Prólogo.

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Aquella noche, no logré dormir, pues los gritos y el llanto estaban en mi mente. Sentía como las horas pasaban mientras yo solamente estaba acostada mirando hacia arriba. Sabía que las cosas no estaban bien, el cambio había sido evidente, ya no era lo mismo pero yo... yo tenía la esperanza de que todo volvería a ser igual. Si, estábamos pasando por problemas.

Nadie se escapa de los problemas ¿cierto?

El asunto esta en saber manejarlo.

Me quité la sábana que me cubría y me senté en la orilla de la cama, no podía encontrar el sueño. Ya harta de mi misma me levanté y caminé descalza hacia la puerta, al abrirla me encontré con la oscuridad, todas las luces estaban apagadas y esa vez, la luna no podía brindarme de su luz como otras veces.

Me dirigí a la habitación de mis padres. La verdad no sabía si era buena idea asomarme, incluso lo pensé dos veces antes de dirigirme hacia aquella habitación.

Mis pasos eran lentos, temía verlos gritándose e insultándose de nuevo. A medida que me iba acercando, logré ver la luz que se escapaba por debajo de la puerta, me sentí aliviada al no oír gritos. Abrí la puerta con cuidado evitando hacer el más mínimo ruido, y pude ver a mamá sentada en la esquina de la cama, dando la espalda, sin moverme del sintió la llamé.

- ¿Mami? -con un sobresalto volteó enseguida.

- ¿Myriam? ¿Qué haces despierta a esta hora? Son las dos de la mañana. -con pasos rápidos me acerque hasta ella.

- No puedo dormir. -regalándome una sonrisa acarició mi cabeza.

- ¿Tuviste alguna pesadilla? -preguntó mientras me alzaba para sentarme en la cama frente a ella.

Quizás aquello había sido una pesadilla, quizás aquello había sido simplemente un mal sueño.

Ojalá hubiese sido así.

- No. Escuché como papá te gritaba, te oí llorar, mami.

Mamá, esa vez, guardo silencio incluso aparto su mirada de mi por un momento.

- ¿Interrumpimos tu sueño, cariño?. De verdad lo siento. -pareció disculparse por algo más.

-Tranquila. -moví mi cabeza en señal de "no"- No es tu culpa, mami. -una sonrisa inocente apareció en mi rostro.

Miré a mi alrededor, y algo en mi se comenzó a quebrar aquella noche.

- ¿Y papi? -la cama estaba siendo ocupada por ropa doblada.

- Él... él salió, cariño. -llevó algunos mechones de cabello que le molestaban hacia atrás.

- ¿Y no es tarde?, Si es tarde para mí, es tarde para ustedes también. -pudo haberme dicho "somos adultos, no te compares con nosotros" pero ella solo volvió a guardar silencio.

Aquellos silencios, habían sido respuestas, respuestas que no quería aceptar.

- ¿Tampoco puedes dormir?. Te ayudaré a guardar la ropa. -sus ojos se posaron en mí y, aquellos reflejaban algo que no había podido descifrar.- Luego esperaremos a papi, podremos hablar sin gritos. -hablé con emoción y había una gran sonrisa en mi, pues, creía que mi idea era grandiosa- Despertaremos a Ryam para que no se lo pierda y así podremos estar completos. Será como antes y...-mi sonrisa, mi sonrisa esa noche desapareció al igual que mi emoción. Sus ojos estaban llenos de lágrimas, lágrimas de dolor.

- Nada será como antes, mi niña.

Desearía no haber escuchado aquellas palabras.
Ni las siguientes.

- Tu padre me quiere fuera de casa.

Solo logré mirarla desconcertada aquella vez.

- Se supone que no debería estar aquí cuando él regrese. -ella tomó la maleta que está al lado de la mesita de noche y comenzó a acomodar su ropa en ella, yo solamente me limitaba a verla.

- P-pero... -apenas pude pronunciar eso- ¿A dónde vas?

Se detuvo por un momento y nuevamente enmudeció. Aquella noche no cabía en mi mente que no tenía a dónde ir, ella no tenía a donde ir.

- No creas que no me duele dejarlos. -nos estaba dejando- Los amo mucho. -pero dijo que nos amaba- Ryam y tú han sido lo mejor que la vida me ha regalado. -ella se acercó y beso mi cabeza- Dile eso a Ryam. Perdón por esto. -comenzó a llorar desconsoladamente, cerrando su maleta.

- N-no... No te vayas. -mi voz parecía escucharse cada vez menos.

La sorpresa, el asunto, fue tan fuerte para mí, que no me permitió llorar, pero sentía un gran dolor en mi, me encontraba gritando internamente...

- Ven. -me extendió la mano y bajándome de la cama la tomé enseguida. Ella me sonrió aún con los ojos llenos de lágrimas, no paraba de llorar. Puedo decir que esa vez ella lloró por mí también.

Salimos de la habitación, mientras arrastraba la maleta con la otra mano.

- Ojalá y, no me odien. -dijo casi susurrando, y aunque había oído aquello de mi boca no salió ni una sola palabra.

Al estar frente a mi habitación se detuvo.

- Entra y trata de dormir. -utilizó un tono de voz tan suave.

- No, no quiero mami. -agarre con fuerza su mano.

- Mi niña. De verd...-al oír los pasos de papá subir por las escaleras detuvo su hablar- Entra. -susurró empujándome hacia adentro de la habitación pues la había dejado abierta, y ella la entrecerró una vez que estuve dentro.

- Creí haberte dicho que no quería verte cuando regresara. -habría salido de no ser por su tono de voz. -Ni se te ocurra despertar a los niños.

Podía escucharlos y apenas verlos.

- Estoy por irme. -vi como mamá pasó por su lado y él la tomó del brazo haciéndola voltear.

- Te recomiendo que, no pienses más en nosotros. Me aseguraré que ellos no piensen en ti. -la soltó con brusquedad para luego pasar con rapidez hasta su habitación, ella sobándose el brazo y dándole una última mirada se alejó.

La seguí, de verdad la seguí. Pero algo me detuvo en el camino... La habitación de Ryam, al estar frente de su habitación me fue inevitable el no entrar.

Caminé con cuidado tratando de no despertarlo, acercándome para ver si estaba arropado, y si, si estaba arropado.

Mientras lo veía comenzó a sollozar y a moverse un poco.

- Ryam... -susurré pero el sollozaba más fuerte- Ryam, ¡Despierta! -lo moví varias veces por el brazo tratando de acabar con su mal sueño.

Hasta que el abrió los ojos y quedó sentado de manera brusca, giró a verme extrañado.

- ¿Myriam? -su tono de voz y sus ojitos me decían que tenía miedo.

- No te asustes, solo fue un mal sueño.

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⏰ Última actualización: Feb 08, 2023 ⏰

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Yo De La Luna Y Tu De Las Estrellas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora