¿Y tu? ¿qué eres?

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Hoy viene mi primo a comer otra vez, uf. No os lo toméis a mal quiero mucho a mi primo, pero desde que mis padres descubrieron que no como apenas y que solo como algo más cuando viene él, no paran de invitarle todos los fines de semana. Y yo no puedo seguir haciéndolo más, no puedo seguir pretendiendo delante de él ni de nadie, que estoy ligeramente bien. Porque no lo estoy y cada vez se hace todo más difícil.

Ya no me puedo obligar a seguir comiendo, no puedo. No sé si el resto de mi familia lo sabe, solo sé que mis padres lo sospechan. No quiero que se enteren pero tampoco es que tenga alguna opción si ya no me voy a esforzar en seguir adelante.

Suena el timbre y me preparo para fingir otra vez, no creo que alguien me crea pero no tengo más remedio.

Bajo las escaleras hacía la entrada y cuando llego a la cocina, me sorprende lo que veo. Llevo mucho tiempo sin ver a nadie nuevo, desde que pasó lo que pasó y acabó el curso no he salido de casa y si lo he hecho solo ha sido hasta el supermercado de la esquina.

- Hola enana - dice mi primo dándome un abrazo que casi rompe mis delicados huesos.

- No me llames enana, me llamo Joe llevo 16 años llamándome Joe. Aunque tu hayas decido obviarlo.

- Anda no seas gruñona y ven aquí que quiero presentarte a alguien. - Dice arrastrándome hacia el chico rubio que está hablando con mis padres. - Joe este es Daniel mi mejor amigo.

- Encantado - dice Daniel a la vez que alarga su mano hacia mí.

- Lo mismo digo.

Le cojo la mano y la tiene tan fuerte y firme como parecía. Su fuerte apretón de manos podría haberme intimidado, pero su sonrisa es tan amplia y sus ojos verdes tan completamente sinceros que me invade una gran paz. Pero ahí me acuerdo todavía estoy en pijama, al creer que solo vendría mi primo había decidido no cambiarme y ahora ya no me parecía tan buena idea.

- Ahora mismo vuelvo. - Digo y salgo corriendo hacia las escaleras. Mientras las subo oigo descojonarse a mi primo, sabe porque he salido corriendo y es mejor que este calladito.

Quizá me estuviese comportando como una adolescente pija, cosa que nunca había sido. Pero cuando alguien viene a tu casa y no lo conoces pues es mejor que no estés con ropa de hace tres días.

Llego a mi cuarto y me cambio el pijama por unos vaqueros y una camiseta limpia, no quiero estar guapa solo presentable.

Cuando vuelvo a bajar está todo listo para comer, incluso me han servido ya. Me han dejado el sitio de siempre, delante de mi primo y al lado de mi madre pero mi lado izquierdo para variar no estaba vacío, ahí era donde estaba Daniel.

Me siento y como todos los días me siento observada y presionada. Cuando miro hacia arriba nadie me mira, pero sé que en cuanto vuelva a apartar la vista volverán a hacerlo. El único que me mira es Daniel, él tampoco parece haber tocado su comida y no aparta su mirada de mí ni por un minuto.

Casi puedo ver los engranajes de la mente de todos para sacar un tema de conversación, eso es algo que siempre hace mi primo pero supongo que ahora que se lo han contado me imagino que está demasiado metido en sus pensamientos para hacerlo. Pues está claro que se lo han contado, lleva cerca de un mes comiendo con nosotros y en todo el mes no me había observado con tanto detenimiento nunca, así que estaba claro que se lo habían contado. Y supongo por cómo me miraba Daniel que él también estada al tanto de todo.

- Tía, la comida esta riquísima. ¿No crees, enana?

- Ajá, deliciosa. - respondí en un acto reflejo, solo me había dedicado a darle vueltas y no iba a probarla ahora. Estoy segura de que la semana pasada lo habría hecho, pero ahora no había ninguna apariencia que guardar, estaba claro que todo el mundo se había enterado.

No Puedo Aguantarlo MásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora