Shouto.

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Una fina capa de sudor cubría la frente de Bakugou. Su respiración era agitada, pequeños jadeos cortaban el silencio de la habitación.

Katsuki nunca pensaba en él intencionalmente, mas en el último tiempo era algo imposible de frenar.
Sus primeras pajas se las debía al porno, como cualquier otro adolescente, el problema era que ahora aquello que despertó su interés por la sexualidad se volvía un ruido de fondo mientras cerraba los ojos y pensaba en alguien más.
Parecía un mal chiste. Su mente se distraía y buscaba un estimulante que sí funcionara, y sólo podía pensar en el jodido mitad-mitad de su curso.


La primera vez, fue antes de eyacular que su subconsciente le jugó la mala pasada de traerlo en medio de una fantasía (que estaba teniendo con la tetona de la clase cuyo nombre ni recordaba, esa de pelo negro). El Todoroki de su mente mantenía esa típica cara de nada, pronunciando su nombre y mirándolo directamente a los ojos, sólo a él, y no tuvo tiempo de asustarse o frenar lo que estaba haciendo, por lo que se corrió con Todoroki diciéndole "Bakugou" entre jadeos que no supo de dónde salieron, hasta que reconoció que fue su propia boca y no la del bastardo aquel.

La mezcla de culpa, vergüenza y confusión fue ignorada mientras cambiaba las sábanas. Era la primera vez que hacía un desastre así, y pensar en que debía levantarse antes que cualquier otro y llevarlas a lavar, sirvió como distracción suficiente esa vez.

Luego de ese incidente, aunque (aparentemente) lo ignorara en el día, muchas noches Todoroki era lo único presente en su mente, y no siempre en fantasías explícitas, más de una vez a Bakugo le tocó fruncir el ceño mientras recordaba lo pegado que el mitadcito siempre andaba al puto inútil de Deku, cómo con él no cruzaba más que una mirada ocasional mientras que con ese imbécil mantenía conversaciones animadas a diario. Y ¿cómo no? Si Deku era la definición de "intenso de mierda". Le enojaba, y le tocaba especialmente las pelotas cuando su rivalidad era aplastada, o directamente ignorada, porque la que el mitad sentía hacia Deku siempre ganaba. Era lo peor, y a veces terminaba recurriendo al Todoroki de su mente para tranquilizar sus inseguridades, haciéndose la paja más triste de su vida.


Una vez más, resguardado en la oscuridad y privacidad de la noche, su palma cálida y ensalivada a falta de lubricante, buscaba complacerlo mientras imaginaba –e idealizaba– cada rasgo que reconocía del contrario; los ojos de tonalidad dispar nublados de placer, buscando hambriento devorar su boca, mostrando un lado suyo que nadie más conoce. Un secreto que sólo le susurraría a Bakugou.

Qué bajo de su parte tapar su obsesión al llamarla rivalidad, pero qué adictivo imaginar cómo se sentirían los labios de Shouto sobre los suyos.

Ocupándose sus dedos de abrazar su hombría con un vaivén tan certero como rápido, se supo cercano al orgasmo al imaginarse a Todoroki corriéndose sobre su abdomen y pecho mientras lo montaba digno y hermoso, gimiendo tan silencioso como podía mientras lo miraba con una expresión tan erótica que lo hacía querer tomarle una foto y pajearse a la mañana siguiente viéndola. Nunca podía tener suficiente cuando se trataba del bastardo de Todoroki.

Embistió bruto y caliente a quien solo existía en su fantasía, y al ser atacado por un violento espasmo que indicaba su llegada al orgasmo, Katsuki finalmente abrió los ojos y, en la oscuridad, se adaptó a la nada que lo acompañaba.

Intentó calmar su agitada respiración mientras todo pensamiento anterior se desvanecía..., claro, hasta que se frustrara nuevamente y debiera recurrir a esa lamentable demostración de soledad. Ahora sólo le quedaba limpiarse con el calcetín de turno e intentar descansar, devolverle a Todoroki su papel de "extra" en la rutina, hasta que la oportunidad de una nueva competencia se presentara y se dijera a sí mismo que su único deseo era vencerlo, superarlo, mientras no deja de mirarlo de reojo y lo invade algún que otro deseo fuera de lugar cuando Todoroki le corresponde la mirada por un segundo, y debe ponerle mala cara y lanzarle alguna mierda agresiva para disfrazar sus sentimientos.

Por ahora, no le queda otra que conformarse con el Shouto que lo complace –solamente– en su imaginación, hasta que la necesidad de tenerlo cerca supere su complejo de inferioridad y finalmente tenga el valor para decirle algo, lo que sea, con sinceridad. Mientras tanto, continuará sumergiendo en el negro río del placer anónimo y los deseos reprimidos que la noche le ofrece.

Secreto nocturno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora