-¡Chissst! - Mi madre tira de mi brazo con más fuerza aún y me tiro contra la puerta de la cocina (que está cerrada).
Hago una mueca de dolor cuando mi hombro impacta contra el duro cristal que ni siquiera se rompe ante tal golpe. Alzo la cabeza con el pelo tapándome la cara y miro la sombra que recorre el salón de lado a lado con algo en su mano derecha, parece ser un hombre aunque el pelo le llega a la altura de los hombros. Va encorvado y camina de manera lenta, como si le pesaran demasiado las piernas.
-Daniela... tienes que irte
Mamá me empuja muy rápido por el corredor y luego por la entrada. La puerta de la calle se abre de golpe y entra otro hombre muy alto (este no va encorvado), tiene el pelo corto y castaño, su expresión es dura. Choco contra él cuando entra del todo en la casa sacando una pistola de su pantalón, mete una bala en la recámara y ladea la cabeza apuntando hacia la puerta del salón. Otro disparo resuena en toda la casa y esta vez el ruido me hace daño en los oído asique me los tapo cerrando fuertemente los ojos. El primer hombre cae junto al cuerpo inerte de mi padre, de su cabeza sale un chorro de sangre muy roja que mancha todo el suelo.
-¡Alexander! ¡Llévatela, corre! Tienes que ponerla a salvo.- Casi grita mi madre mirando al chico con los ojos encharcados.
La sangre me hierve y siento el calor en mis mejillas.
-¿Y tú Molly? ¿Y Louis y Meggie?- Dice Alexander con la voz ronca pero firme y grave.
Una lágrima rueda por mi cara y la gota cae en el suelo, no me doy cuenta de que mi madre también llora. Niega con la cabeza y me llevo una mano al pecho mirando al techo, hacia el piso de arriba, no soy capaz de articular palabra.
-Vamos... ¡Marchaos!- Ruge mi madre empujándole con demasiada fuerza- Yo estaré bien, me llevaré a Meggie lejos.
-¿Y Louis?- Me atrevo a preguntar con voz áspera.
-Se lo han llevado... no pude hacer nada...- Responde ella sin mirarme.
Alexander gruñe y me agarra de la mano tirando de mí sacándome de la casa...mi casa. Miro a mi madre en la puerta mirándome con la expresión serena y tranquila mientras un velo de lágrimas me cubre los ojos y las mejillas.
Me doy con la puerta de un todo terreno negro en el cogote y hago una mueca el sentir el frío metal, cuando estoy sentada en el asiento beis de cuero miro al frente restregándome el dorso de la mano por la cara, me paso la lengua por los labios y me sorbo los mocos. Alexander se sienta en el asiento del conductor, pone las llaves en el contacto y las gira hacia la derecha. El motor ronronea y el coche empieza a circular por la carretera llena de baches. Vuelvo la vista atrás, mi madre ya no está en las escaleras del porche y la puerta de color negro está cerrada. Se me escapa un sollozo y me tapo la boca con una mano.