Geranio

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Jugaba con sus manos mientras observaba la florería. Suspiró profundo y decidió entrar.
Judai lo observó tímido y él también lo estaba. De un segundo a otro había olvidado como hacer una confesión de amor.

–Judai... Creo que... Claro que no.

Se regañó a si mismo en un susurro.

–¿Es algo importante? ¿Quieres que te acompañe a ver más sitios?

–No. Debo decirte algo importante.

El castaño asintió mientras prestaba atención plenamente al europeo.

–Judai. Sé que solo han pasado unos días, ni siquiera una semana pero... En verdad siento una fuerte atracción hacía ti. Me gustas mucho.

–Ah.-Suspiró sin encontrar palabras adecuadas con las que responder.–Yo también, es decir, tú también me gustas.

–Bien. No era tan difícil, ¿cierto?

–Cierto.

Ambos comenzaron a reír sin entender porque lo hacian.
La risa disminuyó mientras Judai observaba sonrojado a Johan y éste también lo hacía.

–Johan. Te quiero.

–También yo.

Ambos se abrazaron mientras el castaño se acurrucaba entre los fuertes y cálidos brazos del otro.

–Te quiero, Judai. Y quiero estar contigo, quiero poder algún día decirte que te amo... ¿Me dejarías estar a tu lado hasta que eso suceda?

Judai estaba en verdad avergonzado. Era su primera confesión de amor y no sabía cómo reaccionar. Quería abrazar a Johan y decirle que sí. Pero en ese momento se encontraba vulnerable. Se sentía cobarde en un segundo y luego en verdad avergonzado.

–¿Judai? ¿Tú silencio es un no?

Escuchó la voz rota de Johan. Se separó de inmediato mientras se colocaba detrás del mostrador.

–No es eso... ¿No es diferente?

–¿A qué te refieres?

–Nos conocemos hace solo unos días.

Judai sabía que ese argumento no serviría. Luego de que ya había compartido algunos besos con Johan. Y en verdad quería volver a repetir ese momento.

–¿Entonces no sientes lo mismo?

–Claro que siento lo mismo pero... Tengo mis dudas. ¿Qué será después? Tú debes irte a la ciudad y—.

–El tren no se demora más de tres horas.

Soltó despreocupado mientras Judai sonreía.

La campana de la tienda sonó. Y ambos dejaron el tema por concluido.

Ya de noche. Ambos se encontraban paseando un momento, hasta que Johan se sorprendió ante lo iluminado que se veía en algunas casas. Preguntó de inmediato mientras el castaño le indicaba que pronto se acercaba el festival de las luciérnagas. Un pequeño festival que duraba dos días y una noche, en la cual las personas de la ciudad solían ir al pueblo para comprar cosas únicas que los comerciantes solo presentaban esos días.
El panorama tenía más que entusiasmado a Johan, el cual invitó a Judai de inmediato.

–Pero debo trabajar... Las flores están bellísimas y bueno, algunas son en verdad únicas.-Susurró apenado el castaño.

–Solo un día, Judai.

–Supongo que puedo salir en la noche.

–¡Bien! Será una cita.

–¿No harás un reportaje sobre eso?

–No... Solo quiero pasar la noche con mi novio.

–Johan, yo aún...

Detuvo sus propias palabras mientras negaba con la cabeza. De forma rápida tomó las manos de Johan mientras cerraba los ojos con fuerza.

–¡Me gustas! ¡Sí quiero ser tu pareja!

Johan se quedó estático mientras pestañeaba repetidamente. Luego sonrió alegre para abrazar a Judai con fuerza y cargarlo unos minutos.

Flores de inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora