Gobernados por un emperador débil y un regente de dudosa lealtad, los esclavos maltratados y encolerizados del Imperio Oriental comenzaran a pelear por su libertad y la de su emperador.
Cansados de ser utilizados como los mercenarios sin paga del e...
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"Mi infancia fue un sueño , mi adolescencia una pesadilla y mi adultez un grupo de eventos fríamente calculados con el fin de vengarme de los Trovi"
-Ostara al Gran Duque Kapmen
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"De todos los papeles que los dioses distribuyen para nosotros al nacer a tí, mi bella niña, te tocaron los 3 peores. No solo serás una esclava, si no que eres una huérfana y presumiblemente una bastarda"
Madre Augusta.
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JARDINES DE PALACIO DE ORIENTE
-La primera vez que vi una corona fue en el Palacio de Occidente- comienza. Tiene una sonrisa triste y camina viendo sus pequeños zapatos negros. Aun viste el atuendo oficial de luto. Se dice que esto no le gusta demasiado al emperador Heinrey que prepara, con el entusiasmo de un niño, la coronación de su hija. Pero lo tolera simplemente por diplomacia y por un fingido respeto a la princesa más amada de los dos imperios- Su Majestad Imperial, la reciente Emperatriz Larissa, me la mostro con orgullo. Estaba cubierta de diamantes impresionantes; tenía rubíes del tamaño de las estrellas, esmeraldas de las más bellas y otras joyas que representaban y simbolizaban el poder real y a su pueblo: la aristocracia, el clero y los plebeyos – explica.
Se detiene y se gira a verme. Se ve más delgada y pálida. Sin duda la convalecencia de su amado ex patrón le afecto demasiado.
-Ella no paraba de parlotear acerca de lo emocionada que estaba de recibirla, el ambiente era feliz y dichoso, pero yo estaba triste. Porque sabía perfectamente que esa corona había sido arrancada de las manos de un hombre de muerte triste y de corazón roto que, como último acto insensato de amor no correspondido, dejo su corona a la hija de la mujer que perdió y siembre amo – señala, no sin razón -Bizarro en más de un sentido y a la princesa Larissa poco le importa que le hayan quitado el anillo real del dedo cuando todavía seguía vivo y delirante. Cuando yo secaba su frente con paños de oro y le rogaba que me dejara curarlo. Para Larissa Lazlo solo había una cosa en mente: el poder real- escupe.
Su rostro se tornó oscuro. Mira hacia la nada con el aplomo de una mujer que está viendo hacia el pasado y planeando su venganza para el futuro.
-Yo fui sirvienta de aquel hombre insensato, al cual amé como a un padre y cuidé como a un hijo. Sovieshu fue más un padre para mí que aquel hombre cuyo acoso debo de soportar.
-Sois una princesa ahora, Madame. Su hija legitima.
La princesa hace una mueca de desdén y replica, con un tono afilado y desdeñoso. Escupe todo su odio hacia los Lazlo:
