Salí del estudio dejando atrás todo lo que ocurrió en él. Mi padre me preguntó porque había atacado al chofer, le dije que fue un ataque de ira, aunque esa no era la verdad, no confiaba en nadie así que tenía que investigar sola, mi padre creía que era una impulsiva, mi hermana me creía una paranoica y mi madre ella solo estaba ahí pareciera que nunca realmente me ve pero nadie sabe lo que van detrás de mis acciones.
El frío mármol me estaba congelando estaba yendo directo a mi habitación, mis pasos eran lentos pero firmes mi cuerpo se movía lento mientras que en mi cabeza miles de sensaciones, recuerdos, y voces estaban siendo borrados, suprimidos, se estaban desvaneciendo, se estaban separando de la información valiosa y se eliminaban.
-Arlet- me llamo mi hermana- ¿Estas bien?
-Eh- fue lo único que articulé cuando vi mi reflejo en unos de los pequeños espejos que se encontraban en la pared entendí su preocupación, tenía el maquillaje corrido había un ligero golpe en la parte inferior de mi labio, mi piel se veía pálida, sin embargo, ahí seguía mi mirada firme expresando que estaba preparada para atacar.
-¿Te castigo? De verdad lo siento... yo sé que pude haber hecho algo, pero el miedo- la interrumpí su voz me estaba aturdiendo, además de que estaba enojada con ella y lo último que quería era tener que añadir la ira a mi lista de cosas que tengo que esconder.
-Amelie déjalo ya está, no paso nada. Estoy bien.
-¿Estas bien? Pasaste toda la noche en aquel estudio- soltó una risa amarga-¡Ya te vistes! Estás mal, traes golpes, estas muy pálida y todo es mi culpa...- mi paciencia se estaba agotando en lugar de ayudarme solo me estaba haciendo recordar.
-Estoy bien, ya deja en paz el tema- giré mi cabeza y seguí mi curso, directo al único lugar en esta casa donde me sentí a salvo, el único lugar donde podía bajar la guardia por al menos algunos minutos.
Cuando llegué a mi habitación cerré bruscamente la puerta, me recargué en ella y aventé mi bolso. Las lágrimas salían no por tristeza, no por miedo salían por la impotencia de no poder hacer nada de no poder borrar, de no poder olvidar el maldito sonido de su voz.
Era como estar en el fuego quemándote, sientes arder tu cuerpo, quieres rendirte, pero él te exige vivir, tu cuerpo te pide que luches, aunque el mismo ya no puede entonces alguien hecha todavía más leña al fuego volviendo tan fuerte la llama que se vuelve parte de ti. La tristeza te mata en silencio, el enojo te mata viéndote a la cara, no obstante, la frustración e impotencia te matan lentamente mientras estas atado y no puedes hacer nada porque no desaparecen es mas se vuelven más fuertes.
Busqué desesperadamente por todos lados en cada rincón del cuarto, solo necesitaba una pequeña gota, unas cuantas pizcas solo necesitaba dejar todo por unos segundos. Necesitaba ver la tormenta desde arriba como una simple espectadora antes de regresar a ella.
Encontré una pequeña bolsita con un polvo blanco, el pequeño escape de muchos peligroso, letal y totalmente jodido. Todos tenemos alguna adicción, las necesitamos, necesitamos un lugar seguro al cuál regresar cuando todo se jode y desaparece, hay algunos sanos, dañinos y otros que están a la mitad, todos con el mismo fin escapar de la realidad.
Cada uno elige como arruinar su vida, yo elegí hacerlo con esto, hay quienes lo hacen con amor, alcohol, aficiones a deportes, con lo que sea el punto es que cualquier cosa puede salvarte o arruinarte dependiendo que uso le des. Nunca me he imaginado de grande, envejeciendo, veo a futuro y solo veo a una yo más grande pero no tanto como unos 10 años más... hasta ahí. No me imagino dependiendo de alguien más, ya no teniendo control de mi cuerpo necesitando ayuda de las demás personas para hacer actividades cotidianas. Siempre he creído que se puede vivir mucho en poco tiempo y viceversa.
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La última batalla
Mystery / ThrillerElla quería poder equivocarse sin ser juzgada, ella quería acertar sin ser aclamada. Ella quería poder desatarse de aquellas reglas que dicen hacer al mundo mejor. Ella quería probar la maldad y la bondad sin ser castigada. Ella era una niña obligad...