Hace mucho tiempo soñé, que en un árbol de muy lejos de mi casa siempre dejaba un carta y al ir al otro día obtenía una respuesta de ella, claro. Así fue durante días, una carta y al otro día ya no estaba la mía sino una nueva para mí.
Llegó el día que fui a dejar mi nueva carta y estaba la mía del día anterior y no una nueva. Pasaron días y mis cartas se estaban acumulando. Ella no las estaba recibiendo.
Confundida seguí llendo como de costumbre un poco decepcionada, y al sentarme ví una carta nueva junto a las mías la cual expresaba un tanto confuso que no tenía tiempo para mí, que ya había alguien más que sí le puede dar lo que yo no pude.
Y así me siento, me siento reemplazable. Ya no sé qué estoy esperando o que quiero; porque yo solo esperaba ese día en dónde agarrarle la mano no fuera con miedo, dónde salir ya no fuera a escondidas y dónde presumirla fuera un orgullo, poder decirle que me acompañe a cualquier lado se volviera costumbre y nunca, nunca más estar sola.
Nuca pensé que podía sentirme como me sentí en un sueño, nunca pensé que ese sentimiento podía llegar a mí así de fresco y solo.
Ésto no era lo que yo esperaba, porque al contarle mi sueño, que fue hace mucho, estábamos juntas y ella me dijo muchas cosas y entre ellas que nunca me quería ver así.
Y aquí estoy igual o casi peor, sintiéndome mal, insuficiente y reemplazada.