Capítulo 18: ¡Te quiero, Profe!

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-¿Así que te alegró que Evelin perdiera a su hijo?...
-No, alegrarme no es la palabra pero no pude obligarme a sentir tristeza.

Ana lo miraba un poco extrañada queriendo entenderlo.

-Antes de irme del aula, escribí con marcador en el pupitre: "Dios es justo" Fue lo que sentí en ese momento, que el que las hace las paga ¿Está mal? ¿Soy una mala persona?
-No puedo decir que seas una mala persona, pero, aparte de que estropear el mobiliario escolar es un delito, que hayas escrito eso me parece horrible...
-¿Que harías vos en mi lugar, profe?
-No lo sé, pero en primer lugar, no rayaría las mesas...
-Uff está bien, supongo que todos somos santos ¿no? Vamos, no nos engañemos...
-¿Por qué decís eso?
-No voy a fingir que soy un buen samaritano, lo lamento y no le deseo a nadie lo que ella pasó... Pero en el fondo sentí que se lo merecía... Y una parte de mí se regocijó ¿Querés decirme que soy una persona de mierda? Decimelo. Te soy abierto, sincero, yo no voy a fingir que no la odio ni que me da lástima.
-¿Estuviste deseando que le pasara algo malo? Nadie se merece algo tan terrible.
-No estuve deseando nada, Ana, por Dios...
-Es que no creo que ni Evelin ni nadie se merezca ser atropellada y perder un embarazo... Entiendo tu odio, pero eso que escribiste en la mesa es hasta un poco morboso.
-Okey, listo, entonces la persona de mierda soy yo y ella es la pobrecita, ¿Querés que mañana vaya al hospital a consolarla? Eso si el novio no me caga a trompadas antes.

-Dejá a un lado tu sarcasmo, César
-¡Sarcasmo las pelotas, hablo en serio!

Reaccionó al ver la cara de ella, un poco asustada y retrocediendo. Se dio cuenta casi de inmediato de su abrupta grosería, cuando vio que la mirada de Ana mostraba cierta decepción. Eso le dolió. Sin querer reconocerlo, de a poco estaba sintiendo cosas por ella(cosas que él mismo no podía explicar, por lo que prefería no pensar en ellas), de a poco, su profesora se convertía en confidente y consejera, alguien en quién apoyarse, dada la ausencia de Nicole. Ana también estaba empezando a apreciarlo mucho más que a un alumno descarriado. Se interesó por su persona, él parecía ser mucho más inteligente y sensible de lo que mostraba por fuera. Parecía ocultar un mundo frágil pero a la vez interesante bajo esa gruesa capa de timidez, introspección y aparente desinterés.

-Me queda claro, que hablas en serio... -Dijo la profe con una voz que fue mezcla de decepción y reto.
-Perdón, disculpame, profe, no quise gritarte...es sólo que a veces hay situaciones que no entiendo...si hablamos de merecimientos...ella no merecía ser chocada por un camión...y yo tampoco merecía ese engaño de las cargas virtuales!
-Te entiendo, César pero la diferencia es que--
-La diferencia es que el camión no la buscó a ella para chocarla adrede, pero ellas sí me escribieron al chat, no sólo para estafarme sino para joderme, en todo el sentido de la palabra. No fui a la casa de ellas yo, se metieron ellas conmigo!

-¿Ellas quiénes? Cuánta gente se involucró en todo esto?

(César suspiro un segundo)
-Una de sus amigas (ya no viene al caso cuál) estuvo involucrada ya que el número al que le cargué era de ella. Y eso hasta dónde yo sé. Seguramente todo su grupo de amigas sabían...varias de ellas fingían ser amables conmigo, incluso se hicieron las sorprendidas cuando el quilombo estalló...pero estoy seguro que ellas sabían, y varios pibes también... Es la misma gente que el año pasado se reía de mí porque me costaba hablar en público, porque era tímido, porque según ellos "Evelin me tenía la chota dura" y por eso yo me ruborizaba cuando jodían con eso, el imbécil de Santiago sobretodo...

Ana permanecía callada, sabía que su alumno necesitaba ese momento de catarsis e interrumpirlo sería un error.

-Y ahora, con esto que le pasó...pareciera que el villano de la historia soy yo por un mal pensamiento, por regocigarme aunque sea por un segundo...está bien, si vamos a ser hipócritas, fingamos que soy el único que en la vida se alegró por unos momentos de la desgracia ajena ¿son todos santos y yo soy hijo de puta? Bueno. Con los amigos de Evelin no me interesa ser hipócrita, no es que esté peleado con medio curso, es simplemente que no me interesa hacer el papel de bueno con gente que no lo vale. Hay amistades falsas como las de ellos y hay amigas verdaderas, como Nicole, la única que tengo de hecho...

Después de un prolongado silencio, Ana lo miró fijamente. César tomó aire ya que era la primera vez en mucho tiempo que se apasionaba de ese modo, hablando con voz firme pero sin llegar a gritar, ya que la confianza entre ambos a esa altura, era plena.
César evadió la mirada de la mujer, incómodo por unos segundos, pero cuando sus ojos se encontraron, sintió algo que lo hizo temblar de emoción: en los ojos marrones de su profesora había comprensión, la comprensión que tanto necesitaba.

-Yo también puedo serlo, si me lo permitís
-¿Qué cosa?
-Tu amiga, César. Creo que confías en mí y te lo agradezco, sé que te cuesta mucho contar todo esto, y has confiado en mí para contarlo...
-Yo...no sé que decir, profe...

Sin mediar más palabra, Ana lo abrazó con firmeza. Él se sintió sorprendido pero reaccionó devolviendo el abrazo. Se fundió en ese abrazo como si lo hubiese esperado por años. El ser escuchado sin juzgamientos, después de todo lo vivido ese año, era un bálsamo para su alma. Aunque no acababa de creer que su confidente era nada menos que su maestra.
-Sin darse cuenta, lágrimas tibias de desahogo corrían por sus mejillas empapando la blanca camisa de Ana.

-Disculpá profe, no quise hablarte así, no es que sea maleducado, es que...a veces me siento solo, no tengo con quién hablar, Nicole también tiene sus problemas, y en casa no hablo mucho...y bueno, no es nada, perdón si te falté el respeto...
-No lo hiciste, y para lo que pueda ayudarte me encantaría serte útil. Entiendo todo lo que sentís, no creas que me es ajeno, no al pedo tengo 46 años jaja -Dijo con una suave y adorable sonrisa. Tenía los labios pintados con labial rosa, detalle que a él se le hacía tierno. Ana también había soltado dos o tres lágrimas. Tomó al muchacho del rostro, y secando sus mejillas, le dijo:

-Entiendo lo que sentís y tenés derecho a sentirlo. Pero a partir de acá debés ocuparte de vos, de lo que realmente importa, ¿sí? Por ejemplo tu carrera escolar y tu futuro en la universidad. Estudiá, tratá de aprobar las materias que te llevaste y terminar quinto año de la mejor manera.

-Sí. Gracias, Ana... -Fue todo lo que él atinó a decir.
-Gracias a vos.

Ana ocultó la pena que le había causado la historia, era una mujer sensible, sobretodo al llanto de los demás, pero no quiso mostrar el resto de sus lágrimas hasta que él se hubo retirado.
César volvió a su casa con el corazón lleno de sentimientos, pero con la cabeza en alto y una sonrisa de alivio y sincera alegría en el rostro.

La quiero, Miss.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora