Parte única

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Antes de Ryan regresará a su vida, y antes de toda aquella loca y rara aventura en aquel tren sin rumbo, cada mañana era donde Min-Gi odiaba despertar. 

Sentía como si aquellas mañanas empezaban de una forma tan fría y monótona, era como una repetición del cual no podría deshacerse. En teoría consistia en despertarse, ducharse y cepillarse, arreglarse, salir de su casa e ir a aquel trabajo en Dumpty's Diner que detestaba a lo largo de su jornada.

Cada día, amanecia con una expresión vacía y sin energía.

Cada día, no sentía un rastro de la calidez y ni mucho de menos de la luz del día sin importar que tan soleado estaba.

Y cada día, se sentía gris y aburrido.

Pero entonces había algo diferente cuando él y Ryan se fueron juntos a New York después de varios meses entre viaje y paradas a lo largo de Canadá, ese algo que hacía sentir como si lo primero que vez hacia que despertarse los colores vivos y alegres se notaban por primera vez en mucho tiempo.

Era como si de alguna forma, aquella presencia le daba ese "algo" que le habia hecho mucha falta a Min-Gi en esas mañanas. No estaba muy seguro que tanto fue ese "algo" en particular hasta que poco a poco lo deducia con cada mañana.

Desde el primer día que empezaron a dormir juntos, y por supuesto de vivir juntos, en el mismo cuarto y compartiendo el mismo colchón que en ese entonces era de las pocas cosas materiales básicas que tenían. Allí perfectamente podrían compartir al menos dos personas, lo tenía muy cerca suyo aferrandose y son su cabeza sobre el hombro ajeno. 

Claro, en un principio podría pensar que Ryan sentía algo de frío durante la noche cuando sencillamente pudo haber tirado de la manta color violeta que compartian hacia su lado, pero no fue así.

Aparte de ese agarre, lo que más lo empezó a dejar una sensación cada vez más cálida fue en la forma que lo veía dormir.

Se detenía unos segundos a apreciar cada detalle del rostro ajeno. Era cada vez un gusto culposo mirarlo desde el cabello castaño crecido y desordenado, la expresión que mostraba serenidad, las pocas veces que no tenía puesto aquellos particulares lentes rojos, y terminando la forma de sus labios que por alguna razón le gustaba mucho la forma que tenía. 

Cada vez que lo miraba, era como si todo fuese más radiante y cálido.

Cada vez que lo miraba, quería sentirlo más cerca y acariciar ese rostro ajeno.

Y cada vez que lo miraba, se aseguraba de no despertarlo por un buen rato sólo para seguir mirándolo.

Los días pasaban, las semanas se sentían cada vez más cortas, y en casi un mes esa nueva rutina mañanera que normalmente era que Min despertaba temprano y siendo él quien hacia el desayuno ya era una costumbre. Mientras Ryan podría quedarse dormido sino hasta que Min lo termina despertando para desayunar. 

Hasta que algo paso la noche anterior.

Esa noche había caído una tormenta, y el frío se sintío tan repentino que en la madrugada a tal punto que la temperatura bajo más de lo esperado. La manta y sabanas que tenían no daba el suficiente calor, y estaban entrando en temperaturas casi invernales.

Quien más sintío el frío fue Ryan. Claro que al ser el único que en vez de usar un pijama que cubría las piernas y brazos a diferencia de Min, lo tenía que sentir. El de cabello castaño no quiso despertarlo, pero de todas formas con apenas llamándolo por su nombre en voz baja y por si no funcionaba tenía que moverlo de una mano.

—Min —susurro. —Despierta, tengo frío.

Apenas el mencionado de apoco abría sus ojos, con la no tan completa oscuridad que había por las luces de la ciudad pudo verlo.

🌅 ; Every morning || RyminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora