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El momento para el imperio antherio estaban presenciando.

-Ahora el rey Yeo tiene una familia. Y si nos disculpan. Su charla se ha concluido. Vamos cariño, NUESTRO hijo se casa.-Una mujer con el ceño fruncido tomó al rey del brazo y se lo llevó a donde anteriormente estaban, seguido de un grito al caer una gran parte del techo.

Aquello sin duda alarmó a todos los presentes y de manera veloz huyeron de ahí. Corrieron buscando protección.

-¡Oh no!, esto no era parte del plan ¿Tu le avisaste a alguien de esto?.-Una chica de cabellera negra (que se había infiltrado al evento), estaba junto a un chico, que de igual forma no debían de estar, ambos se cubrían sus cabellos, uno portaba una capucha y la otra una cofia indumentaria.

Su acompañante le ignoró corriendo hacia donde estaba el peligro, pues hasta en frente se encontraba Hwanwoong protegiendose  debajo de unas butacas y GeonHak estaba expuesto, mientras su cuerpo estaba en el suelo.

-Dame la mano.-Habló sujetando a aquel castaño, este le miró el rostro y le miró aterrado.

-¡NO! De seguro es tu culpa Young. Tu creaste todo esto.

-No te hice una pregunta ¡Dame la mano!.-Gritó, pero HwanWoong se negaba.

El sonido de que unos simientos estaban por caer, provocó que el salvador del joven Yeo viniera por el él.

-¡Hijo!.-Gritó una mujer, que veía como su hijo, se adentraba al peligro en salvar a GeonHak, que se encontraba en el suelo aturdido por el ruido.

-Chang, ¡date prisa!.-Gritó YoungJo  cargando a su chico que se quejaba de haber sido salvado.

-¿Qué? ¿Lo conoces?

-HwanWoong, este no es el momento para charlar.-Le calló mientras corría alejándose de ahí. Tal y como pronóstico, toda la estructura se vino abajo.
Por suerte, los cuatro lograron salvarse.

El rey molesto se acercó hacia Young y le retiró su capucha, en ese momento, todos los presentes se sorprendieron al ver al hijo del rey humano.

-¡Tu! ¡Tu padre te ha enviado! ¿Cierto?

-No, claro que no.

-Entonces, ¿Cómo es que tu ejército se apareció a destruir mi pueblo? Teniendote a ti aquí.

-Escuche, yo solo vine a hablar con HwanWoong. Yo no sé qué es lo que ocurre.

-¡Sueltenme!.-Gritaba una pelinegra que la sujetaba dos guardias.-¡YoungJo, ayúdame!

YoungJo supuso que, en el momento que todos huyeron despavoridos, se le había caído su protector, provocando que todos se dieran cuenta de su presencia.

-DaSol...-El mencionado, susurró el nombre de la chica, recibiendo una mirada de disgusto por parte de Hwan.

-¿Qué haces tú, conmigo? Anda, ve y salva a tu esposa.

-¿Cómo lo sabes? Es, es, decir ¡no! ¿Ves que ella tenga su sortija?.-El menor no se había percatado, pero la mujer no llevaba aquel aro en el dedo anular, por lo cual negó confuso. YoungJo sacó de su bolsillo un sortija y se lo extendió al chico que había rescatado.-Es tuya, no de ella.

Colocó el anillo en la palma de la mano del castaño, para enseñarle que él tenía la otra parte en su dedo anular.

HwanWoong miró a su alrededor, observado a las personas de su comunidad espantada ante los hechos, una mujer que la llevarían a un calabozo o incluso a la horca, mientras pedía ser liberada. Había una mujer preocupada por su hijo y  por último, miró a sus padres, su padre no tenía expresión alguna, mientras su madre llevaba una sonrisa de lado.

-No. No puedo YoungJo. ¡¿Qué no estás viendo?!, tú padre está atacando a mí gente. Tú eres el enemigo. ¡Guardias!.

Dos personas vestidas con escarpe, casco, sobrevesta, guardabrazos, codal, quijote y demás. Se apresuraron en tomar al chico, quien no se negó en ser tomado.

Ambos chicos fueron llevados a un calabozo en diferentes celdas, pero se tenían frente a frente, por lo cual, ambos podían hablar, pues tenían a guardias desde muy lejos de distancia vigilando al par.

-Nunca me imaginé estar en un sitio como este.

-Young... ¿Crees que alguien nos ha seguido cuando salimos de tu reino?.-Susurró la chica, pues a pesar de que los guardias estaban lejos, no querían llamar la atención.

-No, yo me aseguré de que nadie nos viera.

-Entonces si nadie nos siguió ¿Cómo supieron en dónde debían comenzar el ataque?

Realmente era una buena pregunta. Aquello dejó intrigado al joven que erguido comenzó a caminar alrededor de su celda, de un lado a otro. Tratando de buscar alguna buena explicación.

-El señor Ahn... Él conocía a HwanWoong, pero quién más sabe es el cazador.

-¿piensas que él fue quien lo dijo?

-No, no fue el cazador. Él era uno de ellos, quien quiera que dijo el punto en donde debían de dar en el clavo, fue alguien que tiene acceso al rey.

-¡Sí! Alguien que tenía acceso a ambos reyes y sabían de la boda.

Ambos chicos trataron de pensar profundamente pero nadie se les venía en mente.

-Espera... KeonHee, uno de mis sirvientes. Él... Él estaba con una chica y un chico buscando a un tal Leedo, que por lo visto, su descripción es similar a la de GeonHak, pero no lo creo, deben ser personas diferentes ¿Qué me dices del Señor Ahn? Es un hombre misterioso en todo sentido.

-¿El Señor Ahn? No lo creo, es decir, él ha estado instruyendome desde niño. Y me ha ayudado con mis sueños.

-Él será tu consejero real, es un gran puesto, tiene mucho poder, recuerda que, no todas las personas son lo que aparentar ser, no olvides a Jafar, el sultán confiaba ciegamenre en él, a pesar de que era un hechicero que lo manipulaba.

-Es sólo un cuento de hadas esa historia.

-Pero en muchas ocasiones puede llegar a ser real.

YoungJo sabía que ella tenía razón en su frase, por lo que lo añadió a su lista de sospechosos, aunque realmente le dolía tenerlo en ese sitio.

Un príncipe encerrado en una celda de un calabozo. Que ironía. Pero eso era lo que menos le importaba, realmente estaba cabal con pensamientos rectos siendo lo más racional posible.

Esa noche, no pudo dormir, y no por el simple hecho de que no tuviera cama, sino que, seguía buscando ideas de quien los había acusado, de la misma forma en que, dejaba de pensar en ello y HwanWoong se me venía en mente, recordando aquellas palabras que le dijo al rechazar la sortija.

Un hoyo en su corazón habitaba, cada vez haciéndose más grande al recordar los bellos momentos que ambos pasaban.

Dentro de su celda encontró un pedazo de carbón, su mano tomó el control de sí misma y comenzó a crean un pequeño dibujo de aquel que tanto amaba.
Esperando algún día, volver a verle esa sonrisa.

El Príncipe Y El Anhterio (RAVNWOONG)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora