Prólogo

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"Todos hemos prometido cosas, ¿verdad?, es normal en nosotros hacerle promesas a otras personas o hasta a nosotros mismos, pero, ¿que pasa si contamos cuantas de esas promesas hemos cumplido?, seguramente no lo recuerdes y dejame decirte que tampoco yo lo recuerdo pero de algo estoy seguro, en comparación con todo lo que prometimos en nuestra vida, con suerte hemos cumplido el 15% de ello, una cifra bastante alta en mi opinión, ¿pero por que pasa eso?, porque es normal en nosostros prometer cosas imposibles, cosas que en el fondo sabemos que no podemos cumplir pero las prometemos para mantenernos tranquilos, porque el ser humano es el ser más despiadado y mentiroso cuando se trata de su bienestar, así  que nos mentimos a nosotros y a los demás para evitarle una carga más a nuestra conciencia, ya que estamos hablando de cosas imposibles no sólo pasa con las promesas, sino que también con los deseos, todos hemos deseado algo que es imposible que podamos tener y con una venda en los ojos nos desgastamos cada día por alcanzar aquello que nunca podremos tener por muy duro que suene, porque así somos las personas, sin importar que, siempre vamos a querer más y más sin mirar lo que tenemos a nuestro alrededor..."

Esas fueron las sabias palabras de mi bis-abuelo antes de morir, un cáncer terminal a los pulmones y un soplo al corazón lo acababan lentamente, por suerte ya no está sufriendo en este cruel mundo en donde todos piensan en si mismos  como si fueran animales, peleando cada dia entre si para conservar su miserable vida, me incluyo a mi mismo, ¿porque no hacerlo?, de todas formas no tengo a nadie más en quien pensar, no tengo hermanos ni primos, mi relación con mi padres no es la mejor, no, no me golpean ni me odian, simplemente es como si no existiera para ellos y sin mi bis-abuelo en casa mi vida se a vuelto más tortuosa y aburrida de lo que era antes, el ya no me contará historias de brujas ni duendes, tampoco hablará de sus experiencias con las chica cuando era más joven a la hora de comer, es horrible, el silencio de esa construcción en la que vivo me tortura, por lo que prefiero ir directamente a mi trabajo de medio tiempo luego de la escuela, no tengo amigos con los cuales salir a fiestas así que es lo mejor que puedo hacer, además, de cierta manera aseguro un poco más mi futuro, si sigo así podré entrar a una buena universidad y si tengo suerte, tal vez rentar un apartamento en el cual quedarme, puedo asegurar que con sólo imaginarlo me brillan los ojos, sin duda salir de este lugar al que de niño hacia llamar mi hogar me haría realmente bien.

-¡Ya me voy!- grite desde la puerta aunque sé muy bien que no obtendre respuesta, para llegar a ella tuve que pasar por el comedor en el cual estaba mi madre sentada en una de las sillas mientras miraba su taza de Té a medio tomar, aunque en realidad no se si podría decirse mirar, siempre tiene la mirada perdida, podrían confundirla perfectamente con una estatua, admito que hay veces en que me dan ganas de tomarla de los hombros y agitarla para hacerla reaccionar, por otro lado está mi padre que no parece importarle, el sigue con su vida normal así que no puedo quejarme, agradezco que hasta ahora no haya querido hablar conmigo, sería bastante incómodo, que se preocupe de el y yo de mi y no habrán conflictos.

No Apagues La Vela |AU Shingeki no Kyojin|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora