Capítulo 4

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(Padres de Jordan e Ingrid)

Cariño—  llamó la mujer.

—Sí amor— le contestó su marido.

— ¿No crees que es tarde para que los niños hayan vuelto?

— ¡Ay mujer! Deja de preocuparte seguro que están bien y dentro de poco llegan— le aseguró él y le dio un beso fugaz en los labios.

Tocaron la puerta.

《 ¿Quién sería a esas horas? 》Se preguntaron ambos.

—¿Son padres de Jordan e Ingrid McCartney? — preguntaron unos robustos polícias.

《Oh...oh... detrás de esa pregunta nunca viene nada bueno》. La alarma de madre empieza a funcionar.

—Sí— contestó el padre nervioso.

—Señor y señora McCartney sentimos informarle de que Jordan e Ingrid McCartney, sus hijos, han tenido un accidente.

—¡Qué! ¡No!

El mundo se cayó encima de aquel pobre matrimonio.

****

[El accidente, minutos atras]

(Jordan)

Abrí los ojos con dificultad, estaba rodeado de humo, con un gran dolor de cervicales debido al impacto del golpe, menos mal que llevaba el cinturón puesto, si no hubiera sido así ni me lo quiero imaginar.

De repente recuerdo, Ingrid estaba conmigo.

— ¡Ingrid! ¡Ingrid!— la llamé apresurado.

No había alguna reacción.

— ¡Ingrid! ¡Ingrid!— volví a llamarla esta vez más nervioso.

Le dí palmaditas suaves en sus mejillas oscuras que sustituían ese bronceado moreno característico de su tez.

De nuevo no ocurrió cambio alguno.

—Ingrid, Ingrid, por favor— susurré.

Me fui acomodando lentamente al paso que mi cuerpo me permitía, después de unos cuántos minutos de sufrimiento y crujimiento de mis huesos conseguí quedar bien colocado.

Con cuidado deposité la cabeza de mi hermana en mi pecho, mientras acariciaba sus menudos brazos delicadamente.

—Des...des...pier...ta— mi voz era interrumpida por las lágrimas que bajaban de manera incontrolada por mis cachetes.

En ese momento no me importaba llorar, no me importaban que me vieran así, solo quiero que mi hermana vuelva conmigo.

El cansancio me invade y apoyo mi cabeza en una parte del asiento, toco el el pulso de Ingrid que parece disminuir cada vez más.

No sé qué hacer a estás alturas, estaba anocheciendo cuando tuvimos el accidente y ahora la oscuridad habita cada rincón del cielo.

Tal vez penséis idiota ¿para qué están los móviles? Pues bien no los trajimos, y para colmo la carretera es poco transitada, así que estamos perdidos. Estoy absolutamente cagado de miedo, sin móviles, sin nadie que nos ayude, sin que Ingrid despierte, su pulso disminuye y sin poderme mover ni hacer nada.

Entonces se me ocurrió una idea. ”Corriendo“, porque no puedo correr me apresuro a salir del coche, poco a poco, plagada de dolor me incorporo y salí del coche. Lo verdaderamente difícil es sacar a Ingrid y más cómo yo estoy, totalmente convaleciente.

Rodeo el coche lentamente y al paso de mi pierna herida me permite.

La saco y...¡Dios cómo pesa la jodida! Aunque bueno, no me quejo antes estaba mucho peor. Recuerdo cuando terminé el primer año de economía, al volver a casa la ví raquítica; apesadumbrada; su sonrisa no conservaba el fulgor con el cual podía iluminar hasta lo noche más oscura, su sonrisa si se le puede llamar así a enseñar dientes, evidenciaba que había mucho daño.
¡Dios! Me parece que fue ayer cuando mi hermanita vino corriendo hacia a mí, como si su vida dependier de ello; y esos llantos que ella creía silenciosos, mas eran sonoros. Y míranos, ahora estamos aquí.

—Jor...Jordan — me llamó debilmente.

Mi corazón rebozó de alegría al escuchar su voz, al oírla de nuevo. Nada se compara a que tus oídos tengan el placer de escuchar las notas altibajas de la voz de tu hermana, cuando has tenido un accidente. Sin duda alguna, esto era música para mis oídos.

— ¡Ingrid, Dios! —exclamé al fin — pensé que iba a perderte.

—Jordan — dijo en un leve susurro.

—Sí...

— ¿Por qué se enfadaran más papá y mamá? ¿Por tener el accidente conmingo u por estrellar el coche?

— Oh...Ingrid eso no se pregunta— dije —. Seguro que por estrellar el coche.

—Pues yo que tú me daba prisa por huir de casa —comentó mi hermana.

—Creo que tienes razón.

—Oye...¿ ahora como volvemos a casa?

—Hermanita...ni idea... —admití frustrado.

《Mi hermana aquí mal y yo sin solución alguna, sin duda soy el mejor hemano del mundo.》

《Espera eso es un... ¿coche?》 Puse atención, sí es un coche celebré mentalmente, estábamos salvados.

El automóvil que había escuchado hace unos segundos se acababa de parar unos metros delante de nosotros, el conductor bajó.

《Esto no es nada bueno, que Dios nos pille confesados 》Fue lo primero que pasó por mi cabeza al verle.

Era...

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