Capitulo 7

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CAPÍTULO 7

Estaba retorciéndose de dolor en la cama, a pesar de lograr sacarle el plástico quemado Oliver tenía que conseguir más medicamentos para asegurar su recuperación.

No era la primera vez que estaba frente a un moribundo, pero era de las pocas veces en las que le importaba el destino de este.

Tomó el teléfono con manos temblorosas

-Avery ¿Que...

-¡Está despierto!-Gritó aterrada- Oliver, está retorciéndose ¡¿Que hago?!-El pánico inundaba su cabeza, toda la calma y claridad se le esfumó y no tenía idea de lo que tenía que hacer.

-¡Escúchame, tienes que calmarte!- Tenía dos opciones y en una de ellas tendría que esconder otro cadáver- Toma la morfina que está sobre la mesa de noche y aplica lo que queda, estaré ahí en cuanto pueda, ya tengo todo lo necesario.

Lanzó el teléfono a la cama y tomó la jeringuilla, nunca había inyectado a alguien que le preocupara lastimar, además Mello se retorcía demasiado.

-¡No, no te levantes!- Se sentó en sus piernas deteniéndolo mientras clavaba la aguja en el brazo, poco a poco sus músculos se fueron destensando hasta que logró quedarse quieto.

-¿Dónde estamos?-Apenas lograba hablar y tenía los ojos llenos de lágrimas.-¿Kath?

-Estamos en mi casa, estás a salvo. Ya habrá tiempo para todo esto, solo duerme.- la voz se le quebraba entre cada frase, tomó la mano herida del muchacho y la sostuvo con firmeza- La medicina llegará pronto.

Se tiró junto a él en la cama, tenía miedo. Miedo de que Cecilia la odiara, miedo de que Mello se muriera, miedo de no saber qué hacer con su vida luego.

No se había dado cuenta de que ya estaba llorando, tal vez el tiempo en la mafia no la había hecho tan fuerte. Tal vez se había llenado de adrenalina para olvidar lo que sentía, tal vez por eso se durmió llorando.

La luz del sol le calaba en los ojos, estaba cubierta por una manta y Oliver dormía en una silla. Tenía la mano de Mello entrelazada en la suya, con cuidado la soltó y se bajó de la cama.

Estaba dormido profundamente, la cama tenía manchas de sangre por todos lados y el suelo estaba hecho un desastre de vendajes sucios y envolturas.

Sus heridas ya estaban curadas, después del shock se había dado cuenta de que tal vez no eran tan graves como pensaba, dejarían una fea cicatriz y de verdad esperaba que no perdiera el ojo; pero al menos no se iba a morir.

Tres días después de la explosión Mello despertó en la madrugada, no se separaba de él en todo el día, evitaba salir de la habitación cuanto podía con tal de evadir las miradas de Ceci que le atravesaban hasta el alma con odio y pena.

-Creo que ambos tenemos cosas que explicar.- Apenas podía escucharlo, todo lo imponente de su voz profunda se había minimizado un susurro.

La noche llena de susurros se sentía extrañamente íntima, sentados en la misma cama justificando acciones superficialmente estúpidas.

Sentía que podía decirlo todo, que podía hablar sin pensar mil veces cada palabra que elegía.

-Me gustaría que empezaras tu explicándome porque explotaste un edificio contigo dentro.

Una sonrisa dolorosa se manifestó en su rostro, estaba adolorido, y no solamente físicamente.

-Perdí.- Aun siendo un susurro logro notar la grieta en su voz.

-Los vivos no pierden.-

Ofreció de nuevo su mano, el calor era reconfortante, en este mundo había alguien tan jodido como ella a su lado. Ambas palmas se cerraron juntas, en un silencio que se sintió como las palabras más empoderantes que alguien pudo haber dicho.

Sin una sola letra se dijeron que estaban ahí, logrando mantener dos vidas en pie.

Headless MonarcDonde viven las historias. Descúbrelo ahora