From the edge.

Prólogo.

Cuando sus padres suelen discutir él relega por la puerta trasera a paso lento y discreto, no repara en nada, ni en su vestimenta o calzado, simplemente se limita a cubrirse los oídos y marcharse apresurado. Muchas veces el parque colonial había funcionado como un lugar protector, empero se volvió predecible y al poco tiempo sus padres dieron constantemente con él, así que esta vez opta por tomar un camino distinto.

La lluvia sigue a un ritmo constante, comenzó a desprenderse de las nubes desde algunas horas atrás y no ha cesado. Cuando estaba en su alcoba, la escuchó como pequeños golpes que golpeaban contra la ventana, a pesar de esto, los gritos de sus padres no lograron ser amortiguados. 

Mientras deja atrás la biblioteca que se encuentra en la esquina de su domicilio y recorre la calle paralela, el cansancio cae sobre su cuerpo sin más, sus sentidos apenas se encuentran alerta y de pronto lo irrumpe el deseo de retornar su camino a casa, mas sacude la cabeza y sigue su trayecto con parsimonia. Pisa sin cuidado los charcos que siguen creciendo con la caída del agua y evita maldecir el no haberse cubierto por completo o por lo menos llevar un paraguas.

Las calles por desgracia tienen ese toque de monotonía del que está cansado, como las nubes grises no dejan asomar el sol, hay algunas luces que alumbran la acera para seguridad de los peatones que caminan con tranquilidad y que a diferencia de él, van cubiertos con gruesos abrigos de pies a cabeza, muy acoplados para el mal tiempo de esa tarde en Londres.

Usando unos tenis color beige, el niño prosigue andando por una ruta desconocida y de pronto no cae en la cuenta del momento exacto en que comienza a escuchar voces, son como un bisbiseo del que solo se percata cuando está a la mitad de la cuadra. Se queda fijo. Alguien grita eufórico y está a punto de dar media vuelta pero el crujido de una puerta lo sorprende, del edificio que tiene a unos pasos, surge una mujer alta y rubia con un corte particular, lleva puestas unas botas negras que no hacen nada más que resaltar sus pasos elegantes cuando cruza la calle y se pierde dentro de una biblioteca con las persianas cerradas que da la impresión de no estar abierta al público.

Él contempla la puerta por la que apareció la mujer y duda unos instantes, sin embargo, la curiosidad lo carcome internamente aún más cuando los gritos se vuelven más claros. Intenta asomarse por el arco de cristal que adorna la puerta pero solamente se topa con su reflejo ya que el frío ha empañado por completo el fino cristal.
Entonces, con su manga negra pretende limpiar la superficie pero apenas hace contacto, esta cruje y se abre. Carraspea asustado; el interior luce estrecho con una lámpara que tintinea ocasionalmente.

Una conocida melodía asiste a su sentido del oído, se da cuenta de que se trata del sonido de un piano. Antes de dedicar una mirada hacia atrás, toma la decisión de entrar y apenas lo hace, agradece el calor que envuelve su pequeño cuerpo. Se ubica ante una gran antesala con piso de madera donde se clava una hilera de puertas, emebelsado por el armonioso ambiente no hace más que seguir la melodía y pronto se topa bajo un limpio ventanal que deja ver a la perfección lo que hay del otro lado. Tiene que elevarse de puntitas para que su visión se vuelva amplia.

Es entonces cuando lo ve.

Lo experimenta casi como un delirio, sus ojos tardan en captar y procesar por completo la escena que se desenvuelve en ese espacioso estudio de ballet.

Proclaman que durante la danza, se manifiesta al máximo la liberación de la mente y todas aquellas sensaciones terrenales que suelen aplastar, perseguir o molestar a la gente, pero también hacen aparición aquellas que procrean un calor en el alma, como el amor, la felicidad y la pasión. Para Eren es atípico, nunca antes había tenido un acercamiento a esta arte y justo ahora que la presencia como mero espectador, su corazón da un vuelco.