-Elizabeth, bastante bien que se te da ignorarme las llamadas luego de siete años. Además, ¿no es loco que tenga que exponerme ante el FBI por ti?
Tras la finalización del instituto ella escapó lejos de él con una sola finalidad; alejarse de su burb...
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"No eres la única que tiene problemas.
Ambos los tenemos.
¿Y ellos? Tendrán que sobrevivir a los nuestros"
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📍 Philadelphia , PA
—Resulta que no son idiotas los niños, y literalmente me emboscaron en mi espacio para hacerme confesar que era el padre.
—¿Qué?—tartamudeó Betty.
—Ellos no quisieron llamarte.
—¿Me estás jodiendo?—preguntó mirándolo.—¡Son niños! ¿Cómo puedes simplemente no avisarme y dejarlos irse?
—¿Y qué esperas que haga?
—Eres un idiota—esta caminó para subir con sus hijos pero Jughead soltó:— ¿Y un hijo de puta también, no?
—Si, también—molesta subió.
—Al parecer hay que decirte todo—Lisa negó saliendo de la cocina.
—Ahora, ¿Qué hay que decirme?—preguntó de mala gana.
—Que también vayas.
—¿Y que Betty termine haciendo un escándalo?
—Puede, pero también los niños deberían escucharte junto a ella.
Este no dijo nada y subió, vio como Betty estaba resignada— Les pedí que no traben la puerta, ¿Puedo hablar con ustedes?
—¡Eres una mentirosa!—gritó Amelie, y a medida que Jughead se acercaba supo que la niña estaba llorando.
—Am, por favor.
—¡Siempre estuvo vivo!—se quejó.
Max no lloraba, pero si estaba molesto. No era que estaban molestos solo con Betty, porque lo cierto es que con Jughead también. No sabían de mucho—tal vez de nada—, pero para dos niños que siempre sufrieron de la ausencia de su padre era doloroso. Tenían solo seis años y si bien no recordaban todo, lo rubia si lo hacía.
Cuando el niño comenzó a dibujar personas—que no eran más que palos y círculos— dibujaba a su padre para "recordarlo de la guerra". No había guerra como tal, hacía años que no había pero eran niños, no sabían eso.
Y si, había sido una justificación y mentira muy pobre, pero ella sostenía que algún día les iba a decir la verdad... sin embargo las cosas no se dieron como ella creyó.
—Sinceramente muy pobre tu mentira, igual—habló Jughead, y cuando esta se volteó la vio con los ojos cristalizados.—¿Por qué eres tú quién siempre termina llorando?
