📖TREINTA Y SEIS📖

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-... yo también quiero protegerlos a ustedes...

Se giro para mirarme. Nunca había tenido una conversación tan seria y honesta con el, ni siquiera una conversación por la noche.

-¿por qué? - quiso saber, quizá ambos teníamos la misma duda.

¿Por qué? Había buscado la respuesta a esa pregunta en mi padre y nunca me detuve a pensar, porque lo quería yo. Quizás era egoísta, quizás sólo era curiosidad... No, era algo más... Era lo más lógico.

-porque estas tan cerca, pero aún así eres inalcanzable - respondí intentando ordenar mis pensamientos - he visto el fantasma del pasado atormentarte por años, tu y mamá aun tienen miedo del exterior, pero a la vez salen constantemente por mi... - no sabía si me entendía, yo mismo no lo hacía, solo decía lo primero que me venía a la mente y esa debía ser mi verdad - se que soy su único hijo y que quizá hasta se preguntan si lo están haciendo bien, temen hacerlo mal, por eso me protegen de todo, pero con eso solo me alejan de ustedes...

» es como si estuvieran en cuerpo presentes pero sus mentes siempre estuvieran en el pasado y ya no quiero eso, ya no quiero ver como eso los consume - hice una pausa, debía decirlo - sobre todo a ti... Aunque quiero evitarlo, no los conozco lo suficiente, no sé qué los atormenta y no puedo ayudar - las conversaciones nocturnas siempre eran problemáticas, pero quizá, solo quizá, esto me ayudaría a convencerlo - todo el mundo le teme al gran Levi Ackerman, pero el le teme a perderlo todo, eres el héroe de muchas personas pero yo veo que cargas con el peso del mundo pasado. - queria decirle sobre el diario, pero era más importante los matices de expresiones que me estaba mostrando: confusión, preocupación, consternación, tristeza, orgullo, felicidad, temor... - en algún momento eso te va a destruir y ahí es donde yo tengo miedo, miedo de que te perdamos a ti y en su dolor pierda a mamá y me quede solo, son mis padres, ¿qué hare si los pierdo a ambos?

Ya esta, había salido mi mayor temor, mi verdad.

Una vez Reiner me había dicho, que los años más difíciles de su vida fueron los últimos de la guerra y los primeros dos de la paz, a quienes perdió, a quienes sacrifico y a quienes mato, lo habían perseguido todo ese tiempo, lo que le provocó que tuviera ganas de morir, lo intento. Al final, dijo que la última vez, recordó que si el había sobrevivido después de tanto, debía vivir por los que ya no estaban. Pero, me preguntaba si el dolor de Levi era comparable con el de Rainer, no era posible, pero eso no me preocupaba, lo que sí lo hacía era imaginarme que poco a poco mi padre parecía perder el interés a haber sobrevivido, sus recuerdos lo acosaban día y noche, ¿cuánto más resistiría?

No hubo respuesta, ni en ese momento ni en el resto de la noche; tampoco añadí nada y deje que el volviera su vista al techo. Eventualmente me quede dormido, con la esperanza de que lo escuchara entre sueños, si es que el hablaba.

La respuesta ni siquiera llegó en lo siguientes días, volvimos a nuestra tranquila rutina al día siguiente, Levi se había quedado dormido conmigo como espere y Ami nos había cachado pero no lo menciono. Los días se volvieron monótonos: despertar, desayunar, limpiar, comer, libre, libre, cenar, dormir y repetir. Al principio no me atreví a tomar nuevamente el diario, dudaba que fuera lo correcto, quizá debía devolverlo y fingir que no había pasado.

La curiosidad  me venció al tercer día, era sábado y había encontrado la forma de seguir leyendo durante el día: mientras revisadaba mi cuarto encontré uno de los libros que una vez me regalo Armin, hablaba sobre un mundo donde no existían los titanes, donde todos andaban con extraños objetos en las manos con los que se comunicaban y otras cosas extrañas, sonaba tan descabellado pero a la vez tan real que fue mi libro favorito durante años; pero lo mejor de todo, tenía una cubierta, una que podía quitarse y ponerse, así que se la quite y si la puse al diario. Si alguien preguntaba, solo debía mostrar dicha cubierta y no haría falta más.

El día era soleado, como podía esperarse del verano, ya había acabado mis actividades del día, así que tomé el diario y salí a mi lugar favorito en el jardín. Algo muy normal en mi, tanto que Ami no se molesto a preguntar a dónde hiba; Levi estaba en la sala de estar, leyendo el periódico del día, no habíamos hablado mucho en los últimos días, así que solo le lance una mirada al pasar y seguí mi camino. Una vez en el jardín, en mi lugar, me acomode y abrí el diario, aquí hiba de nuevo...

«Teníamos un trabajo que hacer.

Usamos las escaleras de la policía militar para subir a la superficie. Con el hombre de traje habíamos usado las de un político importante, así que esta vez no salimos en el mismo lugar. Esta vez estábamos a unas pocas calles de lo que hoy son las oficinas generales de todos los grupos militares, era algo así como la sede central de toda operación, pero ese no fue nuestro destino aquel día.

Tan pronto estuvimos en la superficie, nos hicieron subir a uno de esos carruajes. Apenas si hablamos en el viaje, lo que era sorprendente ya que mi a Isabel ni a Ami les paraba la boca cuando estaban juntas, ahora solo se limitaban a intercambiar miradas preocupadas. El viaje fue largo, tanto que fue hasta el anochecer que llegamos al Cuartel General de la Legion de Reconocimiento. Erwin nos condujo hasta la entrada del lugar, era un gran edificio, por no decir que era un castillo casi en ruinas; asignó a uno de sus subordinados a que nos llevarán a nuestras habitaciones después de darnos el uniforme de la legion: unos pantalones blancos, botas cafés, unas extrañas cintas del mismo color, una camisa blanca y un saco corto color café con aquel llamativo y esperanzador escudo, las alas de la libertad (que gran mentira).

La habitación que nos asignaron estaba en lo que bien pudo ser el establo, todo lleno de suciedad.

-se que vivían en suciedad allá abajo, pero mantengan su dormitorio limpio-amenazó uno de los subordinados de Erwin, quise golpearlo pero Farlan me detuvo.

Ami e Isabel también parecían tan ofendidas como yo, pero no dijeron nada, se supone que no debíamos causar problemas. No podía dejar de contar los minutos que faltaban para terminar el trabajo y vivir en la superficie, o por lo menos eso esperaba poder hacer.»

Levi's diaryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora