23. Beso orgásmico.

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ANTONELLA JOHNSON

Tomo un gran respiro cuando Christopher sin soltarme toca el timbre de su casa y enseguida sale su madre con un bonito vestido negro abrazando a su hijo de una manera eufórica que parece estar a nada de asfixiarlo.

Cuando se separa de él me nota y de la misma manera lo hace besando mi mejilla sonriéndome con complicidad al ver nuestras manos unidas.

— Pasen, la cena ya está siendo servida.

Acotamos su petición y siguiendo a Yenny llegamos hasta el inmenso comedor lleno de varios tipos de comida y elegantes planos Burnett.

—¡Leonardo cariño, la pareja ya está aquí!— río divertida ante su nada discreción con la que nos nombra y su hijo parece igual o más divertido que yo.

— Ya estoy aquí, no es necesario que grites— avisa Él señor Leonardo en la sala y pronto siento sus pasos acercarse más hacia nosotros.

Cuando lo hace una sonrisa genuina pinta sus labios palmeando la espalda de su hijo en un saludo y acercarse a dejarme un pequeño beso en mi mejilla diciéndome:

— Me alegra que nos acompañes Antonella, espero que lo hagas seguido— asiento confirmando mi aceptación y pronto Christopher me guía hacia la mesa para mover la silla en un buen gesto.

Tomo asiento agradeciéndole y pronto comenzamos a comer en pequeñas conversaciones de a qué se dedica cada uno, preguntándole a Christopher cómo va la empresa y que tal es el trabajo para mí.

En todo el rato que platicamos terminamos la cena y pronto llega el postre junto a una copa de vino blanco sabor a manzana que no puedo evitar probar.

—Y dinos Antonella, ¿Tu madre tiene alguna profesión o es ama de casa?— pregunta con una sonrisa Yenny y es la primera vez que no siento burla al decir la última frase.

Ya que la gente de clase alta sabe disfrutar incomodar a alguna mujer que descida ser una ama de casa cuando no tiene nada de malo, ¿Y por que juzgan cuando seguramente alguna mujer de su linaje lo pudo haber sido?

En fin, dobles moralistas.

— No, mi madre maneja la empresa de su familia— respondo tras dejar la copa frente a mí y limpiar con una servilleta los restos en la camisura de mi boca.

—¿Aquí en Estados Unidos?— cuestiona curioso el señor Leonardo y niego con una sonrisa.

— No. En Francia, París.

—¡París es hermoso!— suelta entusiasmada Yenny y asiento con la misma felicidad.

—¿Y tu padre?

La mueca que se forma en mi cara es automática y llevo la copa nuevamente a mí boca para que no noten el malestar que siento para hablar de él.

— Lo mismo, solo que en Chicago.

Notan mi incomodidad y comienzan a contarme de los sitios que han visitado en sus años siendo pareja y por un momento deseo tener la misma felicidad de ambos como pareja cuando descida yo entablecer una relación con alguien.

Y muy dentro de mi anheló que ese alguien sea Christopher.

Pronto entre risas y mal chistes contados por todos la noche se hace muy tarde y es por eso que tras despedirnos de ellos concretando cualquier otro día volver a cenar juntos partimos hacia mí apartamento.

Se detiene ante el semáforo rojo y se gira hacia mí con una pequeña sonrisa.

—¿Qué?—pregunto ya que este solo me observa y no dice absolutamente nada.

—Acaso tienes algún poder para siempre verte como una maldita diosa— sonrió ante su cumplido y ruedo los ojos cuando me giña un ojo antes de poner en marcha el auto nuevamente.

— Si yo lo tuviera no sería la única, tu también lo posees y es más malditamente fuerte que el mío.

Suelta una risita ronca y por instinto mis piernas se apretan contra si, sintiendo un leve hormigueo en ellas.

— A la izquierda, el edificio más alto que vez—guio a Christopher y el asiente girando el auto a la dirección que le doy.

Cuando llegamos, Christopher se abalanza hacia mí para quitarme el cinturón y mi piel vibra ante su cálido toque a mi piel.

Mi respiración se vuelve errática, mi pecho delata los bombardeos alterados de mi corazón y mis vellos se erizan con su cercanía.

— Antonella...— el susurro ronco de su voz llamándome hace que levante mi cabeza y el aire se me atasque cuando conecto nuestras miradas fijas llenas de algo que me altera a niveles desconocidos.

—¿Si?

— Quiero probar esos labios jodidamente seductores— quiero decirle que puede hacerlo pero este se me adelanta y solo puedo cerrar los ojos con fuerza rogando que no sea un sueño.

El contacto es leve y casi quiero quejarme cuando termina y de pronto vuelvo hacerlo robándome un casi inaudible suspiro que se atasca entre nuestros labios unidos.

Mis labios se mueven de la misma manera que la suya siguiendo su ritmo lento y sensual para dar paso a un nescesitado y lujurioso que me llena el cuerpo de deseo.

Sus labios queman a los míos de una manera arrebatadora, el deseo acumulado hace el beso más enloquecedor y sin poder detenerme guío mis manos a su cabello para jalar los mechones de este.

La boca se me entreabre sola dando paso a su juguetona lengua que pelea con la mía de una manera tan... Increíble que de pronto deseo y anhelo más.

Mis pulmones gritan a la falta de aire y de mala gana me separo de él para tomar una gran bocada de aire y ser yo la que descide aventurarse a algo más.

Sus labios reciben gustosos a los míos y cuando muerdo su labio inferior jalandolo entre mis dientes sus gruñidos me prenden y me hacen llenar de valor para colocarme a horcajadas de él besándolo con muchas más ganas.

Mis manos jalan su pelo levemente y pronto siento su mano bajar por mi espalda llegando a mi trasero para apretarlo con fuerza haciendo que un pequeño jadeo se ataqué en mi garganta.

Mis caderas se mueven por si solas de adelante hacia atrás buscando fricción y pronto la siento cuando su miembro se torna cada vez más duro haciendo que pronto mis bragas se mojen.

¡Mierda, ¿Que pendejada estoy haciendo?!

Ni siquiera me importa cuando siento toda esta bola de emociones y su boca devora a la mía mordiendola y chupandola con vehemencia sin ningún obstáculo.

Vuelve a separar su boca de la mía y sonrió mirando sus labios hinchados producto del deseo que sentimos para de un arrebato de locura mezclada con una insana pasión consumiendo mis venas agarrar su mano libre guiando la hacia mi pecho bajo mi sujetador y el pezón de este se levanta urgido por su toque.

Beso sus labios repetidas veces soltando pequeños gemidos por sus caricias en mi zona de arriba sin dejar de mover mis caderas sobre su pretenciosa erección rozando la tela por el short que traigo puesto.

Mis manos se meten bajo su camisa y mis dedos tiemblan cuando tocó su duro abdomen, mis manos ascienden por su cuerpo y paso las manos por detrás de su espalda cuando agarra con su mano que estaba en mi trasero, mi cintura alzandola para dejarla caer en un golpe en seco sobre su entrepierna haciéndome temblar.

La acción se repite y el contacto es más fuerte que gracias a los húmedos y calientes besos que van descendiendo por mi quijada hasta llegar a mi cuello el orgasmo nos llega de forma violenta y me doy cuenta cuando nuestras prendas están húmedas y tras separarme levemente de el, lo miro.

Ambos reímos a carcajadas a costa de la acción y dejó un último beso en sus labios para dejarme caer en el asiento de copiloto.

—¿El orgasmo que nos dimos es la confirmación de nuestra relación?—me pregunta y giro mi cabeza mirando la dilatación en esos orbes que ahora se encuentran negros.

— Puede ser, señor Vélez.


Ahora si no vengan a quejarse por que en todos los capítulos haya sex0, se viene potente desde aquí cochinas lujuriosas.

Enseñame Daddy|| Christopher VelezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora