Cap. 27: ¿Dani el faraón?

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Una foto de Dani pasando calor C:

—¿Estás despierto?—Susurré en el oído de Dani, el que soltó un pequeño gruñido y se revolvió en la silla.—¿Eso es un sí o un no?

—Sí...—Dijo sin apenas vocalizar.

—¿Qué te pasa?—Soltó un suspiro.

—No he dormido mucho esta noche...

—Bueno.—Miré la pantalla que anunciaba los vuelos.—Embarcamos en un par de minutos, ya dormirás en el avión.—Asintió lentamente.

Estaba muy entusiasmado, ya que este era el último país que visitábamos. Nos habíamos despertado bastante pronto y ahora nos encontrábamos en el aeropuerto esperando a subir al avión. ¿Sabéis qué destino tocaba? ¡Egipto! Desde que era pequeñito siempre me ha interesado mucho su cultura, y me sigue interesando. Recuerdo perfectamente el día que me explicaron que los egipcios, entre otros, tenían más de un dios. ¡Era una auténtica locura! Y pasé gran parte de mi infancia viendo películas sobre faraones y momias. Volviendo a nuestro viaje, había dejado el sitio de la ventanilla a Dani para que apoyara la cabeza, pero había acabado posándose en mi hombro como un niño pequeño. Yo pasé el vuelo acariciándole el pelo con una mano y, con la otra, sujetaba un libro que estaba leyendo. Pues los libros se leen. Obvio, ¿no? Tal vez yo tampoco había dormido mucho... Esta vez no fui el único al que le asustó el aterrizaje, pues Dani pegó un bote que casi se sale del asiento.

—Qué mal despertar.—Dijo junto a una mueca.

Bajamos del avión y decidimos coger directamente un taxi. Por suerte nos encontrábamos en El Cairo y, al ser un lugar muy turistico, todo el mundo sabía inglés a la perfección.

¿Podría llevarnos al Ramses Hilton Hotel?—Preguntó Dani al viejo taxista.

¡Por supuesto!—Soltó una sonrisa y comenzó a meter nuestro equipaje en el maletero.

Durante el trayecto el hombre puso la radio y estuvo un buen rato cantanto. Finalmente, y después de tanto insistir, nos animó y acabé cantando también. Supongo que mi accento árabe debía ser horrible, pues se reía cada dos por tres. Dani, avergonzado, solo susurraba al llegar al estribillo.

Al llegar al hotel lo primero que hice fue llamar a Clara, ya que aún no me había dicho quien era aquella misteriosa persona.

—¡Hola Gabri!

—Cuenta.

—¿El qué?—Dijo confundida.

—¡Oh, vamos! La persona con la que estabas. ¡Va, va, cuenta!—Insistí de forma impaciente.

—Está bien, está bien. Espera un momento.—Puso música de fondo.—¿Lo escuchas?

—Hmm... No muy bien, la verdad.—Acercó más el móvil.

—¿Ahora?

—Sí.—Era la canción de 'Mamma mia, he's italiano' de Elena Gheorghe.—¿Y bien? ¿Qué quiere decir?

—¡Lo dice la canción!

—¿Oh madre mía, es italiano?—Cuestioné confundido.

—¡Sí!—Me quedé un rato en silencio.

—Sigo sin entenderlo.—Bufó desde la otra línea.

—He conocido a un italiano.

—¿Sabes italiano?

—No. Él sabe español. ¡Pero esa no es la cuestión! Lo conocí en la universidad. Verás, él ha venido a hacer de becario, por lo que he entendido. Y es tan dulce...

Sweetie (inacabada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora