#O1.

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El momento en que sus ojos se encontraron con los otros y que observó el carmesí intenso de su mirada, Katsuki sintió que absolutamente todo el tiempo se había detenido.

Apareciendo a través del portal con toda la energía que lo caracterizaba, Eijiro golpeó con fuerza al monstruo que casi ataca al desprevenido rubio antes de pararse justo frente a él y soltar unos pequeños jadeos, seguro debido a la efusividad del momento. Joder, Katsuki había vivido cada año, desde que lo conoció, recordándole que se relaje de una vez y deje de ser tan impulsivo.

Sin embargo, ahí estaba, la enorme sonrisa característica del chico deslumbró justo frente a él y el rubio no sabía hacer otra cosa más que estar hecho piedra por la sorpresa. Cinco años no habían pasado, cinco años de soledad en donde se dedicó a hacer cosas impensables desaparecieron como su enojo, rabia e impotencia cada que tenía frente a sí esa hermosa sonrisa.

—Lamento la demora, Katsuki, es que cuando despertamos realmente no estábamos seguros de qué pasó, y entonces luego nos-

Eijiro no terminó de hablar, no pudo. El rubio lo tomó entre sus brazos como si la vida fuera tan mierda para volver a quitárselo, estrujándolo con la poca fuerza que tenía, olvidándose del cansancio, del momento, de todos los héroes que volvían después de que el chasquido acabara con la mitad de ellos. Para Katsuki, tener a Eijiro frente a él, tocarlo y que no se hiciera polvo entre sus dedos como la primera vez y como en cada una de sus pesadillas, era un maldito sueño hecho realidad.

—¿Katsuki? —murmuró el otro tan cerca de su oído que Bakugou sintió que moriría de la felicidad ahí mismo.

Pero cuando esos brazos desactivaron su quirk y lo rodearon, el rubio entendió que por nada del mundo moriría en ese maldito momento, no cuando por fin tenía entre sus brazos a la persona que le fue arrebatada del modo más cruel posible. Y sí, él sabía que todos habían perdido mucho, que todos sufrieron por los caídos y que debía ser más consciente de ello, pero al demonio, en ese momento todo, todo, todo lo demás podía irse directo a la mierda, menos él. Todo menos Eijiro.

"Todos menos Eijiro, por favor" esas fueron las últimas palabras que dijo al ver a los héroes que lucharon a su lado ir desapareciendo uno a uno, encontrándose con que sus súplicas no fueron escuchadas cuando tomó en brazos a un Eijiro débil que desapareció sin poder decirle nada que no fuera su nombre en un último susurro, eso hace cinco años.

—Katsuki —murmuró nuevamente el otro, llamándolo—. Yo también te extrañé mucho, pero... Ahora uh, creo que debemos ganar primero, ¿sabes? ¿Recuerdas? Ganar, al Katsuki que conozco le gusta eso.

El rubio presionó sus párpados con fuerza, mientras una molesta voz en su cabeza le repetía que Eijiro se equivocaba, él ya no era el Katsuki que conoció, no cuando había hecho tanto en esos años, no cuando ganar significaba acabar con una vida para ver si eso aliviaba su corazón. Katsuki sabía que posiblemente Eijiro nunca se lo perdonaría, pero, aun así, aún con todo el peso sobre sus hombros, el rubio lo apartó con lentitud y lo miró a los ojos una última vez, antes de asentir.

—Tienes razón, pelos de mierda. —De sus manos salieron explosiones, avisando que estaba listo para continuar—. Acabemos con estos malditos.

—¡Estoy contigo, Katsuki!


+


La batalla final no fue una victoria masiva. Los héroes tuvieron varias perdidas y muchos otros sufrieron de graves heridas, sin embargo, consiguieron eliminar a los villanos y, de ese modo, salvar la tierra una vez más. Para todos, tanto los que volvieron como aquellos que nunca se fueron, regresar a la realidad fue como despertar de una pesadilla sin fin, donde en un instante te libera, te despiertas y te preguntas, ¿ahora qué? Familias completas se reencontraban, otras cargaban con el peso de haber vuelto a iniciar y de encontrarse con el pasado que creían haber superado, mientras muchos otros buscaban regresar al antes, olvidando que cinco años no pasaron en vano.

Por su lado, Katsuki guio a Eijiro a la casa que rentó cuando todo sucedió. Obviamente no le dijo que se fue de su antigua casa porque todo le recordaba a Eijiro y no soportaba vivir con ese peso, tampoco le comentó que se mudó en repetidas ocasiones debido a viajaba mucho buscando villanos a los que exterminar. Katsuki no le contó la profunda depresión en la que se hundió después de su muerte, después de confirmar por milésima vez que no había forma de regresarlo. Katsuki no le contó de la bebida, no le contó de las veces que se metía a bares a provocar gente sólo para pelear con alguien y liberar esa rabia interna que tenía.

Katsuki tampoco le dijo lo mucho que se odió por esos cinco años, lo mucho que lamentó no haber valorado su existencia hasta que lo perdió, ni lo mucho que hubiera deseado aceptar sus besos cuando se le confesó, o los abrazos sorpresa, o siquiera continuar oyendo a Eijiro cantar en el karaoke canciones cursis que eran indirectas obvias y ridículas tan estúpidas y que, durante esos años, fueron el único bálsamo que lo salvó de perderse por completo.

Katsuki no le dijo tanto, menos cuando ahora Eijiro se veía tan, tan radiante, tan angelical. Era ver al amor de su vida revivir tan puro y heroico mientras él se volvió la mayor mierda en ese tiempo, alejándose de los héroes, matando villanos, acabando con vidas como si estas no valieran sólo por pensar "¿Quiénes son ustedes para haber vivido y él no? ¿Qué han hecho? ¿Por qué no se mueren y me lo regresan?" mientras sus manos se llenaban de sangre.

Katsuki no sabía cómo decirle que había descubierto que lo amaba durante su ausencia y que ahora no sabía qué hacer con su presencia, no cuando él se había convertido en un monstruo al que Eijiro aborrecería. 

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⏰ Última actualización: May 21, 2021 ⏰

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Perdido. | Kirishima Eijiro x Bakugo KatsukiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora