7 | Moon Light

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- Ponte tu mejor ropa. – repetiste las palabras de Kei en tu cabeza, insegura de por qué dijo eso en primero lugar. No querías asumir nada, después de todo será solo la cena.

Te miraste en el espejo, alisándote la ropa e incluso haciendo una pose sutil. Después de meter su camisa favorita en sus pantalones Palazzo con cinturón, colgó su bolso en su hombro, ahora lista para ir.

La preparatoria Karasuno no estaba muy lejos de tu apartamento, aunque requería una caminara más larga en comparación con cuando vas a tu universidad. Observó los paisajes familiares y la llevó de regreso a sus días de escuela secundaria cuando las cosas eran un poco más simples. En ese entonces, nunca tenías que preocuparte de que tu relación fuera molestada por otras chicas, ya que Kei era demasiado directo con los demás de todos modos.

Miraste la tienda de música a la que tú y Kei solían ir y sonreíste al ver el camino que conducía a la arena de conciertos a la que te llevó antes. Recordaste esos recuerdos tan clara y vívidamente, y tarareaste una melodía.

Al llegar a su antigua escuela secundaria, recordó las cosas que no habían cambiado. Entraste en los terrenos de la escuela y miraste a tu alrededor hasta llegar al gimnasio, sin darte cuenta de lo oscuro que estaba en realidad.

- Pensé que se suponía que iba a haber entrenamiento hoy o algo así, - pensaste, sin escuchar un solo sonido.

Empujaste a la fuera a la puerta del gimnasio para abrirla y, para tu sorpresa, estaba oscuro y vacío.

- ¿Kei? – gritaste su nombre - ¿Alguien? –

¡Un ruido sordo!

Escuchó un sonido fuerte, proveniente de la parte de atrás y rápidamente se dio la vuelta.

¿Qué fue eso?" te preguntaste.

Luego, te tomó por sorpresa ver cómo las luces se encendían una por una.

- ¿K-Kei? – soltaste su nombre en voz alta. No estaba segura de si ver esas luces encendidas sin ver a nadie más le alivió o le dio miedo.

- T/N – escuchaste su voz llamándote desde tu derecha. Fue un sonido reconfortante en medio de la oscuridad. Naturalmente, desvió la mirada hacia el lugar de donde venía.

- ¡Kei! – lo llamaste de nuevo mientras se acercaba a ti. Te maravillaste del hombre que esta justo frente a ti mientras la luz de la luna brillaba sobre él y sus encantos. Entonces, esto es todo, ¿Verdad? ¿El momento que estabas esperando?

- Honestamente, incluso hasta ahora, no puedo entender exactamente qué decir. – murmuró y suspiró, pero en lugar de su típico ceño fruncido, dejó escapar una suave y preciosa sonrisa.

- T/N. – dijo tu nombre y te miró.

- ¿S-sí, K-Kei? – respondiste.

- Verás, con la manera en las que están las cosas entre nosotros, y estoy seguro de que ya estoy contento, -

- Comenzó con tus pasteles, y me asombra pensar a donde nos llevaron, -

"Sí, todavía en Karasuno, pero hemos cambiado, mucho. Hemos crecido como individuos." Pensó y sonrió.

- Ya estoy feliz, de verdad lo estoy... Pero pensando en cómo sería la vida si te tuviera a ti como mi... esposa, se siente... bastante... excitante –

Sin siquiera escuchar lo que tenía que decir, sentías que tus lagrimas ya se amontonaban, casi listas para caer imparablemente. Intentaste no parpadear porque sabías demasiado bien que sería el comienzo de una cascada enorme.

- T/N – habló de nuevo mientras se arrodillaba.

Fue un intento inútil de no llorar porque en ese mismo momento, tus lágrimas ya llegaron a tus mejillas, luego se deslizaron hasta tu barbilla.

- ¿Te casarías conmigo? – Kei, el amor de tu vida, te propuso, ahora presentando un hermoso anillo frente a ti.

Sin duda, sin dejar rastro de vacilación, le respondiste a tu amado.

- Sí, Kei. ¡Sí! – le respondiste con voz temblorosa.

Antes de que pudieras limpiarte las lagrimas con la mano, él sostuvo suavemente tu mano izquierda y colocó el anillo en tu dedo anular. Sollozaste cuando se puso de pie y te abrazó. Era poco común, bueno, en realidad, era raro que Kei iniciara un abrazo desde entonces y esto empeoraba tu llanto. Te hizo llorar más.

Caminabas de puntillas, porque a pesar de que estaba agachado para un abrazo, aún tenías que hacerlo para llegar a su ancho. Allí, sollozaste suavemente y pusiste tus brazos alrededor de él, devolviéndolo el abrazo.

- Te amo, Kei. – confesaste entre sollozos.

- Yo también te amo. – respondió, apretando su abrazo.


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⏰ Última actualización: May 31, 2021 ⏰

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Sweetener | Tsukishima KeiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora