1. Cliché

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Miles manda a volar su móvil a la vigésima novena notificación de la app de citas que instaló una hora atrás

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Miles manda a volar su móvil a la vigésima novena notificación de la app de citas que instaló una hora atrás. Podría simplemente haber silenciado las notificaciones de mensajes, pero aventar cosas siempre es más liberador. Lamentablemente es pobre, y le toma solo unos segundos recordar su delicada situación antes de saltar de su silla en busca del teléfono para hacer control de daños. No puede permitirse otro. La paupérrima herencia que le quedó tras la muerte de sus padres apenas le alcanzará para costear los impuestos de la casa durante un par de años, y el salario de la librería en la que trabaja es francamente miserable.

Miles logra cubrir sus necesidades básicas a duras penas.

Casi le da algo al detectar una trizadura en la pantalla. Cuando lo sondea a fondo y advierte que no es la pantalla, sino el protector el que se ha averiado, el extenso suspiro que exhala agita varias motas de polvo del suelo. La época de exámenes ni siquiera le ha dado tregua, un descanso que le permita ponerse a limpiar, y es por idéntica razón de falta de tiempo que no debería haber instalado la jodida app de citas, pero como ya se distrajo de sus resúmenes, decide tomarse unos minutos de descanso y echarle un vistazo a sus "pretendientes". Después de revisar el perfil de cinco, las ganas de mandar a volar el móvil retornan violentamente a Miles.

—¡Ugh! ¡¿Qué demonios?! —La foto de una polla ligeramente torcida de un desconocido aparece cuando abre un chat al azar.

Miles se llena los pulmones de oxígeno y la psiquis de paciencia y luego borra la app, tratando de alejar sus pensamientos del miembro perturbador que jamás solicitó presenciar. Vuelve a sentar su trasero en la silla que ya se ha adaptado a su forma —y espera que no sea al revés—, y vuelca su atención en el cerebro elegantemente diseccionado en sus apuntes. Mucho mejor.

El móvil vuelve a sonar, poniendo de los pelos a Miles.

—¡¿Qué quieres?!

—Yo también te extrañé —bufa Niall del otro lado de la línea, aunque mantiene su habitual tonillo dicharachero.

—Acabo de ver una polla asquerosa. Estoy traumado.

—Oh, lamento mucho eso... espera, ¿una polla?

—¿Qué sucede, Niall? Estoy estudiando —acucia secamente Miles. Su concentración ya se ha ido por el retrete a estas alturas y deberá esperar unos quince minutos hasta que su mente vuelva a ponerse en foco.

—Vale, ya entendí, iré directo al grano. Alan está organizando una fiesta para celebrar el fin de la temporada de exámenes.

El interés de Miles se desplaza inmediatamente a la información recibida. Se remueve en la silla, incómodo por lo mucho que le afecta oír ese nombre.

—Oh, maravilloso, pero no entiendo qué tengo que ver yo con eso. —comenta con fingida indiferencia.

—Por supuesto que tienes que ver. Iremos a esa fiesta, tú y yo.

¡Mi cupido es un demonio!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora