Capítulo 1: "Nataly"

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Nataly POV.

Las cajas estas que traía eran demasiado pesadas y sentía que los brazos me escocían. Venía trayéndolas desde diez manzanas a pie y la verdad es que no se me estaba haciendo muy fácil.

―¿Necesitas ayuda, Nat?

Miré a Adam por encima de las cajas y le sonreí mientras asentía. Él tomó las cajas y se adentró en nuestra tienda de música. ¿Recuerdan a Adam? Él era mi prometido cuando tenía 15 y... lo sigue siendo ahora que tengo 21. Lo que pasa es que ahora nos llevamos bastante mejor. Adam había cambiado. Era muy bueno conmigo y ambos habíamos comprado mi local de música. Nos llevábamos como hermanos. Habíamos dejado las discusiones estúpidas para forjar una buena amistad.

Entré en el negocio y comencé a sacar los libros de partituras de las cajas.

―¿Son nuevos? ―preguntó Adam.

―Sí, me los han dado en una biblioteca. Mi abuela conoce a alguien allí.

―A la gente les van a gustar ―murmuró Adam sonriendo.

―Eso espero, porque compré muchos.

Comencé a colocar los cuadernos en las estanterías. Sentí pasos detrás. Me di la vuelta.

―¿Cómo está tu abuela? ―preguntó preocupado.

―¿Helena? Bueno... tiene sus altos y bajos. Está mejorando.

Él asintió. Sabía que no me gustaba hablar mucho de mi abuela, que era un tema delicado. Mi abuela Helena estaba en el hospital. Había comenzado a tener tos convulsa y problemas para respirar hacía unos meses y aún no sabían qué era lo que tenía. Yo me frustraba cada vez más y rezaba todas las noches porque mejorara pronto.

Se puso a acomodar algunos de los instrumentos y libros con sinfonías. Yo solté una risita y negué con la cabeza.

―¿Te puedes creer que la semana que viene es nuestra boda?

Adam se unió a mi risa.

―Dios, es increíble a lo que nuestros padres han llegado.

―Por suerte yo no vivo con el mío, está insoportable últimamente.

Vivía con mis abuelos, había sido parte del trato. Si iba a cumplir con el trato de mi padre iba a ser bajo mis términos. No me iba a dejar intimidar nunca más.

―Eso se debe a que está nervioso, Nat. Hace varios años que planeó esto y no quiere que nada salga mal. Seguramente piensa que tú puedes llegar un día y exponerle o algo.

―Créeme, él sabe que no lo haré.

Adam me miró, con expresión preocupada.

―¿Sabes algo de él?

Negué con la cabeza.

―Sigo lo que hace por la televisión, pero últimamente no he podido prestar atención.

―Entiendo... No te preocupes, él está bien.

―Perdona que te diga esto pero, desearía que él fuera el que se va a casar conmigo.

Adam soltó una risita.

―No me molesta. Yo siento como si me fuera a casar con una hermana. Y sé que tú lo querías mucho, así que me imagino que yo no soy el candidato con el que te quisieras casar.

Abrí la boca para decir algo más; pero en ese momento, sonó el teléfono del local. Yo dejé lo que estaba haciendo y fui a atender. En cuanto descolgué el auricular, escuché la vos de mi abuelo James.

―¿Nataly?

―Hola abuelo. ―Sonreí.

Escuché risas y aplausos mientras mi abuelo tomaba bocanadas de aire. Yo jugueteé con el cable del teléfono. Adam me miró confuso. « ¿Quién es? » preguntó en silencio. Negué con la cabeza y escuché. Había algo de júbilo y excitación al otro lado de la llamada. Me hizo sonreír sin saber por qué.

―¿Abuelo? ¿Abuelo, qué pasa?

―Es... Es tu abuela.

Miré a Adam, quien se había acercado con mirada confusa, y esperé. No sabía qué sentir.

―¿Qué pasó con mi abuela? ―pregunté en un susurro.

Mi abuelo esperó unos minutos interminables para responder.

―A tu abuela le dieron el alta. Hoy la van a traer a casa.

Solté un sollozo mientras me llevaba la mano a la boca y las lágrimas comenzaban a caer por mi rostro. Por fin, se había mejorado por fin. Sonreí mientras soltaba algunos sollozos.

―¿Cuándo puedo verla?

―Ahora mismo si quieres, ya ha llegado.

No supe cómo, pero lo sentí sonreír. Era normal, su esposa de toda la vida había mejorado, y todos estábamos felices por ello.

―Voy para allá.

―Está bien, cielo. Te vemos en un rato.

Ambos colgamos el teléfono y yo no podía más de felicidad. Abracé a Adam, que me miraba confundido.

―Estoy feliz de que tú estés feliz pero... ¿podrías explicarme el porqué de tu felicidad?

―Mi abuela, le han dado el alta.

Nos separamos lo suficiente para mirarnos a los ojos.

―¡Eso es genial!

―¿Te molesta si me voy ahora para verla?

―En absoluto, ve. Mándale saludos de mi parte.

Sonreí y salí corriendo del negocio en dirección a mi casa.



―¿Abuela? ¿Abuela?

Ni bien entré comencé a preguntar por ella. La había visto en el hospital, sí. Casi todos los días iba a verla aunque fuera un poquito. Pero esto era diferente, ahora la tenía en mi casa. Escuché risas en el comedor, por lo que me dirigí hasta allí.

Una lágrima se escapó y corrió por mi mejilla mientras veía a mi abuela, bailando con mi abuelo James en medio del comedor. Mientras mis otros abuelos los miraban sonrientes. Cuando terminaron la canción, ella le dio un beso en la mejilla a mi abuelo y miró en mi dirección. Ambas nos sonreímos y lloramos antes de correr a abrazarnos.

―Hola mi niña ―murmuró ella con la voz quebrada.

―Hola abuela.

Seguimos así hasta que ella se separó de mí y me limpió las manos con el pulgar.

―Estoy tan feliz por ti, abuela.

―A mí me hace muy feliz que estés aquí.

Me separé de ella y saludé a mis otros abuelos.

―Disculpen que no los haya saludado antes. Me encandilé con mi abuela.

―No hay problema, cariño ―me confortó mi abuelo James―. Es normal, yo no le he quitado los ojos de encima a esta bella mujer desde que llegó aquí. A decir verdad... me gustaría bailar otra canción con usted ―dijo dirigiéndose a mi abuela.

Me dirigí al piano de la sala y les hice señas para que vinieran.

―Yo tocaré para ustedes.

Y así nos pasamos la tarde, entre bailes, música y risas.

Siempre juntos, ¿recuerdas? ~Abraham Mateo [MP#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora