Me miro en el espejo, lágrimas salen de mis ojos. Paro Cardíaco.Ya no sonrió, desde los dies años mis sonrisas son falsas, cargo seriedad, no tengo esencia, ni alegría, el brillo en mis ojos el se encargó de apagarlo.
—Mamá, –mamá se gira y me ve, se baja a mi altura y yo la abrazo. –te quiero.
—Yo también mi niña. –ella me abraza y soba mi cabello. Se separa de mi. –Siempre recuerda como mamá es contigo y fue contigo. –asiento.
—Pero, ¿por que dicen cosas feas de ti? –ella me da una sonrisa triste.
—Cosas de el pasado, que la gente se dedica a recordarme. Te amo y nunca dudes de eso. –me da un beso en la frente y salimos hasta afuera.
—¡Sal! –papá me saca de mis pensamientos cuando se pone a dar en la puerta. –¡Ya es hora de irnos! –me miro en el espejo y sonrió.
—Sonríe, nunca dejes de mostrar tu sonrisa. Esa es la mejor arma contra el enemigo.
—Sonríe, nunca dejes de mostrar tu sonrisa. Esa es la mejor arma contra el enemigo. –me repito en el espejo, como mamá lo hacía.
Salgo de el cuarto con una sonrisa de boca serrada, bajo las escaleras y llego a la sala, veo a papá.
E esconde algo. No confíes.
Camino hasta la puerta y salgo de la casa con el monstruo detrás mío.
—Móntate. –camino hasta el carro que está estacionado a el frente y me monto en el asiento de copiloto.
Derecha.
Me pongo derecha en el asiento y acomodo mi vestido negro. Mi cabello en una perfecta cola y los chanclas las negras dejan a la vista mis uñas bien pintadas de color blanco.
Me llega un mensaje de Victoria.
Victoria: ¿Te sientes bien? ¿Pasó algo? Estaré ahí contigo.
Yo: Si. Gracias.
Apago el teléfono y bajo la mirada a mi regazo.
No quiero.
Llegamos a la funeraria, papá se estaciona y respiró hondo, antes de salir de el carro. Veo como papá se posa a mi lado y pone una mano en mi espalda.
Huye.
—Camina. –dice y Camino hasta entrara a la funeraria, todos posan su mirada en mi.
Camino hasta la puerta de la sala en donde esta el ataúd de mamá y su cuerpo.Abro la puerta y un frío me recorre el cuerpo. Esta mi padrino adentro, el se gira y me ve, tiene los ojos llenos de lagrimas.
Camino hasta el ataúd de Mamá y me piso a el lado de padrino. No miro el cuerpo, solo miro mis pies.
—Mamá –subo la mirada a el ataúd y veo su cuerpo. Las lagrimas amenazan con salir y no aguanto.
Las lagrimas salen de mis ojos.
—Te fuiste. Me dejaste sola, con ese monstruo. –no puedo parar de llorar, se me dificulta la respiración y siento cuando la puerta se abre y escucho pasos.
Siento una mano en mi espalda, otra en mi brazo y una persona se posa a mi lado, la miro y...
—Señora Sofía. –digo y ella me da una sonrisa triste, los ojos de le cristalicen, pero no suelta las lagrimas.
—Estamos aquí. –escuchó la voz de Victoria y me giro, ella habré sus brazos y yo la abrazo.
—Mamá. –ella soba mi cabello. Suelto todo, lagrimas bajan sin parar, sollozos y lamentaciones.
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Mi Maldicion. (Triologia Maldicion: 1)
Roman d'amourSentía que el si me iba a proteger. Pensé que más daño de el que me habían echo no me podían hacer. Pero esto apenas empieza. Vigilada, asustada y lo peor...enamorada.