::10::

659 106 35
                                    

— Definitivamente, ese vestido me gusta para su cita de hoy.

— N-No es una cita.... No sea así.

— Umh. ¿No cree que... Un picnic es romántico?

— Sí... ¡Pero, este no es el caso! Sólo vamos a hablar.

— ¿Hablar de qué? Ya solucionaron las cosas.

— Bueno, ¡No sé! El Lord me ha invitado.

La ardilla se acercó a la eriza rosa, mientras apoyaba con suavidad el vestido bien doblado y planchado sobre los pies de la cama.
Se colocó detrás de ella, ambas mirando a Amy a través del espejo.

— ¿Sabe? Me hace recordar tanto a mi mejor amiga... Tenían una personalidad algo similar aunque en físico no se parecen en lo absoluto. —Con sus dedos empezó a peinar las desordenadas púas de la rosada hacia abajo.

— ¿Usted cree?

— Mhm. —pronunció mientras asentía— Se llamaba Nicole. Lamentablemente... También falleció en la guerra del reino.

— Oh, yo... Lo lamento tanto, Señorita Sally...

Todo quedó en silencio por unos cortos minutos.
Sally siguió peinandola, hasta que miró a la ventana, precisamente al sol.
Entrecerró los ojos para que este no molestara su vista, intentando descifrar más o menos que hora era.

— Creo que ya deberías ir. ¡Tu amado te espera!~ ♡ —Canturreó para molestarla, ambas finalmente riendo.

Cuando la ardilla salió de la habitación ella se vistió, lista para ir al picnic del cobalto.

_____________________________

El día estaba soleado, sin embargo no se encontraba muy caluroso.
Un clima digno de estar en la estación de primavera, las flores floreciendo en el gran campo que cubría miles de hectáreas al nombre del cobalto.

Y en un picnic rodeados de tanta fauna a cargo del albino, se encontraban los dos erizos, en silencio, disfrutando del ruido de los pájaros.

— Me alegra que todo se haya arreglado al final. —Pronunció con una sonrisa ladeada y los ojos cerrados, la suave brisa chocando contra su nariz.

— Oh, lo mismo digo.

Recostó su mano enguantada sobre el pasto, sintiendo como esta era abrazada por los leves y cuidados pastizales.
Hasta que, se sobresaltó al sentir otra mano encima de la suya.
Miró al cobalto, el cuál simplemente sonreía con los párpados aún cerrados.
Sus mejillas se tiñeron de un suave carmesí, aunque le gustaba la sensación de sus dos manos juntas. Por eso, procedió a entrelazarlas.

Luego de un rato de un cómodo silencio entre ambos, el azulado se levantó.

— ¿Qué sucede? —Inquirió ella, mirándolo curiosa.

— Tranquila. Iré a buscar más te, ya que se acabó. Regreso en un santiamén.

Dicho y hecho, se dirigió a la cocina con la tetera de porcelana en mano.
Acercándose a paso lento rellenó la misma, con una sensación de serenidad y a la vez de sentirse.... Lleno.
Era algo que comenzaba a experimentar solo cuando estaba cerca de ella. Y, honestamente, esperaba percibirlo siempre.

Comenzó a caminar nuevamente a paso tranquilo, con cuidado de no derramar el té, pero unos gritos hicieron que él levantara la guardia.

— ¡Mi señor! ¡Mi señor! —Corría alborotadamente por todo el castillo; mientras llamaba una y otra vez el nombre del azul.

— Aquí estoy; Señorita Rouge. ¿Qué sucede? —Tomó de una manera más fuerte la manija de la tasa, recuperando el equilibrio.

— Él lo sabe; mi señor. —Habló preocupada.

— ¿Cómo... Cómo que él lo sabe? —Murmuró desconcertado, sus ojos reflejando preocupación.

— La Señora Vainilla y yo fuimos al pueblo para hacer los mandados y encontramos esto. —Sacó de uno de sus bolsillos un papel realmente arrugado, luego de que él lo abrió y leyó, sus ojos se abrieron como platos.

— Inmediatamente alerte a todos. Debemos huir de aquí.

_____________________________

— ¿Por qué está guardando sus cosas, Señorita Sally? ¿A dónde va?

— Todos nos tenemos que ir, Señorita Amy. —Cortó, sin desviar su vista en su labor, guardando y doblando toda su ropa para acomodarla en un pequeño maletín.

— ¿Qué? ¿Por qué? ¿¡Nos han despedido y no me he enterado!? —Se asustó, imaginando lo peor.

— ¡No! Claro que no... Solo... Solo.. —Calló, sin saber si decirle la verdad— Solamente nos iremos a unas vacaciones, el Lord quiere ir a otra propiedad y debemos de salir hacia allí lo más rápido posible. —Mintió— Anda, empaca, hoy a la tarde casi noche, tenemos que estar listas para partir.

Asintió, también comenzando a guardar las nuevas prendas que el Lord le había comprado solo para ella.

_____________________________

— ¿Todo listo? —Preguntó el equidna mientras terminaba de cargar con la última caja en su carreta, luego de eso limpiándose el sudor de su frente.

— Falta el Señor Silver —Mencionó Cream, una pequeña conejita que estaba subida en los brazos de su madre.

— Probablemente siga despidiéndose de sus plantas. —Agregó la murciélago.

— Maldito seas, erizo plateado de pacotilla... —Insultó por lo bajo el rojo.

— Iré a llamarlo. Díganle al Lord que ya puede salir con su carruaje. —Se bajó de un salto la ardilla, corriendo hacia las partes traseras del jardín.

_____________________________


— ¿Por qué me trajo aquí, mi Lord?

— No había más espacio en la carreta para usted, Señorita Amy. —Mintió, soltando un suspiro de preocupación y acomodándose mejor en el cómodo asiento.

— ¿Sucede algo? ¿No está feliz con las vacaciones que vamos a tener? —Inquirió, con una dulce sonrisa en sus labios.

«Qué mierda le dijiste, Sally...», pensó a sus adentros, realmente cansado y frustrado.

— Yo... Umh... Cree que podría... ¿Abrazarla? Seguramente eso me ayudará a relajarme.

— O-Oh, este, claro... —Cedió por lo bajo, algo sonrojada, y acomodó su cabeza en su pecho luego de sentir como él la rodeaba con los brazos en su cintura.

— ...Cuando lleguemos a la casa, hay algo que tengo que contarle. Realmente importante. —Comentó, más serio que lo normal.

Eso encendió la llama de la curiosidad en ella.

_____________________________


1103 palabras.
11/07/21

El Lord ‹Sonamy›Donde viven las historias. Descúbrelo ahora