13. La vida es una fiesta en los Paises Bajos.

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Merci, amie.

Adrien

De todas las nacionalidades que he conocido en toda mi vida de futbolista, la más extraña, sin duda la de mi mejor amigo: Matthijs De Ligt, cuyo origen es los Países Bajos. Y no es que sean raros en el mal sentido, sino que tienen una capacidad de olvidar muy bien planteada. Suelen dejar atrás todo lo bueno y también lo malo. Matthijs no se detiene a lamentarse nunca, pero tampoco festeja en demasía cuando algo bueno le sucede. Los franceses no somos así, es más, no podríamos ser más diferentes de eso. Nos obsesionamos con algo. Cuando nos sucede algo malo, le damos vueltas una y otra vez, pensando qué salió mal, repasando todo lo que hicimos para que eso saliera mal y sobre todo, pensando que habría pasado si las cosas fueran diferentes. Suena como un dolor de cabeza constante y a veces lo es. También al contrario, cuando nos pasa algo bueno, lo vemos en la cabeza millones de veces, tratando de revivirlo. Y por eso es que me he pasado del lugar de la fiesta.
-Era dar vuelta a la derecha, cinco calles atrás me dice Adriana, mirando el gps en su celular.
-Ya se, pero ahorita llegamos- respondo, como queriendo tapar mi error. Pero es que mi error se debe precisamente a que he estado pensando en todo lo que ha sido de ayer a hoy. Como hace poco más de veinticuatro horas, ella estaba aún con Pierre y ahora está acompañándome a la fiesta de mi mejor amigo, donde estarán todos los miembros del equipo, que seguramente sospecharan algo , al verla por segunda vez conmigo.
-Es por ahí!- dice, señalando la entrada a un complejo residencial. Freno apenas a tiempo. Con un carajo, Matthijs tiene que hacer sus fiestas en un lugar donde no habíamos estado antes? Y eso es precisamente parte de su pensamiento neerlandés.
-Ya lo sabía- digo. Adriana me mira con los ojos entrecerrados.
-Mentiroso- extiende su mano para bajar el volumen de la música y a la vez la baja y la pone y en mi pierna.
-No hagas eso, me distraes- sonrío- además , el guardia de la entrada...- insisto. Adriana sube la mano y me acaricia la entrepierna- No, Adri!- le digo, riéndome. Ella también se ríe y retira la mano. Bajo la velocidad del auto para quedar detenido frente al guardia.

Adriana

-Buona sera- saluda Adrien en un italiano muy cantarín.
-Buona sera signore.
-Eh... sono Adrien Rabiot, per il festeggio di
Matthijs De Ligt.
-Va bene ...- el guardia revisa una lista y hace un pequeño rayón en la misma.  De inmediato, presiona un botón que en automático, abre la reja y nos permite pasar.
-Grazie- indica Adrien.
-Prego, Signore Rabiu.
-Rabiot- corrige él, sin muchas ganas- sai? Va bene cosí- se arrepiente de su corrección al ver que el guardia ya no lo escucha.
Avanzamos en las instalaciones de aquella privada residencial hasta divisar una casa que sobresale de entre las demás. Coches de todo tipo , todos ellos, nuevos y muy caros, decoran el camino. Mucha gente de clase alta debe vivir aquí. Aunque por lo que ha dicho Adrien, esta no es casa de Matthijs.
-Sabes que!?- digo, de repente- No hemos traído ningún obsequio para Matthijs!- miro a Adrien pero titubeo, aquella afirmación suena como si fuéramos una pareja de años que da regalos en conjunto- es decir... no traje nada para él... no sé si tú.
-No- niega- tampoco.
-Qué pena- digo, hundiéndome en mi asiento.
-Por qué? Matthijs es amigo y no creo que esté ansioso esperando regalos.
-Tú crees?
-Si, de hecho dudo que alguien haya traído.
-Espero que tengas razón .

Adrien.

-Bueno, me equivoqué- digo, cuando Adriana pone cara de angustia al ver una mesa completa dedicada a llenarse con los obsequios que todos han traído para Matt.
-Adrien, qué vergüenza!- dice- además de que seguramente van a decir que, qué hago yo aquí, no soy ni su amiga ni soy tu... es decir, no soy nadie- ella me mira dudando un poco, sé lo que está por decir pero también sé que no se atreve a ponerlo con palabras, así que la interrumpo.
-No dirán nada, Adriana. Mira, ven, vamos con Matt- la tomo del brazo con cierta reserva, anoche, y hoy por la mañana, nos entendimos muy bien estando juntos, no sentí en ningún momento incomodidad al estar con ella en la intimidad... sin embargo, ahorita, se siente extraño. No sé bien qué hacer ...tomo su mano? La abrazo? Que le digo a los demás? Que le digo a ella? Podré besarla como si nada?
Es increíble pensar que he estado ya tres veces dentro de ella y ahorita no me siento con la mínima confianza de tomarle  el brazo para guiarla hasta donde Matthijs abre una botella de whisky.
-Jeux anniversaire mon ami !- le digo a Matt, quien voltea de inmediato y responde mi abrazo.
-Merrrrrci- dice él, exagerando la R- mon fratello!- su voz suena relajada, y usa el italiano porque es lo que hacemos, al estar en la Juventus, hablar el lenguaje se vuelve algo de todos los dias, aunque solemos mezclarlo con el nuestro propio o el de la persona con la que estamos hablando.
-Todo se ve muy bien- digo, para evitar el tema de los regalos que tanto aflige a Adriana. Ella le extiende su mano a Matthijs.
-Hola, feliz cumpleaños... no te trajimos regalo- dice, sonrojada. Matthijs me mira, queriendo reír y no aguanta, suelta una carcajada y para mi sorpresa y la de ella, la abraza con demasiada fuerza y cariño. El gesto me confunde, pero no lo demuestro.
-Oh, come on! - Matthijs sigue riendo y ahora solo la rodea con un brazo como si fueran viejos amigos. Adriana abre sus enormes ojos y me mira, ahora la angustia se dirige a mí- No te preocupes por eso- le dice Matthijs- Adriana, cierto?
-Eh.. sí, sí- ella se arregla un poco el pelo que quedó despeinado con el efusivo abrazo de mi amigo. El cual yo aún no comprendo- dónde está el baño?- pregunta ella- necesito arreglarme un poco el pelo- su mano trata de acomodar pero es difícil, ya que su cabello es bastante rebelde.
-Ah! Perdona!- Matthijs se ríe- si, está al fondo de ese pasillo largo y a la izquierda- indica. Adriana sonríe y se va hacia el baño.
-Que te ofrezco de beber?- me pregunta Matt al tiempo que chasquea los dedos para llamar a un mesero.
-Señor?- el mesero se dirige a mi con excesiva educación, incluso agacha un poco la cabeza.
-Una copa de Pinot noir, por favor- respondo. Él se aleja, dejándome nuevamente a solas con mi amigo.
-Es muy bonita tu "amiga"
-Por cierto, como sabes su nombre? No recuerdo habértela presentado anoche.
-No, no lo hiciste y muy mal, eh! - Matthijs me da un ligero empujón en el hombro. En ese momento el mesero me entrega mi copa- pero todo mundo supo que habías asistido al evento con una tal "Adriana" y es fácil recordarlo, pues se llama igual que tú.
-Es una amiga de la infancia.
-Debe ser muy cercana a ti, si la invitas a un evento privado de nosotros por segunda ocasión.
-Pues sí lo es, es muy cercana.
-Sólo es tu amiga?
-Sí.
-Claro, crack, entiendo- Matt me guiña un ojo- ahí viene de regreso- me indica, a la vez. Volteo hacia el pasillo y a pesar de tener años de conocerla, a pesar de haber llegado con ella, no puedo evitar recorrerla desde los pequeños pies hasta el cabello que ya no luce tan despeinado. Cuando llega hasta donde estamos, soy yo quien le pone el brazo alrededor de los hombros.
-Quieres tomar algo?- pregunto.
-Pinot noir- dice ella. Miro a Matt y él sonríe como si de pronto, sin necesidad de mis palabras, entendiera todo.

Adriana

A Adrien siempre lo comparan con un caballo debido a su altura y delgadez. Si compararan a Matthijs con un animal, seguramente sería con un leon. Con su cabello rubio, ojos de un azul muy claro, y su cara en forma de corazón, tiene además una manera particular de entrecerrar los ojos, como para atacar alguna presa. Bueno, esa es la impresión que me da , aunque por los cuarenta minutos que ha estado platicando con nosotros, parece la persona más dulce del mundo. Creo que en un momento de la conversación , Adrien llegó a tener dos copas , una en cada mano, pues Matthijs había pedido a otro mesero una más ya que el primero se había tardado mucho.
-Buenas tardes- la voz desagradablemente familiar de la chica de anoche, la tal Sandra, me hace pasar saliva, sintiéndome incómoda al preciso instante.
-Hola- la saluda Matthijs, acercándose a besarle la mejilla.
-Buon compleanno De Ligt- le dice ella, más por cortesía que otra cosa, pues sus ojos se dirigen a Adrien de manera casi inmediata- Hola, Adrien.
-Buenas tardes, Sandra- él la mira y para mi deleite, no le besa la mejilla como lo ha hecho Matthijs- recuerdas a Adriana?- él me pone frente a sí, con su mano en mi espalda, enseñándome a la mujer, como si yo fuera una langosta que hay que elegir para comer.
-Por supuesto- Sandra me sonríe- cómo estás, Adriana?
-Bien, gracias- No uso su nombre, no quiero darle la más mínima importancia. El silencio momentáneo se apodera de nosotros y Matt, notándolo muy bien, interviene.
-Qué te gustaría tomar, Sandra?- dice el cumpleañero. Ella hace una media sonrisa y mira a Adrien.
-Puedo ser sincera?- puedo ver como saca un poco la lengua para mojarse los labios, es un gesto mínimo, pero muy obvio. Matthijs me mira y en sus ojos hay cierta incomodidad y a la vez, incluso percibo solidaridad.
-Claro, pero tranquila con las bebidas- dice el holandés, con una sonrisa, esta vez, abraza a Sandra- No queremos ver a Frabbota levantándote del suelo como anoche, cierto, hermosa?- su tono es amable pero sus palabras, no. Amo a Matthijs De Ligt!
Sandra se sonroja y esfuerza una sonrisa abochornada. El anfitrión de la fiesta acaba de humillarla ante Adrien, yo sonrío con toda la satisfacción posible. Siento a la vez, la mano de Adrien en mi cintura y como me atrae hacia él. Pasa su brazo alrededor de mí, hasta que su mano queda sobre mi abdomen y él abre la mano , con el dedo pulgar acaricia mi vientre. Sandra no pasa por desapercibida la caricia.
-Y desde cuando son novios?- suelta ella. Toma a la vez una copa de champaña de la charola de un mesero quien se detiene torpemente frente a ella.
-Eh...- Adrien duda y yo simplemente no sé que decir. No quiero aceptar frente a esta perra que solo somos amigos. Y segura estoy que hizo esa pregunta con toda la intención.  Nuevamente el rubio león sale a pelear por mi, por nosotros.
-Bah, el tiempo es lo de menos, saben? Lo importante es el amoooore - sonríe- y yo la verdad es que ya no aguanto la miel entre estos dos- dice mirandonos con un asco fingido- ademas, bueno, tras conocerse desde niños- enfatiza Matthijs- No me sorprende tanta cercanía, que dices, Sandra? Buscamos a Frabbota? No me ha dado mi regalo el muy hijo de puta!- De Ligt empuja levemente a Sandra y luego voltea hacia nosotros. Cuando el holandés me mira, me guiña un ojo. Tomo nota mental de enviarle una botella de whisky por su cumpleaños.

Merci, amie.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora