Capítulo 19

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Wisconsin, Estados Unidos 🇺🇲

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Wisconsin, Estados Unidos 🇺🇲

Al cerrar la puerta sentí como mi corazón se me arrugó, sé que debí haberla escuchado, pero aún no me siento preparado para entender que Amelia si es culpable de la muerte de mi hija.

No solo me siento mal por lo de la niña, sino también me acabo de enterar que la mujer que amo espera un hijo y no precisamente es conmigo, caminé hacia la cocina y abrí la nevera.

—Que belleza ya no me quedan cervezas —dije, iba a llamar a la tienda que hay aquí en el edificio, pero tocaron la puerta.

Toc, Toc ✊🏻

Abrí la puerta y me encontré con David.

—Tienes una cara que si yo no fuera un macho pecho peludo aquí mismo te llenaba de besos y de abrazos —me dijo mientras entraba, yo bufé.

—Deja así más bien —le dije, David soltó una carcajada.

—Pero algo si es muy cierto, tú tienes una cara patética —me dijo David mientras se sentaba en el sofá, yo me senté al lado de él.

—Es que tu pretendes que yo esté demasiado feliz, o sea se murió mi hija, y tú sabes que yo la esperaba con demasiada ilusión.

—Sé con cuánta ilusión esperabas a esa niña y además hiciste muchos sacrificios por ella como por ejemplo casarte con la loca de Susan.

—Hablando de ella, también me afecta pues que ya sea una persona estéril, eso la tiene demasiado afectada —añadí.

—Aunque no lo creas es un favor que le hizo el universo a la humanidad, Susan es un peligro como mamá, en mi caso si volviera a nacer y mi mamá fuera a ser Susan, yo prefiero no nacer —David comenzó a reírse.

—Ella no es tan mala —dije, David negó.

—Es que Susan no es mala, solamente es la reencarnación de Lucifer —yo rodeé los ojos —sino mira como le ha hecho la vida imposible a la pobre de Amelia.

—Hablando de ella, imagínate que hace rato me la encontré aquí en el pasillo —le conté mientras le señalaba la puerta, David abrió los ojos.

—¿Y qué pasó? —me preguntó.

—Trató de explicarme de cómo fueron las cosas —agregué.

—Y obviamente tú la escuchaste.

— En realidad no la escuché —David negó y me dio un leve golpe en el hombro —deja la agresividad —exclamé finalmente.

—Ja, yo no fui agresivo contigo para las ganas tan horribles que tengo de matarte, es que tu definitivamente no cambias, es más como dice el dicho, genio y figura hasta la sepultura.

Luego de que David hablará hasta casi ahogarse, yo respire profundo y le dije.

—No entiendo ni puta idea de lo que tanto hablas.

Amelia, quédate conmigo [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora