Capitulo tres: Una particular accidente.

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   No había podido dormir en toda la noche, estaba acomodándose de un lado al otro en su cama, las cubrecamas ya estaban en el suelo, ya había tomado dos tazas de leche caliente y aún así no lograba pegar el ojo. Empezó a caminar en su salón estresado de lo que había pasado el día anterior, las pisadas tan repetitivas habían preocupado a su pobre madre que había trabajado hasta tarde en el comer, el vastaya estaba tan ansioso que cuando su madre lo vio le recordó a un pequeño niño de pelos rojizos en los fríos invierno de Jonia esperando pacientemente los regalos debajo de su árbol.

—Sett cariño, ya va a amanecer ¿Te encuentras bien? —El vastaya estaba en un estado de nervioso e inquietud, desde la charla con el menor no se había dejando de pensar una y otra vez la situación.

"Impacto. Simplemente impacto. La única reacción del vastaya fue un gran
shock al escuchar un débil hilo de voz, que si no fuera por si orejas animal, seguramente no lo hubiese sido testigo de una melodiosa y desgarrada voz, una voz grave y con gallos, una muy baja y para los simples humanos, una voz silenciosa." 

—¿Settrigh? ¿Te encuentras bien hijo? Te vez algo pálido ¿Otra vez tienes la gripe? —El vastaya salió de sus pensamientos y recuerdos del acontecimiento que tanto lo atormentaba.

—Tranquila Ma', simplemente un conflicto con Kayn, se enojo por qué le volví a ganar en lucha libre y ahora me está ignorando, así que no se qué hacer. —Intento calmar a su madre, a mentiras que tengo odiaba pero si no explotaría intentando explicarle lo que había pasado con el lunari, tampoco quería explicarle a medianoche quien era Aphelios y por qué estaba tan nervioso. Siempre usaba a Kayn, era el indicado para sus mentiras blancas, ya que ambos siempre habían sido amigos desde que el Shieda fuera adoptado por Zed, y ni era sorpresa que se pelearán por unos días y vuelva a como antes. Ambos se conocieron ya que sus casas quedaban a poca distancia de la otra, y eventualmente se terminaron conociendo y amigándose rápidamente, siendo amigos por años mientras se divertían en su pequeño pueblo al lado de la capital de Jonia.

—Ay hijo ¿Ustedes aún se siguen peleando? Ya están medios mayores para esas cosas mí niño. —Le dijo su madre mientras preparaba agua caliente en la chimenea para un pequeño té de manzanillas que de seguro lograría que su hijo dormirse en paz. —A veces me preocupas que crezca tanto y dejes el nido. —Intento cambiar de tema para relajar a su hijo, cosa Sett noto y agradeció.

Cuando Settrigh creció nunca se  despegó de su madre, el sabía que cuidaría a su "ma'" hasta que caiga su último pétalo de vida. El vastaya recorrió la distancia entre el salón y la cocina para abrazar con delicadez a su pequeña madre mientras ponía el agua en el vaso favorito de Sett, era muy bajita para el metro ochenta de Sett pero a ninguno nunca les molesto eso a la hora de acurrucarse entre ellos, en su nido familiar, ellos dos eran muy felices juntos.

—Se va a enfriar el té, deberías tomarlo. —Dijo su madre sin romper el abrazo.

— No voy a despreciar tu gran trabajo con el té. —Río levemente, el siempre iba a agradecer a la madre que le había tocado.

—Solo le hecho el agua caliente y hecha las hojas, en eso sigues siendo un niño, siempre me mirabas fijamente y te sorprendías cuando hacía la cena. —Ya rompiendo el abrazo, sirvió en otro vaso de barro el agua caliente y el té para también poder ir a dormir.

—Para mí eras una maga y hacías trucos de magia cuando hacías la cena.

Se dirigieron al salón para sentarse en el sofá y tomar un poco del té, madre e hijo estaban en un silencio muy protector para ambos y se sentía cómodos con su aura íntima e indescriptible para los demás, sólo ellos sabían cómo era estar juntos antes de dormir mirando la estrellas desde el gran ventanal ubicado en el gran salón de su querido nido al cual llamaban hogar.

Una voz silenciosa || SettphelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora