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La respiración agitada de una persona, el pulso de su corazón acelerado, el sudor escurriendo, eran características muy comunes y peculiares de alguien correriendo hacia un rumbo fijo.

-Rey Kim, mi Rey Kim. Llegó una notificación.-Mencionó un hombre de aspecto larguirucho y esquelético. Entregando una carta al consejero real de los Kim.

Aclaró la voz, y abrió el pergamino, para continuar con una lectura en voz alta, asegurándose de sacar su pecho, mantener postura recta y boca abierta en "O" para poder ser perfectamente audible.

"Querido rey  Kim. Me dirijo ante ustedes con la finalidad de mencionarles que nos sentimos satisfechos por su ataque. Les recordamos que sigue vigente el símbolo de paz que se hizo en aquel tratado al detener la guerra. Pero lo han roto sin ningún motivo, no nos hacemos responsables de las futuras consecuencias.
Atentamente: Yeo"

-Dios mio, ¿qué haremos?.-Preguntó con espanto la esposa del rey al cual iba dirigido la carta.

-KeonHee, por favor, llama a DaSol.

-Disculpe mi reina, pero su hija no ha regresado al palacio. Ayer en la tarde se fue con su marido, el príncipe Kim. Ambos salieron y ninguno volvió.-Llevando una mano en pecho, y con el rostro inclinado hablaba Keon, pues bien, sabía que podía recibir una fuerte amonestación por sus jefes, los reyes Jung.

Las dos mujeres se abrazaron entre sí angustiadas por sus hijos, temían que cualquier cosa mala les fuera a ocurrir.

-Mi rey... Tengo una ligera sospecha que, el príncipe y la princesa se encontraban en el evento, en donde fue lanzado el proyectil. Debido a que, en la carta, nos dice "nos sentimos satisfechos por su ataque".

El consejero real, era bastante sabio, había sacado una hipótesis de inmediato, ninguno de los que estaban presentes había pensado en ello.
Pero a nadie le gustó esa idea, las mujeres miraron a sus maridos, esperando que dijeran algo para reconfortarlas.

-Llamen a las tropas.-Sin pensarlo habló el rey Jung, olvidando que no estaba en su territorio. Pero al rey Kim no le molestó, al contrario, también brindó su ejército. Haciéndose uno solo.

-Si nuestros hijos no regresan para esta noche, iniciaremos el ataque en la madrugada.

El suceso del primer ataque había corrido la voz por todo el pueblo humano, cada integrante de este mismo, se había enterado, provocando que muchos sintieran temor.
Las ventas se dispararon, a la vez que hubo escasez.
Unos se unieron al ejército, otros huyeron del pueblo y el último porcentaje se escondía en sus sótanos con provisiones, decían que una guerra se aproximaba.

Tal y como los ciudadanos habían deducido, la guerra se había desatado con ese hecho. En donde el verdadero causante aún, era todo un misterio.

La boda de HwanWoong y GeonHak no se llevó a cabo, el rey Yeo sería quien se encargaría de comandar.

-Yeo ChangGu...por haber salvado la vida de  Kim GeonHak te nombro líder del ejército. Caballero.-al escuchar aquello rápidamente se arrodilló. Agachando su cabeza.

-Cariño, no es momento para que hagas eso.

El rey ignoró a su mujer y continuó de manera veloz. Dando el nombramiento de aquella persona que había salvado a un alma en peligro.

-¿Juras morir y luchar por defender nuestras leyes?

-Lo juro

-¿Juras morir y luchar por defender a la grandeza?

-Padre... Por ti y por mi madre. Lo juro.

-¿Juras morir y luchar por defender tus tierras?

-Agh, cariño, no sigas.-La mujer insistía insatisfecha por el comportamiento de su marido.

El Príncipe Y El Anhterio (RAVNWOONG)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora