Capítulo 41. Mente fría y pasos calculados

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Tener que despertar entre los brazos de Marek empeora mi estado de ánimo, si ha estado sombrío con él a mi lado es tenebroso. Al menos ha respetado el luto que llevo por la muerte de Domm y no me ha insinuado nada, al igual que Amún me dieron mi tiempo y espacio para aceptar su muerte.

De Marek no me sorprende pero de mi árabe demente si, ni siquiera he podido dormir en paz estos dos días por el temor que en cualquier momento apareciera por la puerta de mi habitación y me encontrara con mi padre. Con él las cosas no sería como con Domm, aquí el muerto sería otro, Marek.

Me deshago de su brazo y me dirijo al baño a tomar una ducha. Hace mucho frío pero me baño con agua helada, solo así siento que despierto del letargo en el que me he mantenido estos dos días, viviendo y moviéndome por inercia.

El frío me corta la respiración y se siente como decenas de cuchillos clavándose en mi cuerpo, tiemblo y abrazo mi cuerpo y el castañeo de mis dientes ahoga mis sollozos.

Al cabo de unos minutos salgo y me visto, arreglo mi cabello y coloco un poco de maquillaje mientras mi padre sigue durmiendo, anoche se quedó hasta tarde despierto revisando los documentos que el abogado adjunto de Yves le entregó ayer, por fin la sucesión de bienes quedó legalizada.

Lo dejo dormir un poco más, el vuelo es a medio día y todavía estamos a tiempo. Decido pedir el desayuno yo misma, no tengo ganas de verle la cara a Hassan y a Sugar todavía, ella por ser una perra traidora y él por ser tan imbécil de permitir que sucediera lo de Domm.

Tomo mi bolsa en la estancia y me acerco a la puerta, escucho débiles sollozos y murmullos provenientes de la habitación de ellos, me acerco y pego la oreja a la madera de la puerta para tratar de oír si están hablando y efectivamente lo están haciendo, aunque no se escucha con claridad logro captar algunas frases.

—Tranquila... —El turco le habla con ternura—. Hablaré con ella...

—Nath no entiende... —dice algo más pero no lo comprendo.

—Pronto lo hará. —Los sollozos de ella se escuchan amortiguados como si él la abrazara o tal vez la besara, no sé.

Me molesta.

Y no por celos, me enerva pensar que las lealtades de Hassan posiblemente ya no están más conmigo pero aún lo necesito para terminar con mis planes. Aunque no fuera así tampoco puedo deshacerme de él tan rápido, sabe demasiadas cosas, de mi, del burdel, de mis árabes.

Necesito mantenerlo a mi lado y también tranquilo, yo misma he orillado a que se acerque a Sugar, estúpidamente creí que sería bueno para él pero no me detuve a pensar que tan bueno sería para mí. Él tiene que estar conmigo y no con ella, con lo que le espera a Sugar no me conviene que él siga apegado a esa estúpida.

Abandono la suite rumbo al restaurante, tomo mi teléfono en el pasillo, he estado dos días evitando sus llamadas pero es hora de ponerme en contacto con él otra vez, debo despejar mi mente y seguir adelante enfocada.

Además lo extraño, malditamente mi corazón me pide escuchar su voz por lo menos, ya que no puedo tenerlo a mi lado. Busco su contacto y aguardo por su contestación ansiosa por oír como me dice...

—Damiya... —Inhalo profundamente llenándome de eso que me proporciona su voz ronca y profunda—. He intentado ponerme en contacto contigo y no me tomas las llamadas. —No lo dice cómo reclamo pero así lo siento, quizá soy yo misma la que me reprendo por haberlo evitado.

—Lo siento Ömi, no han sido buenos días para mí —respondo en voz baja.

—Mi hermano me informó lo de O'Connor, lo siento Nath, quisiera estar ahí para abrazarte.

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