Mis pasos se aceleran conforme avanzan por el bosque hacia las montañas. Mis pies me llevan hacia el norte. Mis sentidos se agudizaron y mis muros se derrumbaron el momento en el que entre en el bosque. Mi madre y yo solíamos recorrer los bosques de Highlands por horas. Ella me enseño que no había que temerle a nada más que a ti mismo, me enseñó que el bosque era mi aliado y no mi enemigo. Cuando ella se fue la busqué ahí. Jamás la encontré.
Pero si encontré a Theodor y Elise Brim. Eran amigos de mi madre desde hace mucho tiempo, estuvieron ahí para mí después de que mi madre desapareció. Ellos eran miembros de la manada de mi madre. Nunca entendí que pasó, pero ellos se convirtieron en desterrados cuando era niña.
Solía visitarlos todas las mañanas, cazaba para ellos. Al estar desterrados ellos no podían entrar en territorio de las manadas y buscar comida, así que yo lo hacía por ellos. Los Brim se fueron poco después de que cumplí trece. La manada los persigue desde entonces.
Llego al sendero que conduce al punto más alto de las Atlas. Desde ahí observo las salientes rocosas que llevan al Río Halo y la Clawmist. La Clawmist es una saliente que se curva en sí misma y parece una pata de lobo, de su centro sale agua a manera de cascada. Varios lobos salvajes se reúnen a beber del lago que se forma a sus pies. Algunos de la manada también van ahí a.... Socializar.
Tomo una de las salientes entre las montañas para usar un túnel que lleva al noreste de la montaña. Lo atravieso rápidamente, no sin antes notar huellas de un animal grande que estuvo ahí recientemente. Mi corazón se acelera con la anticipación de volver a verlos. Podrían ser lobos o un oso, genio; me susurra esa voz molestamente racional en la cabeza.
Al salir distingo el camino, está lodoso por la lluvia torrencial de anoche, que lleva al punto neutro entre los territorios. Compruebo la hora en mi teléfono, han transcurrido apenas diez minutos desde que me escondí en el cobertizo de la mansión. Salto hacia la saliente a quince metros por debajo de donde estoy. Repito la acción con las demás salientes hasta llegar al sendero de tierra. He acortado un descenso que a un humano le habría demorado horas a tan solo minutos.
Corro por el camino hasta llegar a un punto en el que se abre, dando lugar a una austera casa de campo. La casa es de un piso y está hecha de madera de pino. Tiene unas viejas cortinas rojas, que deben estar polvorientas por los años en desuso de la casa. Subo los tres escalones del porche y me detengo en la puerta. Respiro profundamente. Un olor a gardenias y alcohol impacta en mi nariz. Inmediatamente mi organismo reacciona de la única forma posible para alguien con el sentido del olfato súper desarrollado. Estornudo.
Alguien ríe en el interior. Mi espalda se yergue. Abro la puerta bruscamente y miro en el interior.
El interior estaba exactamente como lo recordaba. A mi izquierda la cocina permanecía intacta con los azulejos rotos, una mesa redonda de madera y cuatro sillas, y una mini nevera. Del lado derecho se veía el viejo y mullido sofá en el que solía sentarme con Elise a leer libros. Pero mi vista se centró en el hombre con una camisa a cuadros y jeans de pie frente a mí. Theo.- Sigues estornudando con ese perfume, no?- su burla sonaba tan irreal y cálida a la vez que no pude evitar sonreír.
- Ni siquiera un humano promedio lo soportaría.- Theo intenta decir algo pero lo interrumpo cortando la distancia entre nosotros y engulléndolo en un abrazo de oso. Sus brazos me rodean y su risa vibra a través de su pecho.
- Te extrañé tanto, Theo- digo todavía abrazada a él. Theo me aprieta aún más y yo hago lo mismo. Su respiración se corta por mi apretón - Lo siento. No quería ahogarte.- lo suelto lentamente.
- ¡Vaya! Parece que alguien es mucho más fuerte de lo que recordaba.- dice Theo, sonriéndome. Alguien más entra en la habitación.
- Y más bonita. - dice Elise, saliendo de una de las habitaciones de la primera planta.
- ¡Elise! - la abrazo también, pero más delicadamente.
- ¿Cómo nos encontraste?- me pregunta Elise.
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My Blood
Hombres LoboMi sangre es mala. Lo he escuchado toda mi vida. Jamás seré como ella. Ella es a quien todos quieren. Ella es perfecta. Pero nadie es perfecto. La verdad puede juzgarte. El amor puede transformarte. La mentira puede destruirte. Aceptar quien eres pu...