54. Preocupaciones

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El día de ayer la pase pensativa, todo lo que esa mujer contó no salía de mí cabeza, era como un signo infinito, nunca acababa.

Prometí que regresaría a verla, después de todo creo que lo mejor será comenzar de nuevo, días antes ni hubiera pensado en querer conocerla pero ahora que lo hice, me siento más libre, como si un peso gigante se haya quitado de mi espalda.

Me he dado cuenta que guardar rencor solo trae tristeza y enojó y aunque muchas veces pueda ser difícil superar las situaciones como me sucedió a mí, es mejor estar en bien con los demás y perdonar, que estar en mal y con dolor en el corazón.

El día de hoy me toca que ir por los resultados de mi examen, al médico. Ya siendo sincera no me preocupó de nada, si algo pasa en mí, por muy pequeño que sea, será por algo y después de todo, solo dejo que la vida haga lo que tenga que hacer. Si me toca morir, lo aceptaré y si me toca vivir, la viviré.

Y si piensan que es dramático, si es dramático.

Me levanto rápidamente de mi cama, lamentablemente Ibrahîm no va poder acompañarme a la cita con el médico, resulta que se le dio por buscar empleo y resulta que tiene la seguridad de poder encontrar, pero cuando sabes muchos idiomas que tan difícil ha de ser.

¿Cierto?

Me preparo mi desayuno, empezaré con algo simple (cereal con leche) algo muy típico y que te saca de apuros. Ya bañada y bien comida, salgo en busca del transporte, por suerte desde antes ya lo había solicitado. Así que salgo solo a encontrarlo ya que había sido específica con la hora de salida.

En camino al hospital, comienzo a sentir un asco y una sensación de vómito fuerte, rápidamente aviso al conductor para que se detenga, por suerte estábamos cerca de un parqueo. Se detiene y al abrir la puerta del vehículo, comienzo a expulsar todo lo que había desayunado, sintiendo esa sensación garrasposa en la garganta, donde el sabor agrio mezclado con el cereal inunda mi paladar.

—Señorita ¿se encuentra bien? —el conductor pregunta viendo que me estoy ahogando con el vómito, por un momento me dio por decirle que acaso no esta viendo pero mejor me contuve, me pongo estresada cuando pasan cosas así.

—No pasa nada, solo es un malestar mañanero —comento tratando de no inquietar al señor.

Me vuelvo a colocar en el asiento, y le doy el aviso para que avance.

Comienzo a pensar en la múltiple de enfermedades que puedo llegar a tener, talvez y le acierte a alguna. Al llegar al hospital, le pago al señor por el viaje y le agradezco. Camino hacia el lugar de mi cita y no se porque me comienzo a poner a nerviosa, pueda que sea por el lugar en el que estoy, solo de pensar en la gran cantidad de personas que se encuentran aquí me pone la piel de gallina.

Al llegar voy a la recepción a enseñar mi carta donde sale que hoy me tocaba la cita para entrega de resultados.

Las enfermeras rápidamente me atienden y amablemente una joven me dice que la espere ya que le tiene que ir a avisar al doctor, después de unos minutos regresa y me dice que la siga, camino detrás de ella y en lo que voy, sin querer miro hacia una puerta de una habitación del hospital y lo que me veo me desgarra el corazón. Es un pequeño con varias vendas por el cuerpo, acostado en su camita, mientras su madre con lágrimas en los ojos le cuenta una historia.

La enfermera nota que me detengo y rápidamente me dice que sigamos.

—¿Estará bien? —preguntó.

—Esperemos que sí —contesta haciendo que un escalofríos recorra por toda mi columna ósea.

Al llegar a la habitación la joven abre la puerta y entra, yo simplemente dentro con ella.

El Hijo del Jeque ✔ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora