tratando desesperadamente de alejar todos esos recuerdos no deseados, siendo atormentado por su decisión para poder continuar con su investigación, y su constante inseguridad de arruinar todo por hacer las cosas mal.

Por su parte, Kaeya no estaba mucho mejor, no tan diferente a la situación del pelirrojo, después de todo, ambos eran atormentados por sus propios demonios.

Ambos tenían varias similitudes, como el hecho de que ambos fueran investigadores que buscaran desesperadamente alejarse de sus vidas, o tal vez la inminente sensación de soledad que invadía sus corazones por las noches.

El moreno no estaba físicamente solo, nunca lo estaba de hecho, pero por dentro no podía evitar esa sensación.

Muchas veces se quedaba mirando a la nada por las noches, con su prometida durmiendo a su lado y un montón de preguntas en su cabeza.

Él sabía que no estaba realmente enamorado de ella, sin embargo, ¿Por qué se había arrastrado a sí mismo a su propia miseria?, ¿Lo hacía para no sentirse solo, o para no decepcionar a su madre tal vez?, Cosas que no podía responderse sin generarse más preguntas, sin embargo, incluso aunque fuera algo tan desagradable para él, no se animaba a romper su compromiso, aunque tampoco tuviera ánimos de continuar con ello.

Estaba atrapado en el medio, y odiaba eso.

Su infancia a diferencia del pelirrojo, no estuvo llena de golpes, pero si fue constantemente bombardeado con un montón de comentarios hirientes por parte de su madre, recalcando hasta el día de hoy lo inútil que era, y que tal vez lo único que podría sacarlos adelante era usar su cara bonita y casarse con alguna mina rica que cayera rendida a sus pies.

No le había quedado más alternativa que creerse esas palabras, y usar sus encantos para conseguir lo que quería, después de todo, era lo único bueno de él, ¿No?

Y el hecho de que el pelirrojo fuera la primera persona en haber ignorado sus supuestos encantos hacia que todo lo que conocía de si mismo se desmoronara lentamente, como si bombas de realidad atacarán sin piedad todo lo que el percibía a su alrededor.

Al principio claramente estaba confundido, luego esa confusión se tornó inseguridad, luego decepción y luego temor, estaba profundamente aterrado de que la única cosa que sabía hacer bien, no fuera lo suficientemente buena para el resto.

Sus habilidades también hacían que constantemente su perspectiva de los sentimientos ajenos se viera afectada, tenía en claro cómo sacar provecho de sus encantos, pero irónicamente jamás fue bueno comprendiendo los sentimientos de amor, ninguna amistad, ninguna relación sincera, nadie que estuviera ahí para él, jamás había experimentado nada de eso, y todo lo que sabía era mera especulación.

Estaba agotado, confundido y aterrado, pero no quería abandonar el caso, no sabiendo que el pelirrojo no sentía nada hacia sus encantos, no hasta que hiciera que el otro cayera rendido a sus pies.

Así se pasó los tres días, lamentando su soledad, y su poco entendimiento de los sentimientos, mientras que, mirando el cielo estrellado, a pesar de estar en pleno invierno, deseaba poder comprender al pelirrojo y saber la clave para ganarse su corazón.

Juego de Seducción - KaelucDonde viven las historias. Descúbrelo ahora