Como cada mañana, Harry se preparaba para un nuevo día en el colegio... Guardar los libros correspondientes a aquel martes soleado y caluroso, ponerse su uniforme el cual consistía en una chomba bordo con unos pantalones negros, y por último bajar a tomar su desayuo. Su madre, Anne, lo esperaba sonriente en aquella rota y vieja madera que ellos lo consideraban la mesa. Paso a explicar que la familia del joven no era muy adinerada que digamos y por lo tanto, tenían un humilde rancho alejado de la ruta y rodeado por un solitario campo. No era lo mas lujoso pero ellos se mantenían arropados en los duros inviernos de Londres, y con comida todo el año.
Pasados unos veinte minutos y terminado el desayuno, Harry comentó
-Mamá, voy a esperar el autobús en la ruta así no lo pierdo.
-Perfecto hijo, que te vaya bien en el colegio.
Dicho lo cual, el pequeño emprendió un largo camino hacia la ruta. Pero lo que Anne no sabía, es que Harry nunca tomaba el autobús, sino que prefería caminar (aunque sea un duro y aburido recorrido) hacia su escuela y así no sufrir las constantes risas y burlas de sus compañeros en el colectivo escolar.
Sonó el timbre que indicaba el recreo. Harry fue hacia una mesa en el parque no muy alejada de las demás ya que estaban todas muy juntas. El pequeño empezó a comer el sándwich que su madre le había preparado con lo que tenía en la casa, por lo que sólo consistía en una feta de jamón. Le gustaba estar solo, prefería eso antes que estar con alguien que se ría constantemente de él y sus preferencias sexuales, así que no estaba disgustado con aquella soledad.
Jack, el "líder" de la escuela y dueño de los corazones femeninos, se encontraba jugando al fútbol en las canchas del colegio junto a su grupito de idiotas (o eso era lo que pensaba Harry), y como cada día el niño perfecto, el amo, el héroe (que por si no han notado hablo de Jack un poco MUY sarcásticamente) se dedicaca a torturar a Harry tanto física como psicológicamente. Y este día no iba a ser la excepción. Cuando el matón lo vio allí sentado en la mesa, solitario y comiendo su sándwich, se le ocurrió una malvada idea para hacer sentir mal al pequeño indefenso. Una vez con la pelota en sus pies, la pateó con tanta fuerza y puntería como para pegarle justo a Harry en la cara. Y así fue, tirando su sándwich al suelo quedando totalmente destruído e incapaz de ser comido. Y no agreguemos que Harry quedó con un gran dolor en la parte izquierda de su cara (y seguramente, más tarde, un moretón). Cansado, pero ya acostumbrado, se levantó del suelo y sacudió todo rastro de hojas secas que quedaban en su uniforme. Ahora lo único que le quedaba era esperar a que toque el timbre para poder entrar a la siguiente clase.
En la hora de gimnasia, el chico había llegado tarde pero el profesor lo perdonó y ordenó que se ponga a la par de la clase. Ese día, iban a hacer una carrera de atletismo y por lo tanto, el grupo se tenía que dividir en dos. Julie y Tom estaban a cargo de elegir a los compañeros y así formar dos grupos. Los demás iban siendo elegidos y, una vez más, Harry quedaba para lo último. Julie lo eligió, sólo porque ella sabía que el joven era veloz y eso le convenía al grupo. Pero todos sabian que ella no le tenía ni una pizca de compasión.
Ya en la línea de salida, Harry se preparaba para poder finalizar la carrera ya que era el último. A su lado, tenía a un rubio un poco mas bajo que él pero con la maldad a flor de piel. Cuando Harry estaba distraído, aprrovechó para desatarle los cordones de las zapatillas al pequeño simulando que ata los suyos. Harry se hechó a correr y por un momento todo iba bien, él iba llevando una gran ventaja a comparación con el chico del otro grupo. Los gritos de festejo por parte de su grupo se hacían oir y los saltos para "alentarlo" tambien se veían. Pero nunca nada le salía bien al chico, por lo que casi llegando al final, se tropezó con sus cordones anteriormente desatados por aquel injusto joven. Las risas por parte de ambos grupos no se hicieron esperar, las burlas llegaron más rapido de lo pensado y los insultos también se escucharon. "Maricón" "No servís para nada" "Ojalá tu madre te hubiese abortado" "Gay" todo eso y más llegaba a los oídos de Harry y aunque no lo demostrara, aquello le dolía más que cualquier raspón de rodilla, como aquel que se acababa de hacer en su derecha. Cuando ya todos se habían retirado, Harry se levantó del suelo totalmente herido, y no sólo físicamente.
El último timbre sonó indicando la salida. Todos los estudiantes se dirigían cuales soldados hacia el colectivo escolar lo mas rápido posible para poder despegarse del colegio y todas sus exigencias. Ya con el motor encendido, emprendió el camino de todos los días para dejar a los alumnos en sus respectivas casas. Harry, sentado en uno de los primeros asientos sin compañia, iba mirando por la ventana pensando lo menos posible, mientras que uno de los amigos de Jack iba gateando hacia su asiento con la intensión de robarle la mochila. Y en un rápido movimiento, lo consiguió. Harry gritó y se hizo escuchar entre todas las risas, aunque eso no hizo que le devuelvan su mochila.
Totalmente humillado y con unas pocas lágrimas en sus verdosos ojos, bajó del autobús con su mochila, nuevamente, en su espalda. Se preparó para caminar ya que siempre le pedía al chofer que lo deje unas cuadras antes de su rancho y así evitar que sus compañeros vean el lugar donde vivía.
Quería, necesitaba estar solo. Es decir, siempre estaba solo sin nadie que se acuerde de su existencia, pero ahora quería estar sin nadie alrededor, sólo rodeado de aquellos secos y largos pastos. Por lo tanto se acercó, lentamente, hacia un gran árbol el cual a simple vista se podía observar viejo y con algunas marcas naturales. Éste sostenía una larga soga, algo gastada, y en la punta de ésta una goma de camión caía suspendida en forma de hamaca. Aquel lugar era como su escondite, o como él solía llamarlo, su punto de paz. Cuidadosamente, se trepó hasta llegar a sentarse en la goma y empezó a pensar. Los abusos, las brutales golpizas, aquellas despiadadas risas, las burlas... Él era fuerte, pero todos tenemos un límite...
Anne estaba preocupada y eso se podía notar a leguas. Su pequeño Harry no solía llegar tarde de la escuela, y ésta estaba siendo la excepción. Esperó minutos... Hasta llegar a los sesenta, pero el chico no daba señales. Con el corazón en la mano, su madre salió a recorrer los campos por si estaba allí. Gritaba su nombre, juraba que lo hacía con todas sus fuerzas, pero evidentemente eso no era suficiente. Varios metros alcanzaron para que Anne divise a su hijo. Lo vio, pero no de la manera que esperaba. A la luz del sol lejanamente en el mencionado árbol, se podía divisar un frágil e inerte cuerpo colgando de la soga que, anteriormente, sostenía aquella "hamaca". Harry trató (lo que juró antes de tomar aquella tan fuerte decisión) de ser fuerte y que el maltrato escolar no lo perjudique. Pero hay veces en que aquellas palabras te entran tan fuerte que hacen un "click" en la cabeza. Y eso fue lo que le pasó al pequeño.
Anne cayó destruida al sucio suelo. Había llegado tarde, no pudo salvar a su hijo. Nunca supo qué pasaba, pero veía raro a su hijo. Jamás fue capáz de preguntarle por miedo a no poder ayudarlo en su poblema. Pero ahora todos esos errores le revolvían la cabeza cual mar en tormenta. Harry, su pequeño, su hijo, era su vida y ahora Anne se quedó sin ella...

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You destroyed me || Harry Styles {gay}
Short StoryLas risas, las burlas, los golpes, la no aceptación sexual... Harry siendo tan pequeño sufría tan grandes problemas y lo peor, es que su madre no estaba enterada. Él era fuerte, pero todos tenemos un límite... -|||||||- BuEeno bue este OS sí es mio...