En un bosque lejos de la ruidosa ciudad, llena de humanos prejuiciosos y avariciosos, vivían una infinidad de criaturas prejuiciosas y avariciosas, las malas costumbres se esparcen con más facilidad que las buenas intenciones; junto a este, por cierto muy lindo bosque, colindaba un rio por el cual transitaban familias de peces que discutían cual de sus hijos era el más rápido y el más hermoso, lamentablemente los accidentes que ocurrían en esta carretera producto de las carreras ilegales casi siempre dejaban las lindas familias con un integrante menos.
Vecino a esta atareada carretera vivía un conejo, junto a su único familiar, su abuelo el gato Norsk skogkatt, participe de la primera y tercera guerra de los fríos campos noruegos, asesino de cientos de guerreros enemigos, absolutamente todo el bosque lo respetaba y lo consideraba un ser sabio por su vasta experiencia en la vida, menos el mismo, que pasaba sus días hundido en el alcohol para poder olvidar sus heroicas hazañas.
El conejo, su nieto, había estado teniendo problemas el ultimo par de meses; y es que dentro de esta increíblemente inmensa amalgama de animales salvajes, el solo tenia ojos para uno de los más impresionantes, este amor que había encontrado era la bestia más fuerte y más trabajadora de todo el bosque y el conejo estaba consiente de esto, una vez lo notó no se lo pudo sacar de la cabeza, por supuesto estamos hablando de la hormiga.
Ni tonto ni perezoso el conejo perfeccionó el plan mediante el cual lograría obtener el gran corazón de la diminuta hormiga, primero, comenzó a hacer ejercicio, increíbles cantidades de ejercicio, se levantaba a las 6 de la mañana y tras un estupendo desayuno preparado por su abuelo, orgulloso por cierto de que su adorado nieto empezara a activarse, y no paraba de sudar hasta que el sol empezaba a ponerse, 6 días a la semana realizaba esta rutina, los domingos el abuelo no se lo permitía porque el domingo no se trabaja; De esta forma el conejo comenzó a verse cada vez más fornido y esbelto, las bestias del bosque notaron esto, las conejas que vivían al otro lado del bosque, junto con las golondrinas y las tortugas lo iban a ver mientras entrenaba, en secreto. El conejo tenia una muy buena vista, comía muchas zanahorias, por lo que las miradas de sus admiradoras no escapaban de su atención, pero no se sentía para nada feliz por esto, su amor no apareció ninguno de los días en los que demostraba su gran capacidad física y su lindo cuerpo.
Como ya estaba desesperado, puesto que había realizado un esfuerzo inhanimal para lograr alcanzar el corazón de su chica, decidió intentar otra cosa, el conejo, aprovechándose de los ahorros de su abuelo, consiguió hermosos regalos para la hormiga y día tras día este los fue dejando fuera de su casa, la hormiga, que no se dejaba sorprender, encontraba fuera de su casa hermosas joyas, montones de comida que servirían para alimentar a toda la familia por una temporada y flores de todos los colores del bosque, ella sabía que era el conejo quien le daba estos regalos, pero no le daba la mínima importancia, el conejo se dio cuenta de esto y entre lagrimas recogió los pedazos de su corazón y se los llevo a el abuelo, quizá el sabría como repararlo.
Su abuelo, que de amor sabia poco pero de la vida entendía mucho, le dijo con una voz muy apagada pero completamente sobria, quizá era el único momento donde el conejo había visto a su abuelo sin un vaso de cerveza al lado suyo, que tomara un bastidor y muchos lienzos, que fuera al patio de su casa y que pintara, el conejo sin entender las indicaciones de su abuelo no tenía la menor intención de hacer la tarea que se le había encomendado, pero al ver la fría mirada de un ojo muerto que estaba sobre su ser, tomo los implementos para pintar y se dirigió a su cárcel.
Su abuelo le prohibió salir de ahí hasta que el le dijera lo contrario, el conejo, furioso por la estupidez de su abuelo, tomó los lienzos, uno tras otro y comenzó a pintar sobre ellos, pintó zanahorias, pintó el rio, esta vez sin ningún accidente ni carrera clandestina, pintó atardeceres y amaneceres, pero su abuelo no le permitía salir de su agonía, fue entonces cuando, destrozado, enojado con el mundo, envidioso de las bestias que la estaba pasando bien y completamente anhelante del afecto de la hormiga, comenzó a pintar lo que sentía, pintó hambruna, pintó choques, pintó el frio de la noche y el horrible calor del día; Y una vez el entero apocalipsis fue representado por sus, ahora fuertes patitas, solo una cosa pudo ver clara en su mente, la hormiga, pintó a la hormiga, la pintó bebiendo agua, la pintó comiendo su almuerzo, la pintó alegre sobre las rocas, la pintó riendo sobre las hojas y la pintó hasta que no tuvo más pintura para poder pintarla.
La nublada vista del conejo no le había permitido ver algo que estaba pasando justo a su lado, la hormiga que por casualidad estaba volviendo del trabajo cuando pudo escuchar los sollozos de un alma solitaria, se había encontrado con la escena más extraña que había visto y aun así, dentro de la alocada escena pudo ver algo que no había podido ver antes, el conejo realmente la amaba, no era un capricho, no buscaba jugar con ella, el conejo de verdad la amaba, al día siguiente el conejo, que se había quedado dormido en el patio fue llamado a desayunar, como había sido su rutina, en la mesa encontró algo que lo dejó con la boca abierta, ese día el desayuno iba a ser entre tres.
Tiempo después las bestias del bosque hablaban de esta hermosa historia y en las juntas de profesores se hablaba de cómo controlar el bullyng que sufrían los horminejo u cormiga, no sé, los conejos no deberían pintar.
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En un bosque lejos de la ruidosa ciudad.
Short StoryUna historia de un conejo y su amor.