cygne noirⴰ༢ ( hyunin ) [en pausa]

011.

La noche había caído aún más rápido que otros días, lo único que iluminaba la gran habitación era la hermosa luna que se reflejaba por los vidreales.

Seungmin no espero mucho al ver a su acompañante dormido y empezo a levantarse, buscando su ropa por toda la gigantesca habitación, al hallarla no tardo en empezar a ponersela.

Changbin abrió los ojos y su cabeza se ladeo hacía el alto chico que se cambiaba.

— ¿te vas?.. - consulto con su voz ronca.

— ¿que más quieres que haga aquí?, ¿darte mimitos y dormir acurrucados?, vete al diablo. - se burlo Kim, sentandose en la cama para poder poner sus zapatos y abrocharlos.

En eso, es jalado hacía atrás por la mano del pelinegro, dejándolo en la cama y el contrarío subiéndose encima de el.
Seo se acerco con brutalidad a la boca del contratio.
Sus alientos chocaron.

— soy adicto a tí, no puedes dejarme ahora, mañana es domingo y tu no tienes que ir a dar vueltitas a la academia.

— no solo damos vuelti-

Seungmin fue callado por un beso, que empezó lento, pero a Changbin no le gustaban las cosas lentas.

Ambos terminaron fundiéndose en un apasionado beso desesperado, sus manos entrelazadas sobre las sabanas.

— esto que hacemos está mal..¿lixie?.. - hablo el castaño sobre el beso.

— ambos estamos solteros, ¿o no? - rodo los ojos el mayor.

— pero a ti te gusta el..

— también me gustas tú. - suspiro Seo, levantándose de encima del menor y sentándose a un lado de el.

— ¿y que quieres con eso?, ¿una relación poliamorosa? - se burlo Kim.

Y a Changbin se le encendió la lamparita.

— sí.

— ¿qu-qué?

( 🩰 )

El señor Yang nunca podrá olvidar los primeros años de la vida de su hijo menor, lo difícil que fue quedarse solo con dos hijos.

Cuando trabajaba, le inundaban pensamientos sobre Jeongin y lloraba, lloraba de la frustración todo el tiempo, lloraba porque por su culpa Jeongin no podía ser normal.

Recordaba muy bien el día que nació, en cuanto lo sostuvo en sus brazos lo supo, ese niño era la luz de sus ojos.

Jeongin crecio feliz, nunca le falto nada material, mucho menos amor de su familia.

Hasta que ese día llegó.

Jeongin tenía tan solo dos años cuando pasó.
Su padre lo mecía en sus brazos mientras estaba concentrado en la televisión, en el partido de baloncesto, su equipo iba perdiendo, y el estaba frustrado.

Jeongin se removía en sus brazos incomodó, su papá lo apretaba muy fuerte, el quería salir de ahí, no le gustaba.

El señor Yang al ver como nuevamente el otro equipo anotaba, elevo sus brazos diciendo un "Dios mío" y antes de que pudiera reaccionar, Jeongin ya estaba en el suelo.

Desesperado el adulto, se agacho hasta su hijo levantándolo, el bebé no lloraba, no se movía pero respiraba, entonces... ¿estaba bien, no?

El señor Yang se convenció a si mismo de que su hijo estaba bien, y lo dejo pasar.

Mala idea.

...

Todo el mundo sabía que Jeongin era un niño muy hiperactivo, con tres añitos corría hacía todas partes, no había quien lo detuviera.