❪ XIX. Beso. ❫

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Hela se mantenía seria, su rostro tenía una gran mueca de decepción mientras observaba a su mejor amigo, el chico iba a hablar, pero ella se levantó dispuesta a irse de la habitación, siendo detenida por Carl, quien, le sujetó el brazo. Un vuelco se desató en el estómago de la castaña, sabiendo que sus sentimientos por su mejor amigo, apesar de todo, seguían intactos.

── ¿Por qué estás enojada?─ Parecía que eso la enfureció aún más, porque su rostro se tornó rojo debido a la rabia, se dió la vuelta con lentitud, conectando sus orbes oscuras contra los iris azules de Carl.

── Porque eres un gran imbécil, estoy ¡Cansada de aguantar tus idioteces! ¡Ron no merecía eso!─ Exclamó, de forma brusca e imprudente, logrando que su mejor amigo la viera algo atónito.

── ¿¡Por qué te importa tanto!?─ Preguntó levantando la voz, sintiendo como se enojaba debido a la actitud de su mejor amiga los últimos días desde que ella y Ron presenciaron un beso entre el y Enid.

── ¡Eres tan depreciable! ¡Ya no me agradas! ¡Jódete de todas formas!─ Dijo, dejándose llevar por sus emociones, que en ese momento, solo eran negativas.

── ¡Dios, me haces querer gritar con toda la fuerza de mis pulmones!─ Soltó exasperado mientras lanzaba su sombrero a la cama de su habitación, moviendo su cabello con desesperación.

── ¡Duele pero no pelearé contigo, apestas de todos modos!─ Hela golpeó su dedo índice con fuerza contra el pecho de Carl, dándole a entender que estaba muy furiosa con él.

── Me haces querer morir justo cuando yo...─ El ojiazul no terminó sus palabras al darse cuenta de la mirada llena de pánico de parte de la pecosa.

── Termina la frase, Carl, hazlo, atrévete.─ Escupió con rudeza Hela, dándole frente al ojiazul, que se alejó, de pronto arrepentido por lo que había hecho desde que llegaron a Alexandria, se daba cuenta de lo abandonada que tenía a la chica que siempre estuvo con el, y como, ahora estaba sufriendo las consecuencias de sus actos.

── Hela, yo, no entiendo...─ Susurró viéndola directo a los ojos.─ ¿Por qué estás tan enojada? ¿Te gusta Ron? ¿Estás molesta porque le hice daño?

── ¿¡Es enserio!?─ Gritó con sus ojos llenándose poco a poco de lágrimas, logrando desconcertar a Carl.─ ¡He estado ahí, desde que nos conocimos! ¡Siempre te he dicho cuando las cosas no me parecen correctas! ¡Hemos vivido muchas cosas! ¡Nunca te obligué a nada, solo me importaba tu felicidad! ¡Pero ahora, tu estás pasándote la mía por el culo!

── ¿Qué?

── ¡Que estoy enamorada de ti desde los catorce años pero tú elegiste a Enid, la chica que apenas conoces, sin importarte dañar a Ron o a mi, y ahora estoy jodidamente decepcionada de ti, Carl!

Hela se dió la vuelta, sintiendo como un peso desaparecía de sus hombros siendo remplazado por otro, estaba dispuesta a salir de la habitación, pero el adolescente la agarró con brusquedad y la apegó a su pecho, dándole un beso que transmitía cada una de las emociones que estaban sintiendo ambos chicos, porque al final, eran solo eso, dos adolescentes de quince años intentando descifrar que era lo que sucedía con sus emociones, intentando entender el remolino que era el amor juvenil en medio de un apocalipsis. Las manos, los dedos de Hela se envolvieron con cuidado entre los cabellos de Carl, atrayéndolo más a ella, creyendo que así jamás tendría que volver a separarse de él, mientras que Carl sólo afirmó las caderas de la chica como si fuera el cristal más frágil en la Tierra, la acariciaba con tal cuidado, temeroso de que si hacía un mal movimiento, Hela se rompería entre sus manos, dejándolo totalmente solo.

Sus labios encajaron de la manera más perfecta alguna vez vista, como si aquellas bocas rosadas hubieran nacido para complementarse, dejando que el cielo y el infierno se volvieran uno al momento de colisionar, dejando que desde el sentimiento más hermoso hasta el más horrible se fundieran volviéndose uno.

Porque Hela y Carl hacían eso, volvían hasta lo más opuesto uno solo, hacían que de la lluvia naciera el sol y que de la muerte naciera la vida, hacían que el cielo fuera un lugar en sus corazones mientras que el infierno era un desastre en sus mentes, Hela y Carl nacieron para complementarse como si fueran capaces de controlar el mundo, creyendo ingenuamente que luego de aquel beso que desató mil cosas todo estaría bien.

Pero fueron ingenuos, creyendo inocentemente que no era demasiado tarde para darse cuenta de lo que sentían.

Pero fueron ingenuos, creyendo inocentemente que no era demasiado tarde para darse cuenta de lo que sentían

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Hela se encontraba totalmente en silencio acostada en la cama de su habitación, sus mejillas seguían sonrojadas ante los recuerdos del beso con Carl, no era el primero que tenían, sin embargo, fue el primer beso verdadero entre ambos, sonrió incon...

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Hela se encontraba totalmente en silencio acostada en la cama de su habitación, sus mejillas seguían sonrojadas ante los recuerdos del beso con Carl, no era el primero que tenían, sin embargo, fue el primer beso verdadero entre ambos, sonrió inconscientemente, recordando como al alejarse del ojiazul, sus ojos estaban llenos de brillo y sus mejillas se teñian de un color carmesí hermoso, como su cabello se encontraba desordenado ante las caricias que ella misma dió. Pero también se sentía confundida, después de todo, solo fue un beso, no demostraba tanto, Carl no le dijo que correspondía sus sentimientos, además, la castaña tenía muy claro que Enid seguía siendo de sumo interés para el cowboy.

Tomó un bolígrafo de su mochila, y de allí, sacó un cuaderno, el cual, tenía al menos veinte páginas llenas de cartas que esperaba que Carl nunca viera. Luego de posar el lápiz en su boca de forma pensativa, pronto, en letra cursiva empezó a escribir, dejando como algo característico los corazones que hacía el las “i” y lo artístico que parecían sus “s”

Querido Carl;

Desde nuestro beso he estado comiéndome la cabeza, pensando en si habrás sentido todo lo que yo sentí cuando nuestros labios se fundieron, nunca creí que esa sería tu reacción, sinceramente, esperaba que me rechazaras, y que yo fingiera que no importaba cuando en realidad me estaba muriendo por dentro.

Fue tan mágico.

Saber que la rabia, el dolor, la tristeza, la belleza y el amor se volvían un solo sentimiento que estaba lleno de distintos colores, como tu boca término por envolverse con la mía, dejándonos una emoción tan pura en nuestros corazones que solo terminó por volver todo más confuso. ¿Habrás sentido lo que yo sentí? En esos momentos mi corazón palpitaba de forma desenfrenada dentro de mi pecho, sentía un millón de sensaciones revolverse en mi estómago, un escalofrío tan helado recorrer mi espina dorsal, pero las emociones, cada uno de los sentimientos.

El como por primera vez sentí que debería jugármela por ti, como por primera vez, sentí que tendría una oportunidad para estar contigo.

Solo necesito saber ¿Tu también me amas, Carl?

Te ama Hela.

DEAR BEST FRIEND    ꕤ carl grimes ! ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora